Jesús Junquera
Inician las elecciones a las presidencias municipales de Veracruz y, aunque hay municipios que se consideran bastiones de determinados partidos, hay otros en los que no hay claridad y cualquiera puede ganar la elección. ¿Cómo creerle a un político cuando parece que todos se ponen de acuerdo para desviar recursos, para beneficiarse de la poca obra que realizan y más de la que no realizan? Quizás la frase del profesor, político y empresario Carlos Hank González aplica a la perfección: «Un político pobre, es un pobre político».
Y parece ser que todos roban «poquito», más o menos o mucho. A Carlos Ímaz, hermano del ahora director del CISEN, Eugenio Ímaz, lo conocí en la UNAM cuando el movimiento del CEU y «el plan Carpizo». Era un tipo brillante, lo consideraba muy inteligente y con mucho talento, sin embargo, verlo en uno de los vídeos con Carlos Ahumada como a René Bejarano, «el señor de las ligas», me hace pensar que Eva Cadena cometió el mismo error. El gobierno siempre tiene ingenio para desprestigiar al rival político; eso está pasando nuevamente para quitarle credibilidad a los candidatos de cierto partido y ganar más votos y, en caso de debates, sacar provecho y argumentos.
La política me parece un cochinero. Aunque hay varios políticos que me hacen seguir creyendo que hay gente honesta como Ricardo Ahued, por poner un ejemplo.
Tal vez existan muchos otros que tengan esa credibilidad y no sean conocidos, precisamente por ser pobres.
En la CDMX conocí a mucho político que viajaba en sus inicios en metro y luego -en uno o dos años de integrarse al gobierno- vivían en zonas exclusivas. Me pregunto ¿cómo le hacen? Estar en el gobierno «sirviendo al país» es generoso y conviene. Ojalá podamos elegir a candidatos que puedan realizar una excelente labor por el bien de la ciudadanía y respeten el presupuesto de su municipio.
Muchos alcaldes encontrarán municipios saqueados, sin presupuesto y con deudas y el poco dinero que se tenga, se pueda emplear para realizar «maravillas».
Viajar a través del estado me ha permitido observar las grandes diferencias que existen; hay municipios que usan hasta taxis como patrullas ya que los alcaldes no tienen presupuesto suficiente para realizar obra alguna y con problemas pagan sueldos. Hay otros en los que los alcaldes llegan con guaruras y patrullas detrás y hablan con demagogia de honestidad en su discurso.
Ojalá la ciudadanía que no sufraga, se sienta responsable de que no votar permita que la democracia es incompleta sin ellos. Todos somos responsables!
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