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    Armando Ortiz

    El Hijo Pródigo

     

    En sus orígenes Iniciativa México proponía hacer grandes cambios en el país mediante una revolución social basada en la buena voluntad. Los mexicanos no necesitábamos tener iniciativa propia pues ellos nos marcarían la pauta para mostrarnos el camino por el que debíamos dirigirnos. La iniciativa debería ser de ellos, nosotros sólo debíamos reaccionar al llamado que nos hicieran. Por eso muchas instituciones, comercios, empresas, medios de comunicación, universidades y hasta el propio gobierno Federal se sumaron a este programa que tenía como objetivo real nulificar la voluntad de los ciudadanos y poner por delante la de ellos.
    Al principio debían simular. Utilizaron figuras públicas de moda, deportistas, gente de la farándula y hasta intelectuales; abrieron una convocatoria y juntaron una cantidad considerable de proyectos para que al final sólo quedaran cuatro y de esos cuatro sólo uno fue el ganador. Esa fue en su origen la gran revolución que prometieron, el programa social de las televisoras que habría de cambiar el rostro de nuestro país.
    Hace algunos años, sin que nadie se lo esperara, las televisoras, en connivencia con el gobierno Federal, la CONCAMIN Confederación de Cámaras Industriales), CONCANACO (Confederación de (Cámaras de Comercio), ANTAD (Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales), la Asociación de Bancos de México y el Consejo Coordinador Empresarial crearon un plan (complot) para explotar el consumismo en las personas, que durante cuatro días podrán comprar a crédito y de contado en todas las tiendas afiliadas a este “Buen fin”.
    A crédito porque los bancos darán hasta 20 meses “sin intereses” y al contado porque en algunos casos el gobierno Federal ha estado dispuesto a adelantar a sus trabajadores la mitad del aguinaldo que podrán gastar de manera indiscriminada en ropa, aparatos, servicios, diversión, entretenimiento y muchos enseres que en realidad no necesitan.
    Coincidentemente, la última vez que el gobierno Federal, el Consejo Coordinador Empresarial y las televisoras se unieron fue para hacerle la guerra a Andrés Manuel López Obrador; como se puede ver, estas tres preciosuras siempre se unen para lograr “buenos fines”.
    Por supuesto, para obtener el sello “El Buen Fin” los comercios pagan una cuota y esa cuota se la van a cobrar a los compradores; no faltaba más. De modo que las ofertas no lo serán y la gente podrá comprar la pantalla de 52 pulgadas con la que tanto ha soñado, sin importarle que al final los pagos terminen quitándole el sueño. Podrán comprar las consolas de videojuegos para los chamacos, las lavadoras o refrigeradores, la ropa y artículos varios que no requieren, pero que, según Televisa, toda familia decente debe tener.
    Consumir, no ahorrar, es la iniciativa de México. La excusa es que con esto se reactivará la economía alicaída de nuestro país; la excusa es que con esto no se despedirá a mucho empleados de las empresas que obtendrán grandes ganancias de este “buen fin”. Pero si acaso se salva algo, el sacrificio de la economía de los muchos, no justifica la codicia y avaricia de los pocos.
    Ya por ahí algunas personas sensatas han pegado el grito y han señalado que este plan sólo tiene como finalidad crecer los índices macroeconómicos sacrificando con ello la economía de la clase media baja.
    Este “buen fin” es como bursatilizar nuestro futuro, es semejante a lo que pasó en el estado de Veracruz en el sexenio pasado. Fidel Herrera no sólo se gastó el presupuesto (y digo gastar como eufemismo de hurtar) sino que endeudó al estado y todavía más, comprometió recursos futuros que se le entregaron entonces y que se gastó en unos cuantos meses. Ahora el estado requiere esos recursos, pero ya Fidel Herrera y su caterva de funcionarios, se los gastaron en su “buen fin” particular.
    Eso es lo que el gobierno Federal quiere para sus gobernados. La idea es que salgamos a gastar dinero, a comprar a lo pendejo; a divertirnos de manera inconsciente para que las empresas crezcan mientras nosotros nos disminuimos.
    Las televisoras pagan con este plan engañoso todo el apoyo que la iniciativa privada le ha brindado a este gobierno; por cierto en ello va incluido un abono para el apoyo del famoso Teletón, otro de esos programas llenos de buena voluntad, pero que sólo funcionan para que Televisa evada impuestos, y para que los que no logre evadir, los paguemos nosotros.
    Nada bueno viene de los contubernios entre una clase empresarial, los medios de comunicación y el gobierno Federal. Lo dicho, cuando gobierno, empresarios y televisoras suman esfuerzos no es para nada bueno. Un día montaron en la presidencia al espurio Calderón, quien puso al país de cabeza; otro día pusieron a Peña Nieto, quien en pocos meses nos ha demostrado la clase de gobernante que es.

    Armando Ortiz aortiz52@hotmail.com

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