Guerrero, la peor sede de Olimpiada Nacional

Fernando Hernández Fernández

El Marcaje

Me queda claro que en general, el estado de Guerrero no quería recibir la Olimpiada Nacional y si esta premisa es contraria a la realidad, entonces qué pésimos anfitriones son.
Por mucho, ha sido la peor en la historia del certamen y dicho por propios atletas, entrenadores, delegados. Hay varios ejemplos descarados de la mala organización que se tuvo.
Será urgente que la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) revise qué pasó con la sede guerrerense, que hablé con los que representan su materia prima, como lo son sus deportistas y entrenadores, que conozcan lo que padecieron no sólo en deporte convencional sino adaptado también.
Deficiencias en transportación, hospedaje, alimentación, servicios médicos y logística en general son algunos de los detalles a los que se tuvieron que enfrentar los representantes de la Olimpiada y de la Paralimpiada Nacionales.
Problemas para hospedar a los recién llegados en Ixtapa-Zihuatanejo, por ejemplo, o dejar a los triatletas del Hotel Gamma de esa ciudad sin aire acondicionado a más de 35 grados también son manchas para el Comité Organizador, sin olvidar que ni listón para la meta tenían y tuvieron que improvisar uno cortando una lona con la leyenda “Bienvenidos”.
En Acapulco la transportación fue de mala a pésima, arriesgando a los atletas a llegar tarde a sus eventos, y ni qué decir de la comida.
Pero vayamos por partes. Durante el voleibol de playa, la falta de camionetas que trasladara a los atletas y entrenadores a su hotel fue tanta que el anunciador en el sonido local (que se la pasó alabando y demeritando a jugadores) invitó a los visitantes a usar camiones, colectivos y taxis para que “conocieran” la costera.
“Hagan turismo, ustedes saben que hay sacrificios, y la verdad nos vimos rebasados en el transporte”, eran sus palabras.
Pero nadie pensaba en que los jóvenes habían sostenido partidos ante temperaturas extremas que alcanzaron los 40 grados centígrados de sensación térmica y aun así tenían que salir a la costera a corretear un camión o en su defecto caminar mil 600 metros bajo el inclemente sol para ir a comer o descansar en su hotel tras un partido.
En el caso de los tenistas, algunas delegaciones tuvieron que invertir dinero para contratar camionetas porque el Comité Organizador no se daba abasto en trasladar a los jugadores, técnicos y delegados, debido a que una de las sedes, Mayan Palace, estaba a unos 40 minutos (sin mucho tráfico) de la zona costera, donde estaban hospedados.
Otro ejemplo es la sede del bádminton. Una cancha de pelota vasca al interior de un casino con nula ventilación, ni qué decir de aire acondicionado.
La alimentación fue escasa, repetitiva, con atención deficiente en alguno de los sitios que fungieron como comedores. Con esa cara “amable” de servirte los platos a “a huevo”.
Qué lejos se ven esas Olimpiadas Nacionales de Quintana Roo, de Nuevo León, de Sinaloa, de Baja California, de nuestro mismo Veracruz, que a pesar de los pesares económicos atendimos a los visitantes dándoles soluciones, no problemas.
Acapulco sufre mucho, los mismos habitantes se quejan de que los mismos prestadores de servicios, en su afán de chingar al turista, alejan a la gente, en un sitio que vive de los visitantes que llegan. Es temporada alta y no se ve ese movimiento que te pintaban en el pasado, mal ayudados por los temas de violencia que persisten, aunque ya no tanto, en la ciudad.
Qué lástima. Ya no es el Acapulco de las películas, el Acapulco de antes y hasta su gente hospitalaria ha cambiado, ya es la que menos queda. Ojalá cambie.

Hasta la vista.

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