Destacado

    Naldy Rodríguez

    Transparencia 3.0

    El miedo paraliza, te hace permanecer en un mismo lugar, no querer moverte ni enfrentar las adversidades o al objeto que ocasiona ese temor. En su definición más simple se puede entender como “angustia por un riesgo o daño real o imaginario”.

    Sin recrear la violencia que ya todos conocemos en Veracruz, María Esther Hernández Palacios, resumió en siete palabras una realidad lamentable, pero cierta: «Mientras más miedo tengamos, más infierno tenemos».

    Al presentar el libro de Noé Zavaleta, “El infierno de Javier Duarte”, editado por la revista Proceso, la académica y escritora, quien vivió en carne propia las secuelas de la violencia con la perdida irreparable de su hija y su yerno, expresó también que “todos tenemos derecho a la verdad”, los padres de los desaparecidos, de las personas que han sido asesinadas. Nada más cierto, pero más alejado de la realidad en Veracruz y en México.

    En un auditorio ávido de sus palabras, confesó que «dan pesadillas algunos artículos» que se encuentran en el libro. Y como no, si en uno de ellos se relata el infierno que vivió al perder lo que más quiere una madre, a su hija.

    En los últimos 10 años la violencia en Veracruz se recrudeció…Aún recuerdo cuando me tocaba guardia en el periódico, era el inicio del sexenio de Fidel Herrera, y acompañaba a los policíacos a cubrir accidentes por curiosidad y por aprender.

    Hoy ni pensarlo.  Cubrir está sección del periódico o portal es una actividad de alto riesgo,  así lo veo yo. 

    La primera vez que tuve miedo -derivado del ejercicio periodístico- fue cuando mataron a Regina Martínez, sabía de su entereza, su trabajo de investigación y profesionalismo.

    Días después, el miedo regresó y paralizó, habían matado a Víctor Báez, quien siempre tenía una palabra de ánimo o un cigarrillo a la mano para un buen amigo. Fue sustraído de uno de sus lugares de trabajo y horas después apareció muerto. 

    Ahora son 17 o 19 periodistas que han sido asesinados en un sexenio, así sea uno, duele.

    Lo que más duele son las historias que dejan inconclusas, los corazones rotos en las personas que sobreviven, el sobresalto por las noches y las ensoñaciones durante el día.

    En su libro, Noé Zavaleta da cuenta de lo que está pasando en el estado en 20 artículos, tristes la mayoría de ellos. Ahora ha sido amenazado, los detalles ya los conocemos, pero sobre todo el fondo del asunto, la falta de garantías para ejercer el periodismo en Veracruz, un estado lastimado por la impunidad y la corrupción, pero también por la desidia y omisión de muchos.

    “No es nada fácil estar en los zapatos de Noé y de otros periodistas que están en Veracruz”, dijo también la ex directora del Instituto Veracruzano de la Cultura en el sexenio pasado. Y le deseó “larga vida” al corresponsal de Proceso.

    En el auditorio que les cuento había madres de familia con niños, padres, hermanos, muchos jóvenes pero también adultos con el libro en la mano, con gran interés de escuchar y observar, de enfrentar la adversidad –que ha sido mucha- pero no vi miedo.

    En ese mismo espacio, Germán Martínez Aceves de promoción Editorial de la UV consideró que la cultura y el arte deben ser el camino para “tender puentes hacia la paz”. Con eso me quedo, con la idea de que toda una comunidad pueda avanzar y tejer lazos para vivir en tranquilidad, sosiego y armonía.

    ****

    “Y pensé que es probable que todos armemos nuestra historia en torno a un origen que en verdad nunca es tan puro como se supone”.

    Un artista del mundo inmóvil

    Crónica de Leila Guerriero

    Hacer Comentario