Ricardo Vázquez Salazar
Esfera Política
Ese día tenía dos horas de haber regresado de Martínez de la Torre, del evento inaugural de una filial del periódico La Opinión; alrededor de las 10 de la noche, al dirigirse a su domicilio cuatro sujetos accionaron sus armas, ocho balas dieron en su cuerpo. Fue en el año 2005 cuando acabaron con la vida de Raúl Guibb Guerrero.
Fidel Herrera tenía escasos cuatro meses y una semana de haber tomado posesión en su primer mandato como gobernador de Veracruz. Nadie imaginaba que con el asesinato de Raúl, se daba inicio a una etapa de terror y de luto para el periodismo veracruzano; el cobarde asesinato del director del periódico La Opinión de Poza Rica, continúa naufragando en el océano de la impunidad.
Este viernes ocho de abril se cumplen 11 años del asesinato de Raúl. A partir de aquella fecha, a la prensa veracruzana la decretaron de alta vulnerabilidad. Los posteriores asesinatos y desapariciones de periodistas en Veracruz, fortalecen el signo de descomposición y violencia, alentados por la impunidad, a la persistencia de cometer más crímenes contra periodistas porque al fin y al cabo aquí: “No pasa nada”.
La impunidad genera un fuerte efecto inhibitorio en el ejercicio de la libertad de expresión. La libertad de expresión es una piedra angular en la existencia misma de una sociedad democrática; por ende, es posible afirmar que una sociedad que no está bien informada no es plenamente libre, en base a lo afirmado en repetidas ocasiones en la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
No obstante la existencia de obligaciones de los Estados respecto a la violencia física y psíquica cometida contra periodistas por medios de ataques, agresiones y amenazas, todo indica que esto es letra muerta.
Más que obligaciones, es la subsistencia de perversos factores lo que contribuye a generar mayor violencia contra periodistas. La prensa se ha convertido en un elemento fundamental para la lucha contra la corrupción y el abuso de autoridad, el problema de la violencia contra periodistas en Veracruz se ha visto agravado, vinculado, en muchos casos, con el aumento del crimen organizado. Relacionados todos los casos con el ejercicio de la profesión, aunque se pretenda desvirtuar, con la siniestra treta de manchar su memoria.
La cifra de atentados contra la libertad de expresión en Veracruz es alarmante. Desde el asesinato de Raúl Guibb, del año 2005 a la fecha, 21 periodistas ha sido asesinados; tres desaparecidos y tres exiliados, a otras entidades, incluso a otros continentes.
rvazquez002@yahoo.com.mx
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