Columna sin Nombre
El 23 de abril, a primera hora, elementos de Seguridad Pública sitiaron el primer cuadro de la ciudad de Coatepec y rodearon el Palacio Municipal. Ahí mismo, en el cambio de guardia de la Policía Municipal, elementos de la Marina detuvieron a unos cuantos elementos que tenían en lista. Después de ubicar a éstos, se retiraron.
El vistoso operativo causó tensión y curiosidad entre los presentes; ante cualquier eventualidad, algunos padres de familia decidieron acudir a la escuela primaria Juárez que se encuentra a un costado de la sede del Ayuntamiento, para sacar a sus hijos.
Pese a lo aparatoso, se trataba de una simple requisa donde la Secretaría de Seguridad Pública, a través de la Fuerza Civil, se haría cargo de la seguridad del cafetalero municipio, en ese entonces azotado por la delincuencia y la escandalosa administración del alcalde Roberto Pérez Moreno, señalado como autor intelectual del homicidio del tesorero Guillermo Pozos Rivera, secuestrado el 23 de agosto y encontrado muerto el día 25 por el rumbo de la comunidad Tuzamapan.
Pérez Moreno, conocido como “Juanelo”, todavía era alcalde, pero en ningún momento había sido informado de la presencia de la SSP esa mañana del 23 de abril. De hecho, se sabe que llegó a acercarse al Palacio Municipal, pero prefirió mantenerse a la distancia haciendo llamadas telefónicas.
Pero para darle valor legal a la requisa, prácticamente se obligó al Cabildo en pleno a que solicitara de inmediato la entrada del Mando Único, pues Coatepec se quedaba sin vigilancia ya que en ese momento estaban liquidando a todos los policías municipales, a quienes les daban un cheque y la consigna de que no hablaran con la prensa.
Al día siguiente, el 24, en un magno evento, el gobernador Javier Duarte de Ochoa anunciaba la entrada de la Fuerza Civil para tomar control de la vigilancia en el municipio. A ese evento también trataría de llegar Roberto Pérez Moreno, pero el presidente municipal fue detenido en un retén por el rumbo de la zona conocida como La Orduña (en la periferia de la ciudad) donde le dijeron que no estaba invitado al acto presidido por el mandatario estatal. Juanelo tenía sellada su suerte.
En los subsecuentes días, la Secretaría de Seguridad Pública, a través de la Fuerza Civil, ocupaba el municipio y comenzaba el proceso de desafuero del alcalde Roberto Pérez Moreno, acusado del asesinato del tesorero municipal. Hasta el día de hoy se desconoce la suerte del edil y si será procesado legalmente.
El asunto aquí es que un punto muy cercano a la capital veracruzana como Coatepec, es un lugar estratégico, con muchos escondites y caminos cañeros o cafetaleros para escondites de facinerosos. También tiene comunicación y salida a municipios como Jalcomulco, Perote, Coscomatepec, Huatusco, Amatlán y hasta Córdoba.
Siendo un municipio cercano a Xalapa, se entiende la prioridad de los órganos de seguridad para instalarse en Coatepec y crear un cinturón a través de retenes fuertemente armados en los accesos del municipio. Esto sin duda ha ayudado a que la delincuencia en el cafetalero municipio y la capital se mantenga alejada y la tranquilidad volviera a la región.
Caso contrario está pasando en Orizaba, donde la delincuencia está flagelando a la región y es un punto estratégico geográficamente: cercano al estado de Puebla, cercano a la Ciudad de México, con entradas a la Sierra de Zongolica, cercano a Córdoba, etc.
No obstante, a la eterna Pluviosilla le dejan que el control de la Policía lo siga teniendo el ayuntamiento que preside el polémico alcalde Juan Manuel Diez Francos.
Orizaba es una ciudad que se ha crecido por sí sola, sin pedirle nada a Xalapa o al puerto de Veracruz. De hecho, gran parte del crecimiento de Orizaba se debe a la forma tan particular de administrar de Diez Francos, quien ha sido un alcalde controvertido, pero ha sido calificado como un buen gobernante.
Despreocupado por el dinero, a Juan Manuel Diez sólo se le puede culpar de lo que se le imputa a la mayoría de los ricos: de ser testarudo y pedante, pero nadie le puede acusar de no haber hecho algo por su municipio, colocarlo en el pedestal de una de las ciudades más seguras del país y de convertir a Orizaba en una ciudad que una vez fue: casi la capital del estado. De hecho, el único conflicto político en esta zona es de dos millonarios que pugnan por el poder y el control político: Juan Manuel Diez y Fidel Kuri Grajales, quien acaba de ser ungido como diputado federal.
También es conocida la “filantropía” del alcalde orizabeño: su sueldo como servidor público no lo necesita, pues es uno de los hombres más ricos del estado (y quizás del país), y no duda presumir que su pago como funcionario público no lo necesita y prefiere donarlo.
Tal vez el alcalde no quiera verlo, especialmente porque Orizaba ha hecho en los últimos gobierno municipales –influidos por Diez Francos– una fuerte inversión el área de seguridad que no se había visto en muchos años, pero los municipios aledaños como Maltrata y Cuitláhuac se están convirtiendo en plazas controladas por los criminales y el Mando Único ha tenido que tomar control de la zona.
Dice un viejo dicho: “Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar”, y no porque Orizaba o Juan Manuel haya hecho un mal papel, sino porque no puede quedar excluido del control del estado ni pensar que ingenuamente la ciudad puede quedar exenta de la presencia de malandros.
No obstante, llama poderosamente la atención que en Orizaba no se obligue (como sí se hizo en Coatepec) o negocie entregar el control de la vigilancia al Mando Único coordinado por el Gobierno de Veracruz y fuerzas federales.
Hace poco, en un desayuno con mujeres periodistas, un alto funcionario del Gobierno de Veracruz confesaba que la plaza más difícil por combatir era precisamente Orizaba, pero que no iba dejarse vencer.
Lo que no especificó es si por la fortaleza del Cártel que controla la región o la terquedad del alcalde, quien sabe ganar elecciones y a lo mejor por eso prefieren que haga lo que quiera y siga manejando la ciudad a su antojo, como la propuesta de colocar una estatua en honor a Porfirio Díaz, que históricamente es una patada en los huevos al priismo tradicional revolucionario en Veracruz.
Basta recordar el mismo episodio en el municipio de Veracruz, donde el entonces alcalde panista José Ramón Gutiérrez de Velasco (2000-2004) dijo que colocaría una estatua dedicada al viejo dictador por haber sido el creador de la zona portuaria. La contestación vino directamente del gobernador Miguel Alemán Velasco, quien le prohibió la instalación y argumentó que Díaz había mandado matar a su abuelo, el general Miguel Alemán González, en los tiempos de la revolución.
Pero todo sea por los votos para la nueva y pragmática clase gobernante. Y si Juan Manuel es capaz de ganar elecciones en pocos días y arrasar sin problema a cualquier contendiente político, le dejarán hacer lo que sea, hasta hablar de las devaluaciones del peso frente al dólar y de que le valga lo que digan los políticos con respecto al monumento a Porfirio Díaz.
Así que… ¡Porfirio, levántate y anda en caliente! ¡Te lo pide Juan Manuel Diez Francos!
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