Édgar Ávila Pérez
Mar Abierto
Nunca me gustó la forma de ejercer el poder de Miguel Ángel Yunes Linares; su carácter explosivo, virulento e incluso poco racional me parecían un punto en contra, aunque a favor nadie le podía quitar que era un hombre perseverante y valiente al vivir su vida política siempre en medio de la confrontación.
Cuando ganó las elecciones del año pasado, consideré necesario que los ciudadanos y periodistas le permitieran a Yunes Linares demostrar si en realidad estaba hecho para gobernar o solo para ganar elecciones y
confrontar a rivales políticos.
A casi siete meses de haber tomado protesta como gobernador de Veracruz, tristemente veo que Miguel Ángel es muy bueno como operador electoral y como contención de enemigos políticos y partidistas, incluso como punta de
lanza para destruir enemigos, pero es pésimo para la gobernanza.
Para ir a tono con el nuevo gobierno, que cree que las redes sociales le da los espacios necesarios para informar a los ciudadanos, he checado Google para buscar una de tantas definiciones de gobernar: “Ejercer la dirección,
la administración y el control de un Estado, ciudad o colectividad”, mientras que en Wikipedia la definición de “gobernanza” viene utilizándose desde la década de 1990 para designar la eficacia, calidad y buena orientación de la intervención del Estado, que proporciona a éste buena parte de su legitimidad en lo que a veces se define como una «nueva forma de gobernar» en la globalización del mundo posterior a la caída del muro de Berlín (1989).
Es una lástima que Yunes, hasta ahora, no haya mostrado esos dotes y menos algunos indicios de ser un verdadero Estadista que busca el bien común antes que los intereses personales, de grupo, políticos e incluso electorales.
Al asumir la gubernatura, de tan sólo dos años, uno hubiera esperado verlo impulsar a un jurista prestigiado, con años de servicios, honrado y honesto como nuevo Fiscal General del Estado; sería una forma de acabar con malas
prácticas y mandar un mensaje de verdaderos cambios; pero en lugar de eso, mandó a un jovencito pendenciero que se cree millenial experto en redes sociales. Si quería demostrar que realmente era el cambio de una nueva clase
política, hubiera impulsado a una persona de larga carrera en el sistema judicial, incluso con amplia experiencia nacional e internacional en el Poder Judicial del Estado; pero prefirió arropar a un viejo amigo que le
garantizaría aplicar la ley, aunque a veces se careciera de elementos. Prometió, una y mil veces, que al frente de la Secretaría de Seguridad Pública estaría un alto militar retirado que vendría a limpiar el cochinero
y la guerra sucia que se emprendió desde Veracruz contra el crimen organizado; pero en lugar de eso nos dejó a un funcionario de medio pelo sin la experiencia necesaria y sólo porque siempre fue fiel a él.
Nadie en su sano juicio impediría un corte de caja, castigo para aquellos que saquearon a un estado y que dejaron a una sociedad sumida en total pobreza; por eso nadie le regatea haber llevado a prisión a varios colaboradores duartistas, ir en busca de otros más y haber presionado para que la federación actuara contra Javier Duarte de Ochoa; pero era necesario hacerlo con cordura, con la cabeza fría y siendo justos. Sí, era y es necesario ajustar cuentas pendientes, castigar a ex funcionarios y empresarios que cometieron constantes fraudes o que se coaligaron para la corrupción, pero también era y es necesario ser justos con aquellos empresarios, proveedores y personas honestas que brindaron un servicio y que jamás se les pagó para resarcir los daños que dejó Duarte de
Ochoa, porque al fin de cuentas son deudas institucionales que siguen sin cumplirse.
Su llegada a Palacio de Gobierno y de la mayoría de colaboradores, había generado esperanza, en principio, en la burocracia que votó por él, pero los empleados fueron tratados como si tuvieran el rostro de Javier Duarte
de Ochoa, insultados, denigrados… sí, es cierto que es necesario adelgazar la burocracia, pero hacerlo realmente y no sólo supliéndolos por otros. Queda claro que Miguel Ángel Yunes Linares no es un Estadista, que según Wikipedia –utilizando las herramientas favoritas de su gobierno- sería un hombre ó mujer que se distingue entre todos los responsables políticos de un país, aquellos que dirigen el Estado y controlan en forma significativa (…) reputados con capacidad suficiente en caso de acceder al poder, y/o con suficientes contactos e influencias políticas.
Sin embargo, por el bien de todos los veracruzanos hago votos porque rectifique, que deje su campaña de redes sociales para posicionar a su hijo como candidato del PAN, que deje las vendettas personales, que sea justo y honorable, porque de lo contrario Veracruz seguirá sumido en la violencia, crisis económica y… por qué no decirlo: en la mierda.
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