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    Fanny Yépez

    La Columna

    Pobre de mí Veracruz, de veras que muchos lamentamos lo que sucede diariamente, porque parece que no hubiera autoridad. Hay una indefinición que saca de quicio a todos los veracruzanos.

    Un gobernador interino de 45 días que ahora solo le quedan 18, que ha hecho la función de gestor ante el gobierno federal para desatorar el problema económico; un gobernador con licencia que lo busca la PGR; un gobernador electo, cuyo hijo, alcalde de Boca del Río, reclama participaciones federales, para lo que tomó el palacio de gobierno y la Casa Veracruz, lanzando ofensas al gobernador actual y al alcalde de Xalapa, para que les paguen ese dinero atrasado.

    En Catemaco copiaron el modelo de anarquía y con la desaparición del párroco, José Luis Sánchez Ruiz, los feligreses y otros grupos, realizaron este sábado actos vandálicos, tomaron el palacio municipal, quemaron una patrulla, rompieron cristales y robaron artículos y productos del comercio del centro de la ciudad; invadieron las oficinas de la Comisión Federal de Electricidad, destrozaron puertas, ventanas y computadoras, además de amenazar a los habitantes que se atrevan a circular por esa zona.

    Exigían que apareciera con vida el sacerdote que fue secuestrado por desconocidos que por la fuerza se lo llevaron de su casa.

    De nueva cuenta Veracruz se colocó en las principales páginas de los periódicos nacionales y otros medios de comunicación, pero con la nota mala, esa nota que nos ha caracterizado en los últimos años de tener un mal gobierno, de los atracos que se cometieron a las arcas que tenían el dinero del pueblo y de la inseguridad que se sigue viviendo.

    Veracruz y los veracruzanos no nos merecemos esto, hay que hacer lo propio para que esta entidad donde nacimos y nacieron nuestros hijos y nietos recupere el prestigio que se merece.   

     

    Se sintieron ofendidos y decidieron tomar los edificios, pero se salió de control

    Dicen los más diversos comentarios de café, que los de Catemaco o los integrantes de la Organización del Gobierno Autónomo de los Pueblos Indígenas, vieron que era fácil tomar un palacio, hacer quemas y portar machetes; total nadie dice nada, como sucede en Xalapa, entonces con ese ejemplo que cunde, los que se sienten ofendidos así es como pensaron que debían actuar.

    Los habitantes de ese mismo municipio, Catemaco, pedían a gritos que llegara la Marina Armada de México y todas las corporaciones oficiales que pudieran poner orden a ese movimiento, que los mantuvo amenazados cada minuto.

    La iglesia católica se deslindó de esas agresiones y movimientos violentos y el padre Aarón Reyes Natividad, Coordinador Diocesano de los Medios de Comunicación, dijo que la desaparición del padre José Luís Sánchez Ruiz mantuvo consternado a todo el pueblo del estado de Veracruz.

    El día 26 de octubre el sacerdote que finalmente apareció con signos de tortura, convocó a una marcha para protestar por los altos costos de la energía eléctrica, ese reclamo iba dirigido a la Comisión Federal de Electricidad, porque los recibos habían llegado muy altos a todas las casas y a la iglesia “Los doce Apóstoles” de ese lugar.

    En sus homilías también denunciaba la inseguridad en esa zona, por lo que al parecer comenzó a recibir amenazas a través del WhatsApp, situación que lo puso nervioso pero pensaron sus allegados que todo pasaría con los días.

     

    Apareció el párroco con notables huellas de tortura

    El domingo por la mañana la Diócesis de San Andrés envió un comunicado firmado por Monseñor, Fidencio López Plaza, donde informó que el sacerdote José Luis Sánchez Ruiz había aparecido con notables huellas de tortura, pero al mismo tiempo pedían respeto a todo el público ante la situación actual del párroco.

    Ahí mismo agradecieron el apoyo del Gobierno del Estado para atender este penoso caso, que mantuvo en una crisis de nervios a muchas familias del municipio de Catemaco.

    La madrugada del domingo entraron al centro de esa ciudad, aproximadamente 300 elementos de las policías estatal y municipal a bordo de 50 patrullas, para poner orden en esa demarcación y devolver la tranquilidad a las familias, que nunca van a olvidar este incidente, porque deja una profunda marca en cada uno de ellos, incluso, los inculparon de los delitos que cometió Wilfrido Reyes Martínez, el líder de la Organización de los Pueblos Indígenas que encabezó todos esos destrozos.

    Una investigación profunda, hasta sus últimas consecuencias

    Va a ser importante para que no quede como ejemplo ese precedente, que se proceda en contra de ese personaje, aplicándole la ley y sobre todo dejar en claro cuáles fueron los motivos que lo orillaron a actuar de esa forma.

    Es que se corren muchos rumores de lo que pudo haber sido, pero solo son especulaciones y eso no es correcto; se deben dar a conocer cuáles fueron las razones para haber quemado con violencia el Palacio Municipal y el archivo del Registro Civil, porque la pérdida es enorme si es verdad que se consumieron esos expedientes.  

    No era la forma de pedir justicia actuando con violencia, porque definitivamente incurrió en otro delito y esa responsabilidad se le tiene que fincar para que pague esas consecuencias.

    De no hacerlo se corre el riesgo que cualquiera que se sienta líder, decida actuar de la misma forma y seguiríamos viendo pasar el tiempo en un pueblo sin ley.

    La labor de hacer esa investigación está en manos del Fiscal General del Estado, Luis Ángel Bravo Contreras, quien desde que supo de esta situación estuvo al pendiente, solicitando la comprensión y paciencia de los habitantes del lugar, por lo que ahora está comprometido a llegar hasta sus últimas consecuencias.

     

    ¿Quién es el pseudo líder Wilfrido Reyes Martínez?

    No es la primera vez que este sujeto actúa de esa forma, se le ha hecho fácil adoptar las manifestaciones como su modus vivendi y hacerse llamar “Procurador Indígena Autónomo”, para hacer reclamos y provocar disturbios, como sucedió el 21 de noviembre del año pasado, cuando acompañado de unas 150 personas, reclamó al director de gobierno municipal de San Andrés Tuxtla, Lorenzo Ortega Vergara, que no lo atendía, y lo amenazó con palabras altisonantes y con amarrarlo para pasearlo por las calles de la ciudad, al mismo tiempo que mandó a golpear a un reportero de esa región.

    El 15 de junio de este año, trató de quitarle por la fuerza una casa a la señora María de la Luz Palomino Ocampo, para lo cual llegó con un grupo de 60 personas a exigir que se saliera de la vivienda la señora, pero esta no lo permitió y por eso fueron golpeadas tres personas que la defendieron. Tuvieron que ser atendidas por la Cruz Roja.

    En esa ocasión Wilfrido también quemó parte de la casa y una camioneta que se encontraba dentro del mismo terreno, es decir, una de sus debilidades es el fuego, piro maniaco.

    Wilfrido es moreno, corpulento, con el pelo largo enmarañado, generalmente carga una mochila que va del hombro a la cintura, le gusta usar una playera y solo espera algún movimiento que le pueda redituar beneficio en la zona de Los Tuxtlas, y de inmediato participa como promotor, aunque nada tenga que ver con el acontecimiento, como sucedió el sábado pasado en Catemaco.

    A este oscuro y negativo personaje hay que aplicarle todo el peso de la ley, de lo contrario este sujeto marca un precedente para que todos lo imiten.    

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