Armando Ortiz
El Hijo Pródigo
Da coraje que siga habiendo crédulos que todavía apoyen al Teletón, y es que no hay palabra que no suene a insulto para describir a aquellos que lo defienden, aquellos que se creen todas esas mentiras de la televisión que tienen como propósito sacarte una lágrima para que inmediatamente deposites tú varo.
Año con año cambian la estrategia y todos los televisos y telenoveleros caen en la misma trampa. “Que pobrecitos los niños discapacitados se van a quedar sin tu apoyo y los van a regresar a sus casas como llegaron”.
Los comerciales terminan siendo de lo más manipuladores, utilizando a los niños para crear una reacción de lástima, para que así corras a la tienda a comprar su producto y con ello “apoyas al Teletón”. Ya la Organización de la Naciones Unidas advirtió sobre estas prácticas fraudulentas, argumentando que no es correcto que el gobierno de la República deje a la iniciativa privada estos programas asistenciales. La iniciativa privada sólo busca ganancias en las campañas que emprende, sólo busca obtener recursos para acrecentar su fortuna. Si en realidad fueran buenos samaritanos, si en realidad se preocuparan por los niños discapacitados tomarían parte de su fortuna y la donarían a muchas de las organizaciones no gubernamentales que desde hace muchos años asisten a los niños en su enfermedad.
Pero el caso es que ellos ni siquiera ponen de su bolsa. Utilizan sus negocios como alcancía para robarte los pesos sueltos que te sobran en las compras y lo suman a una cuenta desde la que ellos acumulan grandes cantidades de dinero que entregan a la Fundación Teletón, pero por supuesto, ese dinero que recopilaron de sus clientes, ellos lo deducen de sus impuestos. De modo que ni Farmacias del Ahorro ni Soriana ni Chedraui ni la Comercial Mexicana ni Walmart ni ninguna tienda departamental está donando de sus recursos propios, sino que deja que el cliente acumule para que el día del Teletón los dueños se paren en el Canal de la estrellas y se muestren como los grandes filántropos.
Y es que para el gobierno de la República, y para muchos descerebrados es más fácil peregrinar cada año al Teletón, como lo hacen los “fieles” cada año a la Basílica. De esta manera se olvidan el resto del año de los programas asistenciales en todo el país. Gracias al Teletón miles de niños de todos los rincones del país, que requieren algún servicio de asistencia social, ya sea por su pobreza o por alguna discapacidad, son olvidados; porque los niños discapacitados sólo existen si aparecen en la televisión y los besa Lucerito o Galilea Montijo.
Y todavía ponen a los “famosos” para que den certeza de que Teletón es un programa filantrópico que soluciona los problemas asistenciales en México. Y todavía se atreven a decirnos: “Si no crees en el Teletón es porque nunca has visitado un Centro de Rehabilitación Infantil Teletón (CRIT)”. No, muchos mexicanos nunca hemos visitado un CRIT, porque no hay un CRIT en cada ciudad del país; no hay un CRIT en cada comunidad que la necesita.
Pero por cierto, ¿cuándo nos van a invitar a visitar la mansión de Emilio Azcárraga? ¿Cuándo nos dejarán entrar a su garaje para ver su colección de motocicletas o su colección de autos? ¿Cuándo nos van a invitar a dar una vuelta en su yate de más de 180 millones de pesos? El Yate está equipado con helipuerto, seis suites de lujo, sala de cine, jacuzzi, gimnasio, un sistema avanzado de telecomunicaciones, spa para 16 personas, un exclusivo salón de masajes y un espacio para fiestas; cuando nos dejaran siquiera tocarlo.
Por supuesto ese yate paga impuestos y el magnate Azcárraga Jean gasta una fortuna en mantenimiento. Pero eso no le preocupa, porque gracias a que deduce millones de pesos que entran a la Fundación Teletón, el dueño de Televisa se ahorra suficiente para pagar, con el dinero de los crédulos, cada peso que se gasta en mantener su ostentosa vida.
Es por ello que yo no voy a dar ni un peso para el Teletón. No tengo para darles, yo no quiero darles. Prefiero contribuir a mi manera, dándole mi cambio de monedas al señor de la tercera edad que me embolsa las cosas en el súper. Hay tantas maneras de contribuir, sólo falta ingenio. Basta con pagar lo justo a las indígenas que nos venden sus productos, basta con no regatearles tanto; basta con dar una cobija a los que tienen frío en la sierra; basta con dar esa chamarra que ya no usamos a una persona que la necesite.
Para ser generoso no es necesario que nos obliguen a contribuir con esas artimañas sentimentaloides, para ser generoso a veces sólo basta soltar una sonrisa o una palabra de aliento.
¡Ni un peso para el Teletón!
Armando Ortiz aortiz52@hotmail.com
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