Felipe de Jesús Fernández Basilio
Desde a Janela
El senador Miguel Ángel Yunes Márquez se encuentra en el exclusivo grupo de personajes encabezado por Judas y por Bruto.
Sí, hablamos del grupo de quienes han cometido traición, el acto más vil y despreciable que un ser humano puede cometer y es que, a pesar de que hay muchos tipos de maldad, la traición es la más repugnante.
Y ese repudio se debe a que el traidor se vale de la confianza en él depositada para causar un daño, generalmente irreparable, a una causa o persona.
Esto es precisamente lo que define a Yunes Márquez, un personaje ínfimo que traicionó a todos los que votaron por él y que, para colmo, se regodea de la traición que cometió.
El pequeño cretino con un cinismo de mal gusto, ya que ni siquiera tiene las entendederas suficientes para medio perfumar la inmundicia que despide su actuación, aduce que como legislador es libre de votar y dar todo su apoyo a la presidente de la república.
Y yo me pregunto y les pregunto: ¿Acaso la presidente lo tuvo bajo sus siglas en campaña o este senador pidió de manera pública el voto hacia su persona para continuar con el segundo piso de la transformación que no fue ni tampoco será?
La respuesta evidentemente es NO.
Yunes Márquez se paseó por todo el estado de Veracruz hablando pestes del gobierno y de su partido y,no solo eso, dijo hasta el cansancio que votar por él era votar en contra de quienes están en el poder y lógicamente obtuvo su senaduría a través de los votantes de la oposición.
Por eso es que a Yunes Márquez no se le reclama el que haya traicionado a una dirigencia, a un partido o a una coalición electoral; lo que se le reclama y por lo que siempre será recordado, es porque traicionó a todos y a cada uno de los que votaron por él.
Ciertamente la famosa disciplina partidista es uno de los peores vicios que tiene la política mexicana, ya que convierte a los legisladores en autómatas del gobierno o de sus dirigencias, a quienes obedecen ciegamente en lugar de hacerlo con sus electores y, por ello, es deseable que se rompa esa inercia heredada del PRI.
Sin embargo, esa ruptura de la disciplina partidista aplica cuando resulta beneficiosa para el distrito o estado por el que el legislador fue electo, toda vez que el diputado o senador es un representante popular de la demarcación que lo llevó a la cámara.
Lo que ya no es válido es hacer lo contrario a un mandato específico dado por los electores y eso es precisamente lo que Yunes Márquez hizo, ya que construyó su candidatura y ganó su escaño con el compromiso de oponerse a los veintitantos cambios constitucionales que López anunció antes del inicio de las campañas electorales y, desde luego, pidió y se le dio el voto para evitar que esos cambios constitucionales ya sabidos se materializaran.
Ahí está demostrada la traición y ahí también está demostrada la ineficacia de sus argumentos sobre una supuesta “libertad” para votar como lo que le dicte lo que llama su conciencia, ya que realmente carece de ella.
En suma, en lo que concierne a los cambios constitucionales que propuso López Obrador en febrero, Yunes Márquez no tiene libertad para votar como le venga en gana, porque llegó al senado con la misión específica de oponerse a ellos.
Pero aparte de traidor, este personaje de cuarta es un cobarde, ya que para cometer su infamia se escondió adentro del saco de su papá; ni si quiera tuvo el valor civil de dar la cara en el momento de la traición.
Y a la cobardía, ahora le tenemos que agregar la bravuconería debido a que “Yunitos” advierte que va a haber consecuencias en contra de quien le diga lo que es, un traidor despreciable.
Y políticamente ¿Qué ha hecho Yunes Júnior? Nada que sea memorable, ya que siempre ha dependido de su progenitor, por eso al inicio de este texto puntualicé que es un personaje ínfimo.
Bueno, cabe hacer una corrección, Yunes Márquez ya es memorable; siempre será recordado como el gran traidor que es y en México su nombre será equiparado a los de Judas y Bruto.
Twitter: @FelipeFBasilio