Destacado

    Naldy Rodríguez

    Transparencia 3.0

     

     

    En nuestra niñez, ¿cuántas veces habremos escuchado la frase imperativa: cierra la puerta? En mi etapa adulta, la repito al menos dos o tres veces por semana, tal vez un poco más.

    Cerramos la puerta de nuestra casa para que no nos vean desde el exterior, para estar a solas, para tener privacidad, para descansar de la calle, el trabajo y la cotidianidad, pero también para protegernos, para evitar que ingrese un extraño que pudiera poner en riesgo nuestra integridad física.

    También ponemos protecciones, doble cerrojo y colocamos candados. Ya no dejamos ingresar a cualquier persona a nuestro hogar y si lo hacemos es bajo nuestra supervisión.

    En nuestra habitación, desde adolescentes, aunque no tengamos nada que ocultar, también nos encerramos en busca de privacidad y como lo define la RAE, para proteger este espacio de cualquier intromisión.

    ¿Por qué entonces permitimos que se entrometan en el ámbito de nuestra vida privada? Y lo toleramos tanto en el entorno terrenal como digital. Hace un par de meses nos “enteramos” por una investigación del periódico The New York Times y analistas forenses independientes que el gobierno de Enrique Peña espía a periodistas y activistas.

    No me sorprendió. Es una práctica sistemática de nuestros gobiernos, me atrevería a decir; pero no porque sea algo común debemos aceptarlo o tolerarlo.

    Al espionaje físico (que siempre ha existido) ahora se le agrega el digital. En ese ámbito damos más información de nuestra vida privada, de los miedos, deseos e intereses que tenemos. Sin recato, subimos fotos de familiares, amigos, lugares que frecuentamos, comidas y hasta de nuestras enfermedades, exponiéndonos al escrutinio de conocidos y extraños.

    La Constitución de México señala en el artículo 16, párrafo 13 y 14, que “exclusivamente la autoridad judicial federal, a petición de la autoridad federal que faculte la ley o del titular del Ministerio Público de la entidad federativa correspondiente, podrá autorizar la intervención de cualquier comunicación privada”.

    Y la Declaración Universal de Derechos Humanos, artículo 12, advierte que: “Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada… Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques”.

    Sí, tenemos derecho a defender nuestra vida privada, aun en la era de las tecnologías de la información y la comunicación, donde las redes sociales son el pan nuestro de cada día.

    ¿Cuál es la clave?, incrementar la seguridad digital y cerrar la puerta de nuestras redes sociales a extraños. Social TIC, organización nacional sin fines de lucro que trabaja en la formación de ciudadanos y asociaciones civiles, propone desde medidas básicas para todos tus equipos (celular, tableta, computadora) como instalar antivirus, realizar respaldos de manera constante, reforzar las contraseñas de acceso, y actualizar aplicaciones y el sistema operativo.

    La realidad es que difícilmente se puede saber y comprobar que te están espiando desde medios digitales, reconocen integrantes de dicha organización en una reciente charla que ofrecieron en la capital veracruzana. Fomentemos la prevención: cerremos la puerta y pongamos doble llave.

    “No confíes en el poder, el poder nunca merece confianza”: Edgar Snowden.

    Twitter @ydlan

    Transparencia3.0@hotmail.com

     

    Hacer Comentario