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    Salvador Muñoz

    Los Políticos

    Javier Duarte de Ochoa ya perdió el juicio… ¡je! no se espante, me refiero al Juicio Mediático. Cualquier cosa que ponga o salga en las redes sociales, de inmediato la respuesta es agresiva, ofensiva, despectiva. Vamos, la libertad de las redes sociales permite que todos, de un modo u otro, prodiguen anatemas al por mayor a quien es el villano favorito en Veracruz.

    Javier Duarte de Ochoa tiene en su haber otro juicio al que tiene que enfrentar: el Juicio Partidista. Hace una semana, parecía que lo tenía perdido, de no ser por el papel (o papelazo) de su principal inquisidor: Enrique Ochoa Reza, quien mientras se ofende de las acusaciones que hacen contra Javier Duarte, las que hacen en contra de Rubén Moreira, de Coahuila, hermano de otro enjuiciado por los medios, Humberto Moreira, dijera otro ilustre priista, “ni las ve ni las escucha”. En pocas palabras, el PRI nacional incurre en incongruencia.

    El asunto es esperar si las denuncias de carácter ministerial que hay en contra de Javier Duarte de Ochoa alcanzan el grado de Juicio legal…

    II

    Mientras Fuente Ovejuna está a la espera de llevar al cadalso al Gobernador, la que hoy todavía es oposición deberá cambiar la estrategia a impulsar en los municipios, próximos a elegir presidentes municipales, no sé si desde ahora o una vez asumiendo el poder.

    No se trata de ser un genio para adivinar lo que viene: el “Juicio” a los alcaldes, en especial a los que hoy ocupan plaza priista, como pueden ser Veracruz, Coatza, Xalapa, Orizaba, Tuxpan, por citar no “algunos”, sino los importantes tanto por su número electoral y hasta por el presupuesto que manejan.

    ¿Qué tipo de juicio? Puede ser un “Juicio Político”, en el sentido de atacar su “nula obra”; su “pésima labor” política ante los problemas sociales que aquejan al municipio; también podría enfocarse a su “ausencia de sensibilidad política” o simplemente “corrupción”.

    Es posible que haya quienes cubran en su totalidad los que han de ser “los señalamientos” que la hoy oposición endilgará el día de mañana o en los días por venir; en una de ésas, si a ningún edil le pueden colgar tales anatemas, bastará entonces con recordar su génesis, su origen, su cuna: “es priista”.

    III

    Por eso, a estas alturas, si el PRI (junto con sus partidos aliados) quiere, mínimo, mantener sus más de 100 alcaldías para tener algo que apostar al 2018, habrá que ver el papel que desarrollen en el cierre de su administración sus ediles como pueden ser Américo Zúñiga, Ramón Poo, Manuel Rosendo Pelayo, Jorge González Azamar, Joaquín Caballero Rosiñol, Juan Manuel Diez Francos, Ruiz Díaz, entre otros…

    Aunque es posible que no importa qué tanto hagan, desarrollen, generen… las pasadas elecciones dieron muestra de ello. Orizaba, Tuxpan, Coatza, Xalapa, ejemplos donde si no fue Morena fue el PAN.

    IV

    El PRI tendrá que apostar a una alianza entre ellos mismos y buscar una reconciliación con la sociedad. Apostar a los cuadros jóvenes pero no a los que hicieron de la política un instrumento de poder y no de servicio. Reinventarse. Los cotos de poder ya dejaron de serlo. El sindicalismo es más ficticio que su líder. Quizás lo único real sea su militancia, la que todavía cree en el PRI, que ya se despabiló y dejó ese estado de shock que sobrevino desde el cinco de junio; esa militancia que ya está pedaleando su municipio tratando de reagrupar a su gente, a sus conocidos, a sus amigos, porque cree que hoy más que nunca, es la oportunidad de crecer, porque una vez que el PRI tocó fondo, sólo hay de dos: quedarse abajo o empezar a salir. Así como en Emiliano Zapata, donde ya trajina un Daniel Baizabal tratando de ser una opción para su partido. Por eso, el priismo espera que así se vean, animados, a esos militantes que antes se peleaban por ser candidatos y hoy, ni sus luces se ven en Xalapa, en el Puerto, y en otros municipios, como si el Juicio Mediático y Partidista que pesa en Javier Duarte de Ochoa, los hubiera alcanzado por el hecho de ser priista o peor aún, como si fuera una vergüenza ser priista. Claro, pueden abogar que el duartismo no es lo mismo que priismo, pero es innegable que el silencio del partido y de sus máximos representantes, también los hizo cómplices. Reinventarse y caminar, la tarea interna; reconciliarse con la sociedad, la externa. Mientras, a esperar que Javier Duarte de Ochoa confronte, si es que llega, el Juicio legal que Veracruz desea.

     

    smcainito@gmail.com

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