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    Luis Alberto Romero

    Hora Cero

     

    Al menos en el papel, el Partido de la Revolución Democrática se observa poderoso en el ámbito nacional: tiene 101 diputados federales, 22 senadores y 5 gobiernos estatales, aunque en el caso de Oaxaca, la presencia del partido en la estructura gubernamental resulta más bien simbólica, ya que Gabino Cué fue postulado por una alianza entre PAN, PT, PRD y Movimiento Ciudadano. Aun así, el Sol Azteca tiene al Distrito Federal, Morelos, Tabasco y hasta hace poco, también al estado de Guerrero.

    Hace siete meses, en marzo de este año, cuando los partidos políticos iniciaron su proceso para la acreditación de militancia ante el Instituto Nacional Electoral, el PRD registró a 5 millones 432 mil afiliados; fue el segundo partido con mayor padrón, luego del Revolucionario Institucional, que registró a 5 millones 848 mil.

    En el caso del PRD, el padrón presentado por el partido ante el órgano electoral fue de casi 5 millones y medio de afiliados, incluyendo a 92 mil menores de edad; sin embargo, tras la depuración del INE, la lista perdió a casi un millón de supuestos militantes, que también fueron registrados por otros institutos políticos.

    El Instituto Nacional Electoral detectó que en la lista entregada por el PRD, casi un millón de personas inscritas estaban duplicadas; formaban parte de los padrones de otros partidos; estaban muertas; o tenían suspendidos sus derechos políticos. En total, el partido perdió al 18 por ciento de su padrón inicial luego del ejercicio de actualización y depuración realizado por el INE.

    De los 4 millones 437 mil militantes perredistas que finalmente fueron reconocidos por el órgano electoral, más de un millón 400 mil son nuevos en el padrón, ni siquiera tienen una militancia de 6 meses.

    Si no tomáramos en cuenta los espacios políticos alcanzados en las elecciones, esa militancia sería suficiente para ubicar al PRD como la segunda fuerza política nacional; sin embargo, el padrón no refleja la realidad de un partido que atraviesa una profunda crisis de credibilidad y descrédito social.

    2015 será una dura prueba para el PRD, que enfrentará dividido el proceso electoral federal, para que el no contará con su más rentable candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador. De hecho, el porcentaje alcanzado por el tabasqueño en 2006, 35.33 por ciento, supera con mucho los números de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano en su mejor momento, 1988, cuando el ingeniero llegó al 31 por ciento de la votación. La fuerza y el magnetismo que representa López Obrador ya no estará más con el PRD.

    En Veracruz, el pasado 20 de agosto, el ex dirigente de ese partido en la entidad, Juan Vergel Pacheco, reveló las irregularidades detectadas en el padrón de militantes; dijo que existía la fundamentada sospecha de que la lista había sido inflada con más de 160 mil afiliados y señaló como responsable de esta anomalía al grupo que finalmente se impuso en la elección interna del partido, mismo que encabeza el actual dirigente, Rogelio Franco Castán, a quien se le atribuyen relaciones muy próximas con el grupo en el gobierno.

    Durante el proceso electoral de 2015, el reto del PRD en Veracruz será acreditar en los hechos el crecimiento de su padrón de militantes en un año en el que los electores le podrían pasar la factura por los hechos de Iguala; por si eso no fuera suficiente, los perredistas tendrán que disputarse con el Movimiento de Regeneración Nacional, a los simpatizantes de la izquierda. Sin rostros consolidados, el año entrante pinta realmente complicado para un partido cuyas mejores épocas parece que han quedado en el pasado. @luisromero85

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