Manuel Ramos Gurrión
El sábado 14 de este mes, en el monumento erigido en su memoria, se recordaron 29 años del fallecimiento de quien fuera uno de los mejores gobernadores de Veracruz y que perteneció a una generación de políticos que dejaron un legado de sabias enseñanzas que nos siguen iluminando. Rafael Murillo Vidal seguirá siendo un hombre relevante en la historia de nuestro Estado.
Concurrí a este evento distinguido por el gobernador Javier Duarte de Ochoa que me honró con su representación personal. La ceremonia fue breve, sencilla, modesta, como así fue la personalidad del recordado. No hubo la concurrencia acostumbrada de actos similares y se extrañó la presencia de colaboradores que recibieron atenciones y apoyos durante el gobierno de Don Rafael. Reflexioné que el precio que pagan los hombres del poder cuando no lo tienen, son el de la ingratitud y el olvido.
Murillo Vidal fue un veracruzano que ligó su vida a su entidad de origen. Nació en San Andrés Tuxtla, contrajo nupcias en Tuxpan y vivió sus mejores años en Córdoba. Después de concluir sus estudios de Derecho en la UNAM, retornó a Veracruz en donde inició una trayectoria en diversos distritos judiciales siendo gobernador Don Adalberto Tejeda. Su eficaz desempeño lo llevó a ser Magistrado del Tribunal Superior de Justicia en 1932, para más tarde ocupar la Secretaría de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Inquieto y perseverante como siempre lo fue, incursionó en la arena política de sus tiempos. Fue Diputado Local por el distrito de Tuxpan en el período 1936 a 1938 y fue distinguido como Presidente del Congreso Local al tomarle la protesta de ley como Gobernador del Estado al licenciado Miguel Alemán Valdez. Entre 1939 y 1940 fue Presidente de Orizaba en forma interina y representó a Veracruz como Diputado Federal en tres ocasiones. Después, en el período sexenal de Don Manuel Ávila Camacho, fue Director de Gobierno y Oficial Mayor de la Cámara de Senadores.
Por sus convicciones liberales, participó en la fundación como miembro distinguido del Partido de la Revolución Mexicana (PRM), heredero del PNR y que se convertiría posteriormente en el actual Partido Revolucionario Institucional (PRI). El nombre y la firma de Murillo Vidal aparecen en el Acta Constitutiva como representante de su entidad natal, Veracruz. Años más tarde, fue electo Secretario General de la Federación de Organizaciones Populares del Distrito Federal y Secretario de Acción Popular del Comité Ejecutivo Nacional del PRI.
Como servidor público, Don Rafael tiene una historia de honestidad impecable. El Presidente Adolfo López Mateos lo nombró Director General de Correos y fue ratificado por el Presidente Gustavo Díaz Ordaz, quien lo propuso como Senador por Veracruz, al tiempo que fungía como representante del gobierno estatal en la capital de la República.
Los sectores popular, obrero y campesino, expresaron sus simpatías y apoyo al Senador Rafael Murillo Vidal para nominarlo candidato del PRI al gobierno local, en la visita que hizo a la Ciudad de Jalapa Don Alfonso Martínez Domínguez, Presidente del Comité Ejecutivo Nacional, en 1968. Es recordada aquella noche en el edificio del PRI Estatal, abarrotada por cientos de militantes que aceptaron la propuesta de Martínez Domínguez de pulsar “de la periferia al centro”, la opinión de la militancia para buscar al hombre idóneo que garantizara la mejor opción y ganara la elección. Semanas más tarde, Rafael Murillo Vidal rendía la protesta de rigor como candidato al gobierno de Veracruz para el período 1968-1974.
Esta es, en apretada síntesis, la semblanza de un político de excepción, de un ser humano a carta cabal, de un hombre formado en el quehacer público. Quienes lo conocimos y colaboramos con él, nunca olvidaremos sus charlas amenas, sus consejos oportunos, sus bonhomía natural. Hizo de la discreción su mejor conducta y de la prudencia su estilo personal. Nos enseñó el auténtico valor de la política, alejada de lo negativo proponiendo lo constructivo, escuchando a los demás y actuando siempre en beneficio de los que más lo necesitan. El autor fue acompañante durante varios años de este hombre generoso, que nunca le hizo daño a nadie ganándose el respeto y admiración de quienes lo conocieron y trataron.
Hoy, a la distancia de los años transcurridos, transito por la avenida que merecidamente lleva su nombre. Detengo el vehículo e invito a los recuerdos que me acompañen en esa soledad que disfruto plenamente con su grata compañía y pienso que Don Rafael estaría de acuerdo con Reyes Heroles que al final de un memorable discurso invadido por una nostalgia nacida de su talento, expresó: “SI TODO ESTO HA SIDO MI VIDA, QUE VENGA OTRA VEZ”.
Noviembre del 2015.
mramosgurrion@hotmail.com
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