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    Peje

    Jorge Viveros

    Como escribir sin andar escribiendo

    Estoy empezando a creer (o más bien creo con más frecuencia) que el mundo ya no se mueve por sus líderes, si no que más bien gira, o no, en torno a la suma de lo que se está llamando «pequeñas voluntades», de tal manera que por su nivel educativo, en Alemania, hoy sería imposible pensar que un líder, por mas carismático que fuese, pudiera llevarlos a un conflicto para aumentar sus fronteras; por el contrario, los rusos sí apoyan viejos mapas geopolíticos o para ser más regionales, las ideas o los discursos de José Mujica no trascenderían sin la cooperación o el eco necesario de mucha gente que piensa justo como él.
    Por otro lado, no es Donald Trump un peligro por sí solo, es la ignorancia de millones de ciudadanos en su país la que debería preocuparnos; no son Laura Bozo y su programa, Yordi Rosado y sus libros , Andrea Legarreta o Raúl Araiza y sus comentarios; el problema son los millones de mexicanos que consumen esos productos.
    Solemos creer que el Presidente de Venezuela actúa tiránicamente por encima de todos; sin embargo, la gasolina que alimenta su permanencia en el poder no es su capacidad intelectual o alguna otra cualidad de liderazgo, sino el hartazgo de las clases desfavorecidas que ven en ellos una especie de vengador.
    En México, el número de millonarios en los últimos años se incrementó un 32% sin que éstos se hayan preocupado en ejercer una presión efectiva a los gobiernos para mejorar las condiciones en las que viven más de la mitad de los mexicanos por lo que a nadie debe sorprender que las encuestas de CNN coloquen a López Obrador con más del 40% de la intención del voto.
    Y precisamente es por esto que no importa quien resulte electo en 2016 aquí en Veracruz, el ganador se verá obligado a actuar, o no, de acuerdo a como esa suma de voluntades lo obliguen, cuantas demandas por corrupción se interpongan, cuantos juicios y funcionarios sean señalados por el aparato de gobierno no dependerá de odios pasados o de afrentas recientes, si no de la efectiva presión que la opinión pública genere tanto en redes sociales como en los otros muchos espacios públicos desde donde envíe estos mensajes al próximo «Príncipe».
    En conclusión, si la mayoría de la población en Veracruz quiere ver castigados a los verdaderos causantes de los desfalcos y a los generadores de tanta corrupción, tendrá que mover esas pequeñas voluntades hacia una participación ciudadana que vaya más allá del ejercicio electoral de votación de un solo día.

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