Ricardo Vázquez Salazar
Esfera Política
La trama titulada Javier Duarte de Ochoa sigue acaparando la taquilla en cualquier región del país. El más reciente capítulo reveló una pequeña parte de la compra de noches y días de pasión; el gusto por las famosísimas fiestecitas romanas, celebradas curiosamente en municipios puerto, pagado todo –claro- con dinero de las arcas municipales y de los veracruzanos.
A Javier Duarte se le está desvaneciendo la sonrisa. Tal vez ya se dio cuenta que está completamente solo. No tiene ni el apoyo de su todavía esposa Karime, a quien le acaban de picar la cresta; mucho menos goza de la solidaridad de quienes fueron sus amantes. Duarte se percató ya que no cuenta con el respaldo de quienes fueron sus colaboradores y amigos a quienes enriqueció vilmente.
Los cargos contra Javier Duarte seguirán acumulándose; se acaba de informar que sí es posible agregarle más. Era inadmisible que los presentados para efectos de extradición fueran los únicos. Las acusaciones se están solventando, la integración de los expedientes se realiza con extremo cuidado, a manera de no dejar ninguna rendija legal que la vayan a convertir en un boquete de escape.
82 datos de prueba presentados por la Procuraduría General de la República son considerados como “aptos y bastantes”, de acuerdo con informes de la última audiencia. Los datos evidencian que Duarte forma parte de un grupo delincuencial, de lavar dinero, por consiguiente un buen número de sujetos pasarán a hacerle compañía.
En el Altiplano circula la versión de que a partir de esta semana se harán efectivas más órrdenes de aprehensión de ex funcionarios duartistas por parte de la PGR. En los días subsecuentes brotará más putrefacción en torno a Javier Duarte. Las investigaciones han arrojado datos muy interesantes.
Por lo que se sabe, el golpe contundente que terminará de hundir al ex gobernador veracruzano está reservado.
El borrego que soltaron en días recientes y que circula a gran velocidad, relacionado a que Duarte de Ochoa sería declarado retrasado mental, motivo por el que podría quedar en libertad, no es otra cosa más que eso, una simple ocurrencia que no tiene sustento.
Pensar en el supuesto de que Javier Duarte recobraría su libertad en breve, las reacciones y las consecuencias serían inimaginables; podría resultar extremadamente riesgoso. La indignación de los mexicanos llegaría a un punto de ebullición nada conveniente, para nadie.
Apuntamos en una ocasión en este espacio que el político y médico psiquiatra británico Lord David Owen, describió cómo el poder trastorna a las personas: les provoca cambios psicológicos que los conducen a la grandiosidad, al narcisismo, soberbia y al comportamiento irresponsable, a lo que llamó síndrome de Hubris. Situación que se cura cuando dejan el poder señaló el doctor Owen.
Puede ser que Javier Duarte ya esté superando el síndrome. La sonrisa de cínico se le está borrando; eso puede ser un indicio.
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