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    brujo Enrique Marthen Berdón

    Luis Alberto Romero

    Hora Cero

     

    La relación entre los políticos mexicanos y quienes se dedican a la brujería, magia y esoterismo no es nueva; hace poco más de un siglo, el presidente Francisco I. Madero era conocido por su tendencia al espiritismo; más recientemente, los presidentes Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid y Vicente Fox, además de una muy larga lista de políticos de todos los partidos, recibieron “limpias” y consultas de hechiceros, adivinos y brujos.

    Esas creencias son parte de la cultura y la idiosincrasia del mexicano: políticos, artistas, empresarios, deportistas y líderes sindicales recurren a esas prácticas; en todo caso, son ideas respetables que, además, están amparadas por la libertad religiosa que consagra el Art. 24 Constitucional.

    Por otra parte, mientras esas creencias no afecten a terceros no deben ser censuradas ni limitadas. Sin embargo, resulta lamentable que figuras públicas, como los políticos por ejemplo, recurran a brujos y adivinos para tomar decisiones que involucran a toda la sociedad; es el caso del escándalo registrado en 1997 en torno a una supuesta vidente, Francisca Zetina “La Paca”, quien asesoraba al fiscal encargado del caso de la desaparición del diputado Manuel Muñoz Rocha; el asunto pasó por la siembra de un cadáver en la finca El Encanto y el posterior encarcelamiento de la mujer.

    En Veracruz es común que políticos de prácticamente todos los niveles y partidos recurran a los brujos de Catemaco, lugar conocido como la capital de la brujería, para conocer su futuro, recibir “limpias” o mejorar su situación; hemos tenido casos de gobernadores o secretarios de despacho que son conocidos por su afición a esas prácticas.

    Por eso no sorprende lo declarado por el brujo Enrique Marthen Berdón, quien apuntó que con motivo de los procesos electorales, se dispararon en Catemaco las consultas a los actores de la vida política estatal y nacional; no se impiden ni se critican esas creencias, porque son personales y hasta íntimas; ojalá, sin embargo, no se repitan casos como el referido de la vidente de El Encanto, porque los asuntos públicos no deben decidirse con ese tipo de influencias. @luisromero85

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