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    Tragos de café

     

    Por David Carrión Rosales

     George Orwell escribió en su novela distópica 1984: “Quien controla el pasado, controla el presente. Quien controla el presente, controla el pasado.”

    Últimamente releo esta novela, 1984 de George Orwell, aquélla en la que la manipulación de la información es la base para un desgobierno totalitario, y no evito pensar sobre qué partes de la historia estamos viviendo y cuáles nos falta por vivir.

    El personaje principal es Winston Smith. Un reescritor de la historia, un subordinado del Gran Hermano (aquel que todo lo ve y todo lo sabe), pero al final, un ciudadano que cuestiona y se ve obligado a enfrentar su realidad. ¿Cuántos Winston Smith se encuentran ya reescribiendo la historia? Por más ficción que sea, en pleno 2017, vivimos en un estado de desinformación constante.

    Para el Gran Hermano, el de Orwell, las redes sociales hubieran resultado el método perfecto para mantener un control sobre todo y todos. Volvamos diez años antes, la información, la noticia y todo el presente estaba en el diario, en la televisión, en los libros, en la conversación de café (por lo menos eso sigue vigente). Actualmente, la información está a un dedo de distancia, se encuentra disponible en todo momento y a toda hora.

    Todos tenemos en nuestro Face, en nuestro Insta, las notas clickbaits, las caza-clics, que nos ceden: No creerás lo que hizo esta mujer para salvar a su familia. La rutina que todo millonario sigue para ser exitoso. Mira el significado de estos siete lunares. Por eso todas quieren el número tres.

    Y aunque todas ellas terminen enviándonos a una página con unos cuantos memes, o una llena de publicidad, nuestro click estará allí para hacer ricos a unos cuantos Winston Smith, que simplemente padrotean la misma información.

    Para los cuates que les gusta teorizar sobre conspiraciones, no estoy hablando de un ente o ser supremo que es el arquitecto y el espectador hípermorboso. Pero allá fuera ya existen granjas completas de gente sentada en ordenadores haciendo fakenews, haciendo refritos y son los culpables de aquel post sobre “el juguete de moda que está matando a tus hijos” que te apareció 20 veces la semana pasada.

    Si nos repetimos una mentira tantas veces sea necesario, termina por volverse una verdad. Esa frase, en realidad, hace referencia a la forma en que trabaja nuestro cerebro. Cuando nos repiten una y otra vez la misma información, presentada de la misma forma, nos desasimos de nuestra principal herramienta de cuestionamiento: la confianza.

    De esta forma es como juegan con nuestro primitivo sentido de la familiaridad: la cantidad de veces que ves u oyes algo, influye en cómo guardas la información y en cómo la usas posteriormente.

    Es por eso que la posverdad, las noticias falsas o los hechos alternativos hacen tanto daño en nuestra sociedad, porque nos dirigen y manipulan hacia un estado perverso de desinformación.

    ¿Habrá alguna solución?

    Facebook por su parte trata todos los días de moderar el contenido, pero todo parte del usuario y su capacidad de identificar y dar aviso sobre algo falso. No es una solución de facto, pero es el primer paso para que nuestro muro esté cada día más limpio.

    La otra es esperar a que, como en la novela orweliana, haya un Ministerio de la Verdad que bloquee toda la información falsa, pero son utopías y seguro efecto del café doble que me termino junto con estos tragos…

    @DavoCarrion

    www.journalveracruz.com

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