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    Catrinas
    Claudia Constantino

    Crónicas Urgentes

    Es la noche del 28 de octubre cuando los tambores y trompetas de las bandas de guerra estudiantiles revientan la tranquilidad provinciana de la capital del estado. De la calle de Xalapeños Ilustres baja un copioso contingente de jóvenes vestidos de negro; con las caras pintadas de catrinas; luciendo trajes de finales del siglo XVIII; enfundados en ingeniosos disfraces que invocan a la muerte.

    El desfile por la muerte nos remite a otros, similares: como el de la noche del 3 de agosto en que alumnos de diferentes facultades de la UV se sumaron con una marcha a las protestas por el asesinato de los jóvenes Rubén Espinoza y Nadia Vera. O el desfile del domingo 10 de mayo donde protestaron por la muerte de la joven Columba Campillo.

    A las bandas de guerra, en el aquí y ahora le siguen bastoneras, lo mismo que abanderadas lanzando por los aires sus estandartes con gracia y pericia. Más atrás, las Catrinas y los esqueletos acompañan a la procesión. Todo es música, algunos bailes, marchas y cantos. El tema es la muerte en la víspera de la celebración del Día de Muertos en todo México.

    México tan desangrado, tan manchado de sangre al perder a miles de jóvenes entre la violencia, la delincuencia y el crimen organizado. Una vez más, como cada año, se apresta a celebrar a la muerte, a reírse de ella, con esa vocación tan sufridora, tan sumisa y tan Mexicana.

    Coloridos disfraces y música jovial se mezclan para darle un toque festivo al desfile, la columna de muchachos avanza hacia la Plaza Lerdo y a su paso la gente hace valla, les toma fotos, se hacen selfies con los personajes más notorios del contingente.

    Por un instante recuerdo a los muchos jóvenes desaparecidos en los últimos años, como Fernanda Rubí Salcedo Jiménez, cuya madre, la Señora Araceli Salcedo increpó al gobernado Javier Duarte en Orizaba, causando su hilaridad.

    #MeDuelesMexico ha sido un Hash Tag para denunciar la impunidad, que se usó en el caso del asesinato de la joven Columba Campillo. El miedo de los padres por sus hijos es permanente. La muerte está más cerca de todos, son quizá los más expuestos, los más vulnerables en sus ansias de libertad.

    No podemos olvidar las marchas por los 43; nadie se resigna a sepultar la memoria de los estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa. La muerte en México sigue siendo una tradición hermosa, hablando de Todos Santos y el Día de Muertos; pero una dolorosa y cotidiana tradición que desangra a cientos de familias, que las mutila y las sumé en el dolor perenne.

    Esta noche el desfile fue festivo. No hubo pancartas con el nombre de ningún muchacho o muchacha recién asesinado. Pero al verlos vestidos de la muerte, surgen los nombres como el de Filiberto Melgarejo Sánchez, el joven recién asesinado en esta ciudad, y se le suman todos los demás y también todos los sin nombre y también los no reconocidos aún entre los muertos.

    Estos días por venir nos acercan a nuestros muertos ¡y vaya México que son tantos! ¡Y mira Veracruz que son muchos los epitafios que has escrito!

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