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    Duarte de Ochoa

    Luis Alberto Romero

    Hora Cero

    La historia de los enfrentamientos y desencuentros entre el actual gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, y quien habrá de convertirse en el sucesor en el cargo, Miguel Ángel Yunes Linares, comenzó prácticamente al arrancar la presente administración.

    En más de cinco años, el ejecutivo y el gobernador electo prácticamente no se han dado tregua en una guerra de acusaciones y descalificaciones sin fin.

    Es tal el encono, que Duarte ha hecho cualquier cosa para poner obstáculos en el camino de Yunes Linares, quien fue el destinatario de una fuerte e intensa campaña negra que incluyó no sólo al gobernador electo, sino a su entorno familiar más cercano.

    De Miguel Ángel Yunes basta decir que inició su campaña con una denuncia penal contra Javier Duarte, a quien dedicó casi la mitad de sus promocionales en medios; de hecho, su promesa más frecuente tenía que ver con meter a la cárcel a los corruptos.

    Se trata de diferencias que ya se volvieron irreconciliables entre ambos personajes, lo que no deja de resultar curioso, debido a que el pique de Yunes Linares no era originalmente con Duarte de Ochoa, sino con su antecesor en el cargo, el ex gobernador Fidel Herrera, con quien mantenía diferencias.

    Sin embargo, podríamos decir que el actual ejecutivo terminó por heredar las pugnas y en vez de marcar distancia del conflicto original, tomó partido e inició un enfrentamiento que hasta hoy, cinco años y medio después del inicio de su administración, se mantiene y aumenta con mucho más rencor y saña.

    Pues bien, estas diferencias entre Javier Duarte y Miguel Ángel Yunes se han acentuado en la etapa de las campañas y, sobre todo, una vez que se conocieron los resultados de las elecciones para gobernador. A partir de ese momento, Yunes Linares arreció su discurso del ajuste de cuentas, en tanto que Duarte de Ochoa comenzó a preparar su salida.

    Aquí entra un problema de interpretación del concepto “preparar la salida”; generalmente, cualquier gobernante que está próximo a concluir su encargo, limpia y ajusta sus cuentas e intenta dejar los números claros; en pocas palabras, prepara el escenario para una transición tersa. Sin embargo, para Duarte, “preparar la salida” es instrumentar una serie de medidas que tienen a garantizar un blindaje que le impida o al menos que le dificulte a Yunes Linares, el sucesor en el cargo, la persecución anunciada.

    Duarte esparce tachuelas en el camino

    A esa actitud del gobernador en turno, que incluye lo mismo el nombramiento del fiscal anticorrupción que la basificación de personal de confianza (de subdirectores para abajo), Yunes Linares respondió este lunes, mediante una carta abierta dirigida al presidente Enrique Peña Nieto, en la que pide la intervención del ejecutivo federal para frenar lo que consideró como abusos de poder.

    En su documento, el gobernador electo hace un puntual recuento de las últimas acciones de Javier Duarte; dice: no vamos a permitir que Javier Duarte termine de destruir Veracruz antes de entregar su gobierno; y que las recientes decisiones del actual ejecutivo agravan aún más la terrible situación que se vive en el estado.

    Asimismo, agrega Yunes que cuando Veracruz enfrenta serios problemas de violencia, desempleo y quiebra financiera, “Duarte se ocupa sólo de brindar su salida y terminar de destruir las finanzas del estado”.

    Enlista: intenta designar a un fiscal anticorrupción inamovible por 5 años; busca nombrar a tres magistrados de la Sala Anticorrupción, inamovibles por 10 años; prolongar las funciones de su contralor; aprobar un paquete legal para aumentar el presupuesto a diversas instituciones públicas, con cifras que serán imposibles de cubrir por el próximo gobierno, que recibirá un estado en bancarrota; basificar a todos los trabajadores del estado, lo que implica un aumento imposible de cubrir en sueldos y prestaciones, así como mantener en la nómina a miles de aviadores.

    Por supuesto, todas esas decisiones de la presente administración estatal, más otras como el intento por exentar el pago de impuestos y reducir la recaudación del próximo gobierno, terminaron por provocar la inconformidad de Yunes Linares, quien en su carta sostuvo que “Duarte ha tomado la decisión de orillar a Veracruz al precipicio, provocando una reacción de la sociedad que puede salirse de las vías institucionales…”.

    Yunes, los problemas comienzan

    Observando el escenario que enfrentará al iniciar su administración, podríamos decir que los verdaderos problemas para Yunes Linares apenas están por comenzar, pues el próximo gobernador encontrará una entidad con alarmantes niveles de inseguridad, violencia y desempleo; un estado en quiebra financiera.

    Por si fuera poco, no se vislumbra un entorno nacional favorable: el gobierno federal acaba de anunciar un nuevo recorte en el gasto, 9 mil 500 millones de pesos que se dejarán de aplicar en programas de salud y educación; dicho recorte se suma a otro que fue anunciado en febrero pasado, que podría superar, de acuerdo con analistas y expertos en materia financiera, los 80 mil millones de pesos.

    Así las cosas, ante dicho escenario de restricción presupuestal, de recortes y de problemas derivados de la crisis petrolera internacional, las posibilidades de un rescate financiero desde la Federación al estado de Veracruz se reducen de manera dramática. @luisromero85

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