Harmida Rubio Gutiérrez
Mujeres que Saben Latín
¿Alguna vez, acabando de leer un libro te has dicho: las cosas tienen que cambiar? ¿Te has sorprendido mirando al infinito después de leer un párrafo de una novela? ¿Has sentido el tronar de tu mente cuando caes en la cuenta de algo que nunca habías entendido, después de una buena historia?
Ese es el poder que ejercen las historias en los seres humanos. Nos vuelven observadoras, críticas y reflexivas. Son capaces de reproducir nuestros sentimientos y hacernos vivir experiencias exóticas, difíciles, inaccesibles, gratas y transformadoras. Por eso lloramos, nos enojamos, tememos, nos emocionamos, nos motivamos y, más aún, nos transformamos con una buena narración. Los relatos no solamente son reflejos de la vida, sino fabricantes de ella.
“Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo”, dijo el filósofo José Ortega y Gasset. Esta frase refleja muy bien la complejidad del universo de las mujeres. No solamente somos lo que somos nosotras, sino que somos también nuestro entorno. Por eso no basta con querer cambiarnos a nosotras mismas para que las cosas se arreglen, hace falta transformar nuestra circunstancia. Cuando oímos que por ahí dicen: confía en ti misma, eres bella, eres inteligente, no te preocupes por lo que digan los demás. Sentimos que hay algo en esas ideas que no cuadra, que no es suficiente, que a pesar de que trabajemos en nuestra persona, no es fácil… es precisamente por nuestra circunstancia.
Podemos hacer el intenso y difícil trabajo de cambiarnos a nosotras mismas, derribar nuestros miedos, enfrentar nuestras inseguridades, resolver rencores… pero eso solamente es la mitad del camino. Si las circunstancias (medios de comunicación, cultura, familia, etc.) siguen preservando estereotipos que no ayudan a que atravesemos mejor por la vida, lo seguimos teniendo difícil.
¿Pero cómo cambiar una circunstancia que es la única que conocemos? ¿Cómo encontrar nuevos referentes? ¿Cómo inventarnos nuevas formas de ser y de construir nuestra realidad? Pues viviendo otras vidas que las historias nos prestan. Esa es una alternativa.
En la literatura, las películas o los relatos de cualquier especie, existen mujeres y circunstancias distintas a las nuestras; o también, mujeres en nuestras mismas condiciones que se han transformado y que han hecho que su escenario cambie también. Además, podemos encontrar a nuestras iguales en muchas historias y sentir que coincidimos con el pensar y sentir de alguien.
Marcela Lagarde en su libro: “Claves feministas para la autoestima de las mujeres”, apunta precisamente eso: “La identificación positiva con quienes han objetado maneras de vivir y han innovado la sociedad y la cultura produce la experiencia subjetiva de estar en sintonía”. El estar en sintonía con otras nos ayuda a transformar nuestra autoestima.
Así, las historias en las que las mujeres resuelven su circunstancia, y no solamente a través de realizarse como pareja o madre, sino mediante múltiples caminos, nos revela muchas otras opciones para cambiar aquello que no nos gusta dentro y fuera de nosotras mismas. El acompañar a otras mujeres, reales o imaginarias a través de las películas o los libros, nos hace vivir imaginariamente lo que ellas viven, desde nuestra emoción y nuestra mente, y nos da nuevas perspectivas.
Así que, en la búsqueda de nuestra transformación, recordemos que hay por ahí muchas mujeres de carne y hueso o surgidas de la imaginación de alguien, que nos esperan biografías, novelas, cuentos, obras de teatro y el cine, para ayudarnos a salvar nuestra circunstancia y a nosotras mismas.
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