Luis Alberto Romero
Hora Cero
Ha pasado más de un siglo de que el periodista norteamericano John Kenneth Turner plasmó en “México Bárbaro” la cruda realidad de los trabajadores agrícolas mexicanos que eran tratados como esclavos y obligados a sobrevivir en condiciones infrahumanas.
Ese gran reportaje, de lectura obligada para comprender la situación del campesino durante la etapa del Porfiriato, así como el entorno social en los años previos a la Revolución Mexicana, narra los maltratos, las largas y extenuantes jornadas de trabajo, la esclavitud a que eran sometidos los indígenas, particularmente en la zona de Yucatán, y la represión gubernamental del régimen.
A cien años de su publicación, esa obra parece más vigente que nunca; sobre todo cuando surgen noticias sobre el atraso en que se encuentran los jornaleros agrícolas en diferentes puntos del país; hace poco menos de un mes, por ejemplo, fue nota nacional el paro de trabajadores del Valle de San Quintín, en Baja California, que exigieron mejores salarios, trato digno, buenas condiciones de higiene y seguridad social.
La Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas inició una investigación en los 60 ranchos de Baja California que son destino para los jornaleros agrícolas enganchados en estados como Oaxaca y Guerrero.
De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, hasta hace 5 años, había en México más de 9 millones 200 mil jornaleros.
Hace una semana, la Red de Jornaleros Agrícolas denunció que de ese número, al menos dos millones de campesinos son explotados en 18 entidades del país, situación que se traduce en bajos salarios, hacinamiento y condiciones laborales que rayan en la esclavitud. Dicha organización habló de los estados de Sinaloa, Sonora, Baja California Norte y Sur, Chihuahua, Guanajuato, Jalisco, Colima, Zacatecas, Nayarit, Querétaro, San Luis Potosí, Morelos, Hidalgo, Michoacán, Chiapas, Estado de México y Veracruz.
Debido a ello y, sobre todo, a la corriente de la opinión pública que exige la solución al caso, el dirigente de la Confederación Nacional Campesina, Manuel Cota Jiménez, llamó a revisar las condiciones laborales de los jornaleros mexicanos.
El dato no deja de llamar la atención porque, históricamente, la CNC ha sido parte y no solución de los problemas de los trabajadores agrícolas; finalmente, no se puede explicar la existencia de dos millones de personas explotadas en los campos de cultivo de nuestro país sin el silencio cómplice de los líderes del sector y, de manera particular, de una organización que se preocupa más por los votos que por las condiciones y problemas del campo. @luisromero85
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