Elena Córdova
Luna Nueva
No hay nada tan duro que salir del terruño. Del lugar que nos vio nacer. A veces he pensado que cuando uno sale de su lugar de origen, no vamos solos, llevamos con nosotros –a cada lugar adónde llegamos– parte de nuestra vida, nuestra cultura; la identidad de quien somos ante los ojos de los demás y ante quienes nos extrañarán deveras… como también nos acompaña el deseo de regresar algún día…
Irnos por necesidad o por voluntad, a estudiar o trabajar, para quien no lo ha vivido, simplemente no es fácil. Pero también sabemos que esa experiencia de independencia y libertad, conlleva una responsabilidad con nosotros mismos, antes que nadie. Y esa responsabilidad cuando fue fomentada en el seno familiar, nos sirve de faro, para iluminar los firmes pasos que daremos una vez fuera del hogar materno.
Como en algunas otras ocasiones lo he comentado, soy afortunada en mi trabajo en la Sagarpa, en la CDMX. Gracias a él, he podido conocer gente extraordinaria, mujeres jóvenes y talentosas, de las cuales no solo he aprendido, con su digno ejemplo, a ser más fuerte, responsable y a dar más de lo que a veces ni imaginamos podemos tener en cuanto a voluntad y vocación de servicio. Son cosas con las que se nace, pero es necesario poner siempre en práctica, y que mejor cuando se ayuda a los demás. Eso lo he aprendido y bien de Paulina Escobedo Flores, quien no sólo es mi superior en la dependencia federal, sino también un referente de un funcionario eficiente y capaz. Con visión, habilidad y conocimiento de lo que dice y pone en práctica cotidianamente.
La Corregidora
En días pasados, tuve la grata oportunidad de conocer otra faceta más de ella, su lado afectivo y familiar, al invitarme a acompañarla –por razones de trabajo– a visitar su ciudad de origen: el municipio y la ciudad de Corregidora, en el estado de Querétaro de Arteaga. Al verlo y sentirlo, no duda uno en que se está en un lugar lleno de historia, cultura y tradiciones. Hoy en día, como suele suceder con otros lugares, se debate entre lo moderno y lo tradicional. Al igual que tiene sus matices de pobreza y riqueza, tanto humana como material. Aun así, destaca su aire colonial que sin duda lo distingue, lo hace más singular y nos remonta a imaginar la vida pasada y noble de sus fundadores. Allí, agradezco infinitamente a Paulina, por permitirme entrar a lo más sagrado que podría tener uno, la casa donde vivimos y donde están nuestra sagrada familia. A lo cual agrego, por platicarme de cómo fue su niñez, lo inquieta que era –en mi opinión, todavía lo es, pero sin duda supo canalizar muy bien esa energía, convirtiéndola en un motor y ejemplo de superación ante los ojos de propios y extraños. Y aunque suene trillado, saber y creer que sí se puede. La gente recuerda a Paulina, por su paso como directora de Relaciones Públicas en el gobierno de Pepe Calzada Rovirosa, como es conocido el Secretario de la Sagarpa. Luego pasó a ocupar la subdelegación de participación ciudadana, en la delegación federal de la Sedesol en Querétaro. Y actualmente se desempeña como directora general de Desarrollo Territorial Organización Rural de la Sagarpa, en oficinas centrales de la CDMX. Por citar brevemente su relevante experiencia como servidora pública.
Al conocer a los padres de Paulina, uno entiende claramente de donde viene esa voluntad de trabajo, dedicación, entrega y espíritu altruista. Su señor padre, don Eduardo Escobedo, atiende una ferretería de su propiedad en una popular colonia llamada Los Olvera ahí mismo en Corregidora; doña Irma Flores, su señora madre, es a quien seguramente le hereda esa vocación de servicio comunitario, pues siempre realiza actividades en favor de las mujeres y, me entero gratamente, que, por ejemplo, hace labor en iglesias de su municipio.
A pesar del corto tiempo de estancia, el mismo fue suficiente para entender, que mujeres y funcionarias públicas comprometidas como Paulina, al salir del terruño, saben muy en el fondo que, sin quererlo son un ejemplo para los demás, que algún día seguirán sus pasos, ya sea por necesidad o voluntad, como también entenderán que se debe no sólo sobrevivir lejos de nuestro hogar y de nuestra gente, y creer que si se puede, es simplemente cuestión de voluntad, superación , estudio y de adaptación.
Ah, eso sin olvidar, que el sentimiento de poder regresar algún buen día al terruño, para poder ayudar y trabajar en favor de nuestra gente, solo lo poseen quienes son agradecidos con el lugar que los vio nacer.
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