Álvaro Belin Andrade
Hora Libre
Desconocido más allá de los círculos universitarios en que se ha movido como docente y del más íntimo círculo del partido que lo llevó como candidato a la diputación federal por Xalapa, Morena, Cuitláhuac García Jiménez ha sido el centro de atención en la última semana, tanto por sumarse a las protestas del magisterio disidente que buscaron impedir la realización de la evaluación de maestros en Xalapa, como por sus declaraciones en torno a lo que él considera debe ser su trabajo como representante popular.
Lo primero tiene mucho sentido. El suspirante presidencial de Morena, Andrés Manuel López Obrador, ha encontrado una veta de votos en su acercamiento con (y abanderamiento político de) el movimiento magisterial. Lo ha hecho proponiendo alianzas de su partido con las diferentes expresiones disidentes, como la CNTE, en los estados de Oaxaca, Guerrero y Chiapas.
En el caso de Veracruz, la incorporación del diputado federal a las manifestaciones ha buscado acercar su partido con el Movimiento Magisterial Popular Veracruzano (MMPV), que ha cobrado una creciente fuerza y este fin de semana puso en entredicho una evaluación que, según las cifras oficiales, alcanzó solo al 70 por ciento de los maestros que estaban inscritos para realizarlo, mientras el restante ni siquiera pudo acceder a las instalaciones ante el temor de ser atropellados por la enjundia represora de las fuerzas policiacas de la Secretaría de Seguridad Pública, que no sabían distinguir entre opositores, periodistas y maestros prestos a ser evaluados.
Al diputado federal Cuitláhuac García Jiménez, por lo visto, le han ordenado colocarse en paralelo con el magisterio disidente en Veracruz. Aunque su compañera de partido, Rocío Nahle García, es la única diputada federal veracruzana que ha tenido un trabajo realmente trascendente en el Palacio Legislativo de San Lázaro, al punto de constituirse en la coordinadora de la fracción del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), lo cierto es que los planes de López Obrador para los comicios locales de 2016 pasan por considerar al xalapeño como el más viable candidato a la Gubernatura de dos años.
De ahí el interés de Morena por elevar sus niveles de protagonismo en aquellos sectores que pueden generar corrientes de confianza y respaldo político para un cuadro que logró vencer a los dos partidos hegemónicos en Xalapa, el PRI y el PRD, más por haber sido lanzado por Morena que por su propio liderazgo social.
La insolencia de los punteros
El problema es que Cuitláhuac no está pudiendo manejar su súbita fama; tampoco ha podido calibrar la importancia y repercusión de sus palabras en un contexto en que su partido, hoy por hoy, cuenta con la mayor preferencia con miras a los comicios federales de 2018, por la permanente campaña electoral que despliega Andrés Manuel López Obrador, que hace unos días fue electo “por aclamación” como nuevo presidente de su partido, en una maniobra para evitar que la instancia electoral lo castigue por desplegar actos anticipados de campaña.
Y esto lo digo por la suficiencia y soberbia con que este catedrático universitario se refirió la semana pasada a una de las tareas que más importancia han cobrado para el caso de los legisladores, el de la gestión ante instancias federales y estatales para llevar beneficios a la población del distrito al que representa. Aunque no es una tarea considerada legalmente como parte de las responsabilidades de los diputados y senadores, ni duda cabe que es una forma de orientar las políticas presupuestales en favor de la gente.
Es cierto que las enormes partidas consideradas en el presupuesto federal para que los legisladores tramiten obras y servicios en favor de quienes hipotéticamente los eligieron, se han prestado a la corrupción; varios legisladores han encontrado en este rubro una manera vergonzosa de enriquecerse, al cobrar ilegalmente moches a las autoridades estatales y municipales que reciben recursos presupuestales frescos e, incluso, beneficiando a empresas ligadas a ellos o que pagan por adjudicarse esas obras.
La diferencia, sin embargo, es cómo un diputado opositor como él puede atraer recursos para obras que beneficien a sus representados sin mediar actos de corrupción. El ejemplo más claro en este sentido fue el del anterior diputado federal por Xalapa, Uriel Flores Aguayo, electo bajo las siglas del PRD, quien logró derivar fondos federales al ayuntamiento de Xalapa para obra pública, de la que los beneficiarios supieron claramente quién fue el benefactor. La extraordinaria coincidencia en este propósito con el alcalde Américo Zúñiga Martínez permitió que los xalapeños de colonias marginadas sintieran la acción concertada de su diputado federal y su alcalde en favor de sus necesidades más sentidas.
¿Qué imagen deja Cuitláhuac García Jiménez al señalar que él nunca se comprometió a gestionar recursos federales para aplicarlo en obra pública en su distrito, y que solo se comprometió a un cambio de gobierno? Por supuesto, la de que los dirigentes de Morena solo están interesados en la política y no en los beneficios que la política puede brindar a quienes les respaldan en las urnas.
Los xalapeños no lograron para 2016 un solo quinto para obra pública, pese a que estaban disponibles con la mínima gestión de su diputado federal. “Yo no tengo ese compromiso, esta versión de las obras no me toca, nosotros estamos para legislar y para decidir los votos de los presupuestos, pero nada más”, confesó a un medio el diputado federal, y se justificó con el hecho de que los legisladores de Morena pelearon para que hubiera obras pero dentro del presupuesto, no a través de recursos extraordinarios.
Según él, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público determinará junto con los ediles de cada municipio del país cómo aplicar los recursos del presupuesto de Egresos de 2016. “Cada municipio que se rasque como pueda, yo no voy a solicitarle ni al presidente municipal ni una obra, lo que sí le voy a solicitar es que haga transparente el recurso que le llegue, ya que es una exigencia del pueblo xalapeño; tiene que decir cómo se va a aplicar y cómo se va a gastar”.
Solo debe recordar que los electores piden más acciones concretas y no están precisamente en el ánimo de solo esperar hipotéticos cambios en el gobierno.
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