El epitafio de la “fidelidad-prosperidad”

Ricardo Vázquez Salazar

Esfera Política

Veracruz lamenta el fallecimiento de un caballero excepcional, el doctor Rafael Velasco Fernández, que dejó un legado de valiosas aportaciones a la medicina en el área de la psiquiatría, a la Universidad Veracruzana y al sector Salud; hombre respetuoso e íntegro. A su familia nuestro más sentido pésame. Descanse en paz.

Triste es también el deceso de 10 personas en nuestra entidad, a consecuencia del paso del huracán “Earl”.

Aquí yace “la plenitud del pinche poder” –así lo llamó el ex gobernador Fidel Herrera-: la soberbia, los excesos, los sarcasmos, la indiferencia, hacia la población.

Aquí yace la postura siniestra, de quienes entregaron las llaves de la ciudad de municipios de la entidad a la delincuencia organizada, que ocasionó que miles de familias veracruzanas hoy estén de luto.

Aquí yacen los sueños perversos, de quienes presumían haberse formado en “una oficinita de 2X2”, en el Senado, con Herrera Beltrán; de los que en lugar de construir hospitales y escuelas, gastaron el dinero de los veracruzanos en comprar lujosas residencias en Houston, Phoenix, Miami; en Costa Rica, Brasil, España y en otras latitudes.

Aquí yace la arrogancia, los abusos, las carcajadas burlonas y los remedos de príncipe. Actitudes con las que pisotearon la dignidad de los veracruzanos y se pitorreaban de la inconformidad de la población, como eso de: “sólo hay robos de frutsis y pingüinos”.

Aquí yace la impunidad, que alentó el crimen de 24 periodistas y fotoperiodistas veracruzanos, tres desaparecidos. Época de terror para el gremio de comunicadores, que inició con el asesinado de Raúl Gibb Guerrero, director del periódico La Opinión de Poza Rica, en abril de 2005, cuatro meses después de que Fidel Herrera tomó posesión como gobernador.

Aquí yace la indolencia y las ambiciones retorcidas, de quienes durante los últimos 12 años negaron a los veracruzanos Servicios de Salud dignos, optaron por dar paso a los actos de corrupción criminal, al suministrar medicamentos falsos a pacientes en los hospitales. Genocidio cometido ante la complicidad, interés, omisión y silencio de muchos. Más absurdo e insensible es todavía el hecho de que existan 50 toneladas de medicamentos caducados, ocultos por la Secretaría de Salud de Veracruz, es algo de lo que hay mucho que explicar.

Aquí yace la simulación administrativa de los secretarios de despacho, de la que hoy en su nerviosismo habla el ex contralor de Veracruz, Iván López Fernández. Socarronería que siempre prevaleció en la actual y anterior administración estatal, del “no pasa nada”, “no hay violencia”, “no hay desviación de recursos”. Por lo expresado por el ex contralor, la cuerda pudiera empezar a reventarse por los mandos medios.

Aquí yacen las ocurrencias celebradas y las justificaciones de muchos; la ambición desenfrenada de quienes se enriquecieron descaradamente con el dinero de los veracruzanos, con el que adquirieron costosas aeronaves, ranchos con clima para el ganado –esto también es real-, flotillas de tráileres, negocios de todo tipo, inversiones en el extranjero y demás gustitos. Motivo por el que no se realizó obra pública, ni una sola. Los nuevos residentes de The Woodlands.

Aquí yace aquella advertencia de: “si se va Bermúdez me voy yo”, incumplida hasta este momento; para dar paso ahora al extraño: “que se las arregle como pueda”.

Aquí yace el odio, del que fuera de broma, los jarochos se cuestionan: ¡Coño loco! ¿Por qué los funcionarios de Xalapa odian tanto a los veracruzanos, para haber causado demasiado daño?

Aquí yace la reputación de abogados, médicos especialistas, contadores y de otros quehaceres, quienes al sucumbir ante la tentación del canto de las tinieblas de la “fidelidad-prosperidad”, arrojaron al drenaje toda una trayectoria profesional de prestigio.

Aquí yace la traición, que la clase política veracruzana le hizo en la última década en dos ocasiones a su mismo partido –así, con minúscula-, al Revolucionario Institucional; el que hoy navega a la deriva, sin liderazgo en Veracruz, fracturado o partido.

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