Destacado

    Xavier Domínguez
    Claudia Constantino

    Crónicas Urgentes
    El senado de la república otorgará un reconocimiento a Alejandro González Iñárritu y a Emmanuel Lubezky porque con sus premios internacionales, en particular, sus óscares a mejor director y mejor fotografía, han conseguido que México se abra paso en la industria cinematográfica. La iniciativa, presentada por las diputadas panistas Gabriela Cuevas y Mariana Gómez, fue aprobada sin reparo.
    Y es que México es el país de los amantes de las historias: buenas y malas, las consumimos todas: desde las telenovelas de televisa y tv azteca; los bodrios como Laura de América o La Rosa de Guadalupe, hasta llegar a las novelas excelsas de Fernado del Paso, recién galardonado con el Premio Cervantes, o la ya histórica por multipremiada película Birdman.
    En el cine, los nombres de algunos mexicanos son muy conocidos mundialmente, por sus cortometrajes, largometrajes y películas. Exportamos series de tv a Latinoamérica, y para nuestros paisanos en la Unión Americana. Pero también, las historias sobre políticos ganan espacios en periódicos y medios digitales de todo el país; también aquí se encumbran personajes con un buen manejo de guiones o se destruyen figuras con un mal manejo mediático.
    Hace décadas que la política mexicana es una novela por entregas. Podemos recordar a una pléyade de personajes histriónicos y a otros, menos carismáticos, que tuvieron que echar mano de los expertos para lograr su imagen ganadora. Así, tanto las buenas historias como la producción, ha permeado los círculos del poder. Los comunicólogos de hoy, aprenden marketing político; y un buen consultor y publicista político, gana en euros y por minuto.
    En Veracruz no es diferente: el chisme sabroso, el que es contado de la mejor manera, gana seguidores y mucho público. Historias de buenos, de malos, de traidores, de redimidos, de todo tipo, se conocen diariamente. La clase política veracruzana da muchísimo material, con sus devenires; sus golpes de timón; su creencia de que los ciudadanos son simples espectadores sin voz, ni voto, y que sólo ellos son las estrellas del show.
    Estamos tan acostumbrados a que nos cuenten historias, que una buena frase nos hace olvidar todo antecedente. Ejemplo: La traición, cuando no es por cobardía, es la forma máxima de decisión política. He tomado esta máxima de “comunicación política” del twitter de uno de los grandes en el tema, Xavier Domínguez, quien ha asesorado a : Aurelio Nuño; Bárbara Botello, alcaldesa de León, Guanajuato; Lorena Martínez, actual titular de la Procuraduría Federal del Consumidor y dos veces diputada federal, etc. Este experto “productor de políticos”, se promueve como: “El consultor irreverente que miente… Pero no engaña” y México lo ama.
    Volviendo a Veracruz, sigue habiendo políticos de la vieja guardia que siguen vendiendo sus historias “a la antigüita”; pero los nuevos políticos, como “los jóvenes de la fidelidad” y los del “duartismo”, que es casi lo mismo, saben muy bien el valor de un buen manejo de imagen; de la conveniencia de lograr ese halo cinematográfico para venderse bien. Como dije al principio: hay de historias a historias. Pero en México y en Veracruz, se producen y se consumen mucho las novelas y los cuentos políticos.
    Hay una gran empresa en torno al círculo del poder, que está ahí para preservarlos, pulirlos y para dosificar su contacto con la masa. Lo autentico se ha perdido, sólo aparece por excepción y casi nunca es premiado, a menos que se trate de cine, de arte o de literatura; pero en política, siempre tratarán de acabar con él, para mantener las reglas del juego que imperan: no cualquiera tiene para pagar un buen mercadólogo político.

    Cualquier comentario para esta columna que hace símiles a:
    aerodita_constantino@hotmail.es
    Twitter: @AERODITA

    Hacer Comentario