Fernanda de la Fuente
Se ha vuelto de uso común que en tiempos electorales los que aspiran a ocupar un cargo público se valgan de asociaciones con fines altruistas para promocionar su imagen. Casos como el de la Fundación David Velasco Chedraui que en 2007 sirvió como plataforma electoral del empresario y el más conocido en la capital veracruzana fue el de la comunicadora Elizabeth Morales quien dio cátedra del uso de estas asociaciones para fines políticos.
En los tiempos que corren, algunos de los que aspiran a ocupar la silla más importante del ayuntamiento de Xalapa se siguen valiendo de este recurso para posicionar sus nombres en el subconsciente de los xalapeños. La diferencia es que esta estrategia ya se ve gastada y burda y los votantes pensantes difícilmente se dejaran llevar por el uso de estas para decidir su voto.
Dos casos destacan en este momento, Nicanor Moreira con su asociación civil Nuestro Municipio y Ana Miriam Ferráez con la fundación que lleva su nombre. No hay que hacer un análisis exhaustivo de ambos casos, las páginas de Facebook de ambas asociaciones «altruistas» no cuentan con nada destacable. En el caso del empresario mueblero, la asociación que él preside sólo exhibe comidas en colonias populares, entregas de juguetes, entrevistas del empresario en algunos medios de comunicación, minucias. En concreto puras banalidades carentes de impacto en la vida de personas a las que una comida no les resuelve nada.
En el caso de la señora Ferraez que más que empresaria es más bien socialitè, la página de Facebook de su Fundación exhibe eventos en colonias marginales donde lleva cortes de cabello gratis, servicios de masaje (¿cómo para…?) y convivencia con los locutores del grupo radiofónico del cual ella es propietaria (¡yupi!). Recientemente lanzó una campaña de abrazos donde al acumular un determinado número de los mismos repartirá sillas de ruedas, que habiendo voluntad de donarlas no sería necesaria una dinámica tan complicada.
Lo cuestionable de este tipo de asociaciones civiles ó fundaciones es la fruslería y por lo tanto el nulo impacto que tienen en los sectores más vulnerables de la capital y que seguramente muchos de los programas que hoy promocionan pasando las elecciones no tendrán continuidad y las personas que acudieron con ellos quedarán igual o peor de desamparados.
Conclusión: una vez más, nuestros empresarios «güanabi» como se hace evidente lucran con la buena voluntad de los xalapeños más pobres, oportunismo electoral de lo más vulgar. Buena escuela dejaron Davicho y la Morales.
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