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    pitol

    Pablo Jair Ortega
    Columna sin nombre

    El escritor Sergio Pitol sigue recuperándose en el Hospital Ángeles de Xalapa, de una complicación de tipo digestivo. La crisis más fuerte, según sus médicos, ya pasó y aunque continúa delicado ya está estable, con una evolución satisfactoria. Sergio Pitol está todavía vivo y se encuentra todavía entre sus amigos y gente que lo aprecia, porque ha sido muy generoso con ellos durante toda su vida.

    Sergio Pitol Demenegui, entre otras tantas cátedras en su vida, recientemente daba cursos de Literatura Rusa, Teatro Novohispano y Cine y Literatura en la facultad de Letras de la Universidad Veracruzana, la que considera su casa por elección. Algunas veces, como parte de sus enseñanzas, invitaba a sus alumnos a su domicilio particular para enseñarles su vasta colección de filmes y libros, y compartirles sus anécdotas o incluso regalarles obras.

    No son pocos los alumnos que han llegado a convivir con Sergio Pitol al grado de llegar a ser sus asistentes personales. Muchos también, gracias al maestro, fueron o son becados por las cartas personales que el ilustre envía a institutos y universidades para solicitar el apoyo. De ese nivel es el peso de Pitol.

    Sergio Pitol es igual humilde ante toda la gente que lo saluda en Xalapa cuando camina por sus calles. No son pocos quienes se detienen a saludarlo o a solicitarle si se puede tomar una foto con él, a lo que accede sin problema ni hipocresías. Su sencillez, su humildad, son magnánimas.

    Quienes han logrado tener una plática con él, pueden dar cuenta de que es un gran conversador. Que una sola pregunta tiene una respuesta casi de 15 minutos y así podían pasar las horas con muchos temas. Su disfasia progresiva tampoco es secreto de estado, pero tampoco está mudo y mucho menos incapacitado.

    Por si esto no bastara, el maestro Pitol se ha distinguido también por ser un gran protector de los animales sin necesidad de protagonismos radicales, haciendo esta labor fuera de los reflectores y desde mucho antes de que se pusiera de moda el No Maltrato. Él fue de los primeros que ayudó a la fundación de un albergue para refugiar a perros callejeros.

    Sergio Pitol ha sido generoso con sus amigos y sus colaboradores por muchos años. Otra muestra de su generosidad es que ha decidido vivir en Xalapa, porque él se considera veracruzano. Sin duda su opinión hubiese sido clave para decidir si debería o no quedarse el Hay Festival en Xalapa, que finalmente fue retirado de la capital veracruzana este viernes.

    Sus verdaderos amigos están más preocupados por la salud y evolución del maestro, y contemplan con verdadera desolación cómo, en vez del restablecimiento de su estado físico, el tema ha sido el resguardo de sus bienes. Elena Poniatowska lo expresa claro en su cuenta de Twitter: “Sergio Pitol siempre ha sido el capitán de su nave, su único problema es el del lenguaje… Su legado hay que atesorarlo, no disputarlo”.

    Porque, hay que insistir, Pitol ni está muerto ni está incapacitado mentalmente como quieren hacer pensar aquellos que zopilotean sus obras: tanto el primo que le inyectó un medicamento poniendo en riesgo su vida, como el funcionario que se trepa a los hombros de los gigantes.

    Tampoco se vale que a través de medios nacionales, con una gran irresponsabilidad informativa, se esté deshonrando la vida de dos mujeres ampliamente estimadas en la comunidad académica y estudiantil como son Nidia Vincent Ortega y Elizabeth Corral. La primera, ex directora de la Facultad de Letras de la UV; la segunda, una académica e investigadora reconocida; ambas amigas personales de Pitol.

    Y es que la salud del escritor es la que debe prevalecer en estos momentos más allá del pleito de folletín y telenovela que se preocupa más por la herencia del maestro Pitol, como si éste ya hubiese partido.

    Porque es triste que antes de destacar que Pitol está evolucionando bien o que se pida por una pronta recuperación absoluta de su salud, el altercado es para decirse beneficiario, albacea o dueño de las obras del maestro.

    Pitol sigue vivo y esperamos que por muchos años más.

     

    ADIÓS HAY FESTIVAL XALAPA

    Este viernes finalmente los directivos del Hay Festival Xalapa han decidido retirarle la sede a Xalapa para realizar una edición “digital”. La capital veracruzana era una de las ciudades privilegiadas en el mundo donde se realizaba este evento cultural, académico e intelectual, junto a Budapest, Hungría; Kells, Irlanda; Segovia, España; Aarah, en las Maldivas; Kerala, India; Dhaka, en Bangladesh; Cartagena, Colombia; y Beirut, Líbano.

    Hace unos días, un grupo de escritores e intelectuales enviaron una carta a los directivos del Hay Festival para pedir el retiro de la sede por ser un lugar donde no se garantiza la libertad de expresión y también por ser la capital de la entidad en donde más han matado periodistas en los recientes años.

    La respuesta oficial fue paupérrima: la entonces posible cancelación del Hay Festival en realidad no era algo que al gobierno le preocupara.

    Para empezar, mandaron a los hoteleros en un boletín de risa diciendo que ellos sufrirían las consecuencias porque el Hay Festival trae mucho turismo a Xalapa… ¿De cuando acá llegaron las hordas de turistas a la Atenas Veracruzana? El Hay Festival es un foro netamente local o regional; no es Cumbre Tajín ni un concierto masivo a donde lleguen cientos de miles, pero esa fue la óptica de entrada con la que quisieron defender de manera oficial la estancia del Hay Festival.

    La respuesta del gobierno fue nula, desinteresada, del nivel intelectual de sus titulares. Hasta hace unas horas enviaron un boletín –ya demasiado tarde–lamentándose de la situación, pero no se vio ningún movimiento real, no se escuchó una voz con autoridad para pedir que el Hay Festival permaneciera en Xalapa.

    Lamentable la cancelación, pero más lamentable que la realidad de Veracruz sea la causante: deudas, inseguridad, violencia, censura, persecución a periodistas, enriquecimientos inexplicables, etc. La opacidad e impunidad como estandartes.

    Pero como diría mi querida Elsbeth Lenz: “La cultura no es prioridad”.

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