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    Javier Duarte Sara Ladrón
    Claudia Constantino

    Crónicas urgentes

    Al cabo de mucho tiempo en espera de que el gobernador Javier Duarte de Ochoa cumpliera sus promesas de pago, la rectora de la UV, Sara Ladrón de Guevara, decidió acudir a la instancia federal, en demanda del pago de 451 millones de pesos que adeuda la administración duartista a la máxima casa de estudios que ella dirige, ante la complacencia de la comunidad universitaria.
    Sin embargo, hay miembros de dicha comunidad, seguros de que la doctora Sara pecó de cándida cada vez que el gobernador se sentaba a la mesa de negociaciones con ella, con el evidente único fin de ganar tiempo. También la recuerdan siendo pomposamente felicitada en pleno quinto informe de gobierno, cuando el mandatario estatal le aseguró frente a todo el pueblo veracruzano: “No la dejaremos sola”.
    Pero ya todo veracruzano medianamente enterado reconoce el nivel de respeto y compromiso del gobernador. Recuerdan, a fuerza de tanto sucederse, las muchas promesas incumplidas por él, y peor si de dinero se trata. Marchas, plantones, desplegados, huelgas y cabildeos vanos son la constante de esta administración; hechos que, de tan cotidianos, parecen no importar más, especialmente a quién van dirigidas.
    Pero la rectora Sara decidió ser prudente, esperar, no desenterrar el hacha de guerra y dejar de pagar, con tal de ver si el gobernador le cumplía. En este momento parece que su cálculo no fue bueno y que la decencia que ella esperaba en reciprocidad nunca existió.
    Así, la Universidad Veracruzana se llenó de deudas; lleva meses trabajando muy por debajo de la que sería su capacidad habitual, sin poder pagar proyectos de investigación, bajando a la mínima expresión los presupuestos para todos sus festivales, encuentros, coloquios y otros compromisos. Cuando la inseguridad tocó a la Universidad Veracruzana, la rectora fue prudente en sus declaraciones. Cuando los conflictos laborales comenzaron a reproducirse por falta de solvencia, la doctora decidió encararlos y resolverlos sin dinero y sin escándalos.
    Al final, ya no le queda otro camino que ungirse en valiente defensora de la educación superior de Veracruz y, ahora sí, salir con todo el arrojo a vigilar que la averiguación AP/PGR/XAL-IV/012/2016/P.P, que ya ha sido ratificada ante la Agencia del Ministerio Público Federal, se integre correctamente, y que la presión social en este año electoral finalmente destrabe este nudo gordiano en que la UV se encuentra, como consecuencia de una serie de decisiones tomadas en momentos clave. Es un hecho que Sara Ladrón de Guevara puede ser aplaudida hoy por su valor de salir a encarar a este gobernador desalmado que ya se va. La duda que queda es si así será de candorosa o se equivocó cuando decidió ser aliada de Javier Duarte.
    Cualquier comentario para esta columna, cuya autora también estudió en la UV a:
    aerodita_constantino@hotmail.es
    Twitter: @AERODITA

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