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    Regina Martínez

    Pablo Jair Ortega

    Columna sin nombre

    La Plaza Lerdo de Xalapa es llamada así por uno de sus hijos más reconocidos: Sebastián Lerdo de Tejada, quien fue parte de esos hombres ilustres que acompañaron a Benito Juárez en lo que fue un verdadero “gabinetazo” (Vicente Fox dixit) de intelectuales y liberales que marcaron pauta en la historia de México.

    En lo personal conocimos poco a Regina Martínez, pero leíamos sus trabajos en el diario Política y el semanario Proceso, donde se destacó como una excelente corresponsal y periodista. Trabajar con César Vázquez Chagoya también permitió ir conociendo poco a poco a los periodistas de la capital y sus historias, porque Don César conocía a todos, entre ellos a Regina.

    De Regina se sabía de su labor como periodista aguerrida; de ser la que daba la voz a los grupos disidentes en una época oscura para el periodismo: el Chirinato, cuando el diario “Política” y su director Ángel Leodegario Gutiérrez Castellanos, Don Yayo, era perseguidos por el entonces secretario de Gobierno, Miguel Ángel Yunes Linares, por no prestarse a la intimidación del choleño ni a los caprichos del poder de gobernador Patricio Chirinos.

    Regina, en ese tiempo como reportera de “Política”, dio voz a los grupos disidentes que eran perseguidos por el poder y con el tiempo se convirtieron en verdaderas rémoras del presupuesto público hoy, como Antorcha Campesina y la UGOCP del finado Margarito Montes Parra.

    Obviamente tampoco conocimos a Sebastián Lerdo de Tejada, el personaje histórico por el cual la principal plaza de Xalapa lleva su nombre y una estatua frente al Palacio de Gobierno. Murió 103 años antes de que uno naciera, pero para eso está la Wikipedia, el internet, pero sobre todo, los libros. Aclaramos: tampoco soy historiador.

    Sebastián y su hermano mayor Miguel fueron parte importante de la historia en la época de la Reforma que encabezó Benito Juárez. Sebastián fue también el primer presidente de México (1872-1876) nacido como ciudadano mexicano, ya que sus predecesores nacieron como súbditos del Virreinato de la Nueva España.

    Si bien hay claroscuros y hasta argumentos en contra de la manera en que Benito Juárez llevó las riendas del poder, a Lerdo de Tejada no se le puede acusar más que de intentar reelegirse como presidente, siendo derrocado por un Porfirio Díaz, irónicamente, anti-reeleccionista.

    Lerdo fue fiscal y presidente de la Suprema Corte de Justicia; Ministro de Relaciones Exteriores y de Gobernación en los gabinetes de Comonfort y Juárez, así como diputado del Congreso General. Su mayor logro fue elevar a rango constitucional las Leyes de Reforma, el 23 de septiembre de 1873.

    Ahí va otro dato: muchos se indignaron por la fiesta particular que artistas de Televisa hicieron en la Rotonda de las Personas Ilustres; ahí mismo está sepultado Sebastián Lerdo de Tejada y fue él quien ordenó su construcción.

    Así que me disculpen, pero el poner una placa con el nombre de “Regina Martínez” en las escalinatas de dicha plaza pública xalapeña, es orinarse fuera de la bacinica y despreciar el nombre de Lerdo de Tejada por alguien que nunca en su vida quiso ser mártir.

    Por cierto, ¿dónde están esos “liberales” e “intelectuales” que defendieron a capa y espada que no se colocara la estatua de San Rafael Guízar y Valencia en la Plaza Lerdo porque era un insulto histórico a la memoria del ilustre? Esos mismos que también se opusieron a que la avenida Rébsamen fuese cambiada de nombre por el del santo, por la misma razón.

    Que me disculpen los “compas”, pero esa no es manera de honrar a Regina. La periodista merece todos los honores, pero nunca pidió ser mártir para tener su plaza; incluso, si la idea es hacer algo como ocurrió en Oviedo, España, a lo mejor pudieran buscar un espacio propio, pero no jodiendo a quienes ya se ganaron su lugar en la historia.

    Y que le pregunten a quienes realmente estuvieron a su lado: no andaba encabezando marchas por la muerte de “Fito” en Orizaba, Roberto Marcos en Boca del Río; tampoco estuvo en las manifestaciones contra Maricarmen Pinete, quien demandó al columnista Reynaldo Castro Melgarejo. Regina sólo se dedicaba a lo suyo: a informar, a reportear, buscar la nota; en sus mejores épocas con “Política”, era conocida por viajar por todo el estado al punto donde surgía la información: si había problema con indígenas en Zongolica, para allá iba; si existía represión contra petroleros en Minatitlán, para allá se desplazaba también.

    A lo mejor deberían preguntarle a la generación que realmente trabajó al lado de Regina y éstos coincidirán en que no buscaba protagonismos y se dedicaba a lo suyo: ir al lugar donde estaba la noticia y por eso era respetada. Hoy usan su nombre como grito de guerra, pero algunos ni siquiera la conocieron o se han acercado a preguntar quién era y la obra de su vida. Vaya, algunos hasta creen que Yunes Linares es un luchador social… (Esta columna no tiene carcajadas grabadas)

    Y en verdad preguntamos: ¿qué culpa tiene Lerdo para que por un grupo de fanáticos despistados tenga que perderse su emblemático nombre ya escrito en la historia? ¿Qué necesidad tendría Regina de que se use como bandera de lucha?

    ¿Y dónde estaban esos que hoy usan el nombre de Regina para sus batallas? ¿Quién de todos ellos y ellas estaba realmente en Xalapa y trabajó al lado de ella? Algunos ni siquiera habían nacido cuando Regina ya era una excelente periodista y tampoco estaban en la capital de Veracruz. Otros de los que estuvieron con ella en la última etapa de su vida fueron los primeros que huyeron argumentando “persecución del estado” por la investigación de su brutal y no olvidado asesinato.

    No se azoten: Regina sólo hacía excelente periodismo en tiempos difíciles, de verdadera represión y persecución, cuando no existían las redes sociales. (De hecho, se sabe que estaba peleada con la tecnología).

    Tácitamente –dicen quienes la conocieron bien– a esos que usan a Regina como mártir, ésta ya los hubiera mandado a la chingada.

    EPÍLOGO

    Policías de Agua Dulce denunciarán al reportero succionador de seminaristas por cohecho (soborno), lesiones y lo que resulte. Ya sabe, a lo mejor en un futuro también le quieran cambiar el nombre al río Tonalá y convertirlo en el río Cacoqueco, nomás porque es “mártir”… Por cierto, uno de los gendarmes está suspendido sin goce de salario: vaya manera del ayuntamiento hidrómilo de despreciar a sus policías por hacer su trabajo.

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