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    Elena Córdova

    Luna Nueva

    La política de altura es equilibrio y sensatez, madurez y templanza, por lo que en la democracia no hay vencedores absolutos ni derrotados permanentes”
    Senador Héctor Yunes Landa

    Formo parte de una nueva generación de priistas y me siento orgullosa de ello. Es cierto que los jóvenes de hoy no hemos vivido muchas etapas buenas y malas de la historia del PRI. Lo que sí nos ha tocado, pasado y sentido es la crítica, el señalamiento de gran parte de la sociedad, que en uso de su derecho citan y opinan sobre lo que piensan del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
    Respetable que puedan opinar y decir al respecto. Sin duda es parte de los valores de la democracia. Democracia que se vio ampliamente reflejada en las urnas en esta alternancia política, producto de la voluntad popular que así lo quiso el pasado cinco de junio. Al respecto, sinceramente puedo decir que nada se compara con ver a la sociedad veracruzana tranquila, satisfecha de que su voto haya sido respetado y que en una elección competida (de tercios, le dicen) haya ganado el que tuvo más votos, por quien sufragó la gente en derecho de hacerlo. Eso no tiene precio. Eso es ejemplar. Con ello se abre un nuevo capítulo en las elecciones de Veracruz. Así será de ahora en adelante, sin duda. Ganará quien desee el ciudadano, por quien vote, a quien decida sea su representante popular. Y a los demás no les quedará más que respetar la voluntad popular.
    Lo que sigue ahora, en el caso de nosotros los priistas, es continuar nuestra lucha, con la aclaración debida y respetuosa de que lo que suceda adentro del PRI atañe en primera instancia a los priistas. Lo que digan los opositores y gran parte de la sociedad, es útil, sí. Me atrevo a opinar como priista. Pues su crítica –buena o mala, objetiva o subjetiva– debe servir para reencauzar nuestras convicciones y recomponer lo que mal hicimos a los ojos del ciudadano… que sin duda fue mucho… ahí los resultados que hablan por sí solos.
    Responsables no sólo de la derrota somos muchos. No es uno sólo como pretenden afirmar algunos estudiosos de los fenómenos políticos profesionales, pero con cierto sesgo y prejuicios hacia el PRI.
    No. Al igual que si hubiésemos ganado, todos se hubieran atribuido el triunfo. La derrota debe compartirse igual. Ahí la madurez y el sentido político de las cosas. En política como en la vida, se gana y se pierde, simple.
    En este escenario, ¿qué es lo admirable, lo destacable? Tomar las cosas y asumir el reto inmediato. Seguir trabajando y estar consciente de que ahora debemos convencer aún más a la ciudadanía de que no todos somos corruptos, no todos somos indiferentes a los reclamos de la sociedad.
    Cada derrota es una oportunidad, lo he aprendido de la vida. Una oportunidad de demostrar que sí somos capaces de ser sensibles y atender con vocación de servicio a la gente, al pueblo. De allá venimos todos, sólo que a veces se nos olvida.
    Dos cosas que veo hasta este momento, me dan esa certeza y esa confianza como priista veracruzana, la actitud asumida hoy en día por el Senador Héctor Yunes Landa al convocar a los priistas, con dignidad y madurez nacida de su experiencia como un buen político, para reorganizarnos y entender esta realidad para poder fijar las coordenadas de un nuevo acuerdo político para Veracruz. A hacer una política de altura. Y la otra, proviene de mis raíces, de donde me he formado al lado de un gran líder campesino, como lo es el dirigente Juan Carlos Molina Palacios, quien con su trabajo diario está poniendo ejemplo de cómo se debe asumir un tropiezo, una derrota temporal, pues la batalla no está perdida.
    La Confederación Nacional Campesina ha recogido la bandera social del PRI y mediante acciones de apoyo y con mucho trabajo está poniendo la muestra de la actitud que deban asumir lo priistas veracruzanos. Dejemos atrás la simulación y la repartición de culpas. Soy joven y priista. Asumo mi tarea y la parte que me toca. Es hora de dar la cara.

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