Yadira Hidalgo
Mujeres que saben latín
En mi andar feminista he visto muchos cambios positivos para las mujeres. Cambios que serían mucho más rápidos y contundentes si no encontráramos resistencias culturales demasiado arraigadas. Desde que tengo uso de razón feminista me he encontrado con tres mitos que se repiten constantemente y además en el tono de haber encontrado la respuesta última, crucial y verdadera al problema de la “falta de equidad” (no, no dicen igualdad):
Uno: El machismo lo fomentan las madres porque son las que crían a los hijos. ¡Mire usted! como si las madres criaran solas en una burbuja y fueran tan tontas todas para seguirles fomentándo las machiruladas a los hijos. Como si no viviéramos en una sociedad que promueve desde diversos frentes, uno de ellos, los medios de comunicación, ideas machistas que establecen las relaciones y las dinámicas de los hogares. Pero bueno, esto da para otra columna. Apunten.
Dos: Las mujeres son las peores enemigas de las mujeres. Lo dicen orondamente así con cara y tono de “¡ya ven! y ahí andan ustedes luchando por todas y ni se quieren entre ustedes!” En esta parte no les daremos la razón, pero sí hay que reconocer que el sistema patriarcal ha dispuesto de la rivalidad entre nosotras, ¡pues claro! Aplicar el “divide y vencerás” es la mejor táctica contrainsurgente ¡¡ever!!! Así que si queremos ir diciéndole al patriarcado “¡hazte para atrás!”, vayamos analizando y mejorando nuestras relaciones con las demás, porque ésta es una mentira que se ha repetido tantas veces que ya creemos que es verdad.
Tres: También hay hombres maltratados; pero no denuncian porque les da vergüenza ahí en su masculinidad. ¡Pues a hacer de tripas corazón que es lo que han tenido que hacer varias!, porque no crean que para ellas no es vergonzoso. La vergüenza es una de las causas del sub registro que tenemos de la violencia contra las mujeres. Este argumento siempre aparece pero nunca nos presentan cifras estadísticas, ni siquiera informales, así tipo “de cuatro amigos con los que hablo uno se siente maltratado”, no, ni de esas, porque para empezar ni hablan entre ellos y menos de esas cosas que no permite la masculinidad. Así que mientras no exista información fehaciente, seguirá en calidad de mito.
Lo cierto es que las mujeres hemos hecho la tarea de observar, registrar, sistematizar y analizar la información sobre nuestra situación a lo largo de la historia. Con esa información hacemos artículos, libros, conferencias, seminarios, currículas académicas y las hemos insertado en las estructuras académicas, gubernamentales, socio culturales, con impactos locales, nacionales y globales. Llevamos mucho avanzado y cuando decimos que de tres mujeres una vive violencia o que en México se asesinan a 7 mujeres diariamente, no lo estamos inventando, ya lo hemos analizado y sistematizado.
Y a pesar del enorme paso que implica todo este trabajo de visibilizar y accionar para mejorar nuestra situación, hay muchas personas que se atreven a opinar, por ejemplo de El Feminismo, sin jamás haber leído un libro al respecto.
Me tocó ver las opiniones de personas muy ofendidas que culpan al feminismo de la decisión de Café Tacuba por sacar de su repertorio su horripilante canción (y no sólo en cuanto a letra) “Ingrata”, por haberse hecho conscientes de que se trata de una manera inadecuada de abordar un feminicidio. Pero ojalá que del tema sigan hablando, cantando y escribiendo muchos artistas y no por corrección política, sino porque es necesario. Solo se trata de meterle seso al abordaje y eso, con herramientas como la perspectiva de género, es posible.
Yo soy de las que celebra con bombo y platillo la decisión de los Tacubos y eso no indica que ahora que se han pasado a lado de la fuerza voy a ser su fan; pero creo que su acción puso en la mesa de manera más asequible para las grandes masas, algo tan intangible como la violencia simbólica que subyace en la música y otras expresiones artísticas. Sí, hay quienes siguen muy ofendidos; pero hay quienes, a lo mejor, a través de coyunturas de este tipo, por lo menos se les despierte la curiosidad de ir más allá y de investigar cuál es la fuerza detrás de estos grandes cambios en el mundo. Porque el mundo está cambiando y a quien lo le guste, se tendrá que cambiar de planeta.
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