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    Ricardo Vázquez Salazar

    Esfera Política

    La clase política de México no deja de sorprendernos, nos muestra una y otra vez que no tiene límites, tampoco pudor; nada hay que frene la ambición desmedida de infinidad de sujetos inescrupulosos que secuestran la democracia para satisfacer su voraz apetito de poder, insaciable. Crean partidos políticos como si abrieran changarros, que contempla varios objetivos viles: representa un negocio con los ingresos asegurados; la venta de candidaturas que conlleva hacia otro negocio adicional para quienes las compran, y lo más atractivo: la plataforma para conseguir posiciones políticas para beneficio de los que administran el negocio llamado partido.
    En la pasada elección del 4 de junio, el ex gobernador de Coahuila y ex líder nacional del PRI, Humberto Moreira Valdés, obtuvo los más bajos votos en su trayectoria política; la franquicia que lo postuló para una diputación local plurinominal, el Partido Joven, perdió el registro al no alcanzar el 3 por ciento de la votación para subsistir, lo que impidió a Humberto formar parte de la LXI Legislatura de aquella entidad.
    Coahuila está en el escaparate de la política nacional en estos momentos, por el asunto de la posible anulación de la contienda para la gubernatura celebrada hace cinco semanas, por señalamientos de actores políticos inconformes con la elección, por supuestas anomalías graves que acusan: la manipulación de paquetes, la caída del PREP, al conteo rápido que le dio el triunfo a Guillermo Anaya, candidato del PAN, a lo que la Unidad Fiscalización del INE reportó este martes que tanto él como el candidato del PRI, Miguel Riquelme, rebasaron los topes de campaña. Será el viernes cuando se dé a conocer la decisión si se anula o no la elección en ese estado.
    Los coahuilenses, al igual que los veracruzanos, llegaron al pináculo del hartazgo causado por las desastrosas dos últimas administraciones estatales. En Veracruz no hace falta describir lo ocurrido. En Coahuila, Humberto Moreira le heredó la gubernatura a su hermano Rubén, quien está próximo a concluir su periodo. Ambos han sido señalados de infinidad de anomalías en su desempeño, a grado tal que en la reciente contienda electoral los candidatos de oposición a la gubernatura se centraron en que el reto sería sacar del poder a los hermanos Moreira, quienes tuvieron la intención de continuar a través de Miguel Ángel Riquelme, abanderado de una coalición encabezada por el PRI.
    No es ningún secreto que a Humberto Moreira la DEA lo trae corto. Nada contentos debieron haber quedado luego de que recobró la libertad después de que fue detenido por las autoridades españolas en el aeropuerto de Madrid, en enero del año pasado, acusado de malversación de fondos, cohecho y organización criminal, durante su gubernatura. La Corte Federal de Estados Unidos presentó un documento en el que estaba escrito que Moreira compraba medios de comunicación para lavar dinero en su función de gobernador, periodo que al concluir dejó una deuda de 34 mil millones de pesos.
    Pero Humberto Moreira, no tiene llenadera –como solía decir “El Tío”-, lo tiene atrapado la terquedad, lo que hace despertar la suposición de que se debe a la necesidad que tiene de contar con fuero, por el oscuro pasado que viene arrastrando.
    El próximo año habrá elecciones para elegir diputados y senadores federales. Moreira Valdés se aferra a no desaparecer de la esfera política, por lo que este martes anunció a través de su cuenta de Facebook, que se prepara para ser candidato a legislador en el 2018. Para ese propósito ya anunciaron la creación de un nuevo partido político que tendrá por nombre “Frente de la Gente”.
    ¿Cuántos moreiras habrá en Veracruz, que después de ser partícipes del enorme daño patrimonial buscarán el año próximo el fuero constitucional para mantenerse intocables?
    rvazquez002@yahoo.com.mx

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