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    eBook vs Buch, e-Reader aus einem Bücherregal ziehen

    Cecilia Muñoz Mora

    Polisemia

     

    Durante años, la discusión se ha mantenido en pie, con bandos que defienden con igual ardor su causa: ¿cuál es mejor, el e-book o el papel? Los más tradicionales siguen prefiriendo el papel por sobre todas las cosas, argumentando razones como el olor del libro nuevo, el olor del libro viejo, el sonido de las páginas, el tacto emocionado de quien voltea las páginas ansioso… Vamos, que es una experiencia casi sensual. Frente a tales sensaciones, el e-book resulta frío y aburrido. Además, nadie puede adornar sus estanterías con su colección de e-books y eso, quiera o no, desanima a unos cuantos.

    Para colmo, la misma ciencia parece desanimar a la causa de los e-books. Por ejemplo, Scientifican American publica que el cerebro prefiere el papel frente a la pantalla. La misma experiencia sensorial de la que hablan los allegados al libro físico es la causa de esto: la memoria relaciona hechos como el tacto para mantener activos los datos que lee. Personalmente, yo podría casi rebatir esto: no necesito del libro físico para recordar lo que leí, pero no me siento tranquila si el texto que estoy leyendo es académico y no puedo subrayarlo.

    El e-book no solo pone en jaque a la memoria, sino aparentemente también a la salud, y no se trata de su vista, sino de su sueño: de acuerdo con un estudio publicado por la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences, si el dispositivo en el que está leyendo su libro electrónico emite luz azul, no solo tardará más en dormir, sino que dormirá menos profundamente y por consiguiente, despertará más cansado. Para evitar lo anterior, se recomienda moderar el uso de aparatos electrónicos antes de la hora de dormir, aunque el Kindle no se encuentra entre los que emiten la terrible luz azulada.

    Con tan solo lo anterior, y dado que el único afectado por la lectura de libros de papel parece ser Alfonso Quijano, alias el Quijote, probablemente, aunque hasta ahora no se haya considerado un gran lector, esté a punto de pronunciarse por el uso del libro físico y de declararse eterno fan del olor a libro nuevo/viejo… Pero tampoco podemos olvidar las ventajas del libro electrónico: puede ser conseguido inmediatamente, pone a disposición de muchos obras que ya no se encuentran a la venta (como puede ser Lo que el viento se llevó), suele ser más barato que el libro físico o totalmente gratis… si es un ferviente creyente de la cultura libre. Admito que nunca he pagado por un libro electrónico, aunque escritores como Alberto Chimal pone a disposición del lector algunos de sus textos en línea y Jaime Mesa relanzó su primera novela, Rabia, el año pasado a través de 50 mil tarjetas de iTunes exhibidas en Starbucks.

    Sin embargo, lejos de asuntos de formato, hay que reconocer una cosa: leer es leer, así sea que la novela esté escrita en las paredes de una casa, en un libro que se esté cayendo a pedazos o en un PDF que está leyendo a ratitos desde su celular. Y en un país donde según la Unesco solo se leen dos libros al año por habitante, habría que pelear menos por el dispositivo y más por la costumbre de llevarse una historia a la cama.

    P.D. Si usted simplemente no desea gastar su vista, tal vez desee gastar más su oído: Descarga Cultura, página web de la UNAM, maneja una amplia variedad de lo que podría considerarse «audiolibros» de diferentes autores, tanto mexicanos como extranjeros. Mi recomendación: cocine escuchando «Lección de cocina» de Rosario Castellanos. O si tiene un teléfono inteligente, busque la App Libro Movil. Quizás las horas de atasco vehicular no vuelvan a ser iguales.

    Correo: polisemia@outlook.es

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