Elena Córdova
Luna Nueva
De nuestra infancia, adolescencia y hasta la juventud, quién no recuerda cuando estudiantes, las enloquecedoras temporadas de exámenes parciales o los aterradores finales. Eran días de estudio y mucha concentración para poder memorizar lo que nosotros suponíamos vendría en el examen, eso cuanto no teníamos un famoso temario de la materia a evaluar.
Nadie duda a estas alturas que hay alumnos que no necesitaban de mucho estudio, pues tenían una memoria privilegiada y a veces aprendían lo suficiente con sólo poner atención en clase y después repasar. No era mi caso, lo confieso. Soy del promedio de mala, que la mayoría de los estudiantes al menos mexicanos, pues yo sí tenía que esforzarme mucho para poder memorizar y prepararme para un examen escrito.
De ahí que prefería por encima de todo, los exámenes orales, pues ello me permitía hacer gala de mi habilidad comprensora y verbal. En ese sentido, en nuestra vida diaria, cuántas son las cosas que aprendemos por imitación o repetición, por ejemplo, cuando nuestros padres hacen algo como las reparaciones caseras o nuestra madre nos enseña las labores propias de una ama de casa. Todo esto es mediante la observación y la práctica. No hay manuales familiares que incluyan toda esta gama de ejemplos, mismos que aprendemos y nunca olvidamos en la vida.
El tema de la semana tuvo que ver con la puesta en marcha del Modelo Educativo. Leyendo destaca la propia Secretaría de Educación que son cinco los objetivos del modelo educativo. Cita el Secretario de Educación, Aurelio Nuño que “la reforma educativa es la más importante y la que tiene el potencial de darle un cambio de fondo al país en el mediano y al largo plazo”. Así tenemos que el primer objetivo tiene que ver con la reorganización del sistema educativo, el segundo con la reorganización de las escuelas para tener menos burocracia; otra tiene que ver con un mejor tiempo de enseñanza, donde las evaluaciones se vuelven fundamentales, que incluye que año con año se evalúen a los maestros.
A mi juicio, éstas dos últimas son las mejores si se aplican como debe ser. Una se refiere a los contenidos y la pedagogía del siglo XXI que van encaminadas a que los niños aprendan a discernir y por consecuencia, que estos cambios sean para todos los niños de México. Agrego que, según un análisis de la revista Forbes, edición México, en el país, el sistema educativo es el quinto mayor a nivel mundial, y sólo se encuentra por debajo de China, India, Estados Unidos y Brasil. Este mismo está conformado por 34 millones de alumnos, dos millones de maestros y un poco más de 260 mil planteles. Y según cita el propio funcionario educativo
Aurelio Nuño, se tiene una cobertura en primaria de 99%, prácticamente del 100% en secundaria y de 76% en educación media superior, con la intención de que el próximo año se llegue al 80%. Ahí para que veamos el tamaño del reto educativo en nuestro México.
Como es natural, el debate está abierto y con muchas voces autorizadas y no, las que dudan de las bondades del nuevo sistema. Hasta donde he leído, la reforma citada sí contiene cosas muy buenas y destaco lo que a mi juicio sería lo ideal, lo mejor, de funcionar como es debido: el Nuevo Modelo servirá a los niños y jóvenes para que puedan tener conocimientos y habilidades que les serán útiles a lo largo de la vida. Pues este nuevo modelo, pretende entre otras cosas, que los niños y los jóvenes aprendan a aprender.
Es decir, aprenderán a razonar, a discernir. Van adquirir habilidades socioemocionales que les van a permitir trabajar en equipo, estar seguros de sí mismos y que eso les va dar un conjunto de herramientas que les va a permitir lograr sus metas y objetivos académicos que tengan en mente o más adelante, gracias a todas esas herramientas. En pocas palabras las épocas y, cito de manera chistosa, que aplicábamos todos los trucos y consejos por memorizar serán parte de la historia, ahora todo será en función de la compresión y el ejemplo en práctica. De ser realidad, esto sería fabuloso. Solo de imaginármelo me emociono.
Por otro lado, concluyo con uno de los mayores males de los estudiantes mexicanos y veracruzanos, en el cual me incluyo, pues según el Doctor Enrique Graue Wiechers, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), “No habrá reforma educativa que valga, si no podemos hacer que nuestro pueblo lea, comprenda lo que lee y aspire a superarse”. Ahí un gran obstáculo.
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