Ricardo Vázquez Salazar
Esfera Política
La población volvió a mostrar al mundo el verdadero rostro de México, el de la solidaridad y hermandad ante la tragedia y el dolor de los demás. Un rostro completamente opuesto al que se había exhibido en los últimos años: el de la violencia, inseguridad, corrupción, indolencia, impunidad. Los lamentables sucesos de los días 7 y 19 de septiembre, las imágenes de la población en labores de auxilio hizo recordar a la comunidad internacional la autenticidad de los mexicanos.
Trabajadores de la construcción, obreros en general, personal médico, profesionistas de todas las áreas, vendedores ambulantes, empresarios, estudiantes, la sociedad en un solo núcleo se entregó a participar, de una forma u otra, en las primeras labores de ayuda humanitaria ante la desgracia.
Antes del martes, en materia económica Oaxaca y Chiapas ya representaban una fuerte preocupación por los cuantiosos desastres, incalculables todavía. Más de 60 mil casas y escuelas resultaron dañadas por el sismo de magnitud 8.2. Municipios enteros en ambas entidades quedaron prácticamente destruidos; su reconstrucción costará miles de millones de pesos. Tan sólo en el sector educativo se requieren más de dos mil millones de pesos. Se trata de 2 de las 3 entidades más pobres de México.
Ahora, se suman a las necesidades de recursos monetarios para su reconstrucción, la CDMX, los estados de Puebla y Morelos. Ya no son dos, hoy son cinco entidades que requieren dinero que no estaba presupuestado ni contemplado. Los requerimientos se multiplican y la problemática se complica.
Cuatro días antes del terremoto de este martes, habían surgido voces de actores políticos que propusieron que el 50 por ciento del dinero destinado a partidos políticos para el 2018 –de un total de 6 mil 778 millones de pesos- sea asignado a la reconstrucción en Oaxaca y Chiapas.
La decisión final de la propuesta no depende del Instituto Nacional Electoral, sino de la voluntad de los mismos partidos políticos.
Será interesante observar quienes se opongan o simplemente no estar de acuerdo con destinar para la reparación de daños cuando menos la mitad de lo que van a recibir los institutos políticos, aunque la población pide que el total de ese dinero se ocupe en la reconstrucción. Los actores políticos permanecerán bajo la mirada aguda de todos los mexicanos ante esta situación y la decisión que cada uno vaya a tomar al respecto.
De las cinco entidades afectadas en mayor grado por los recientes terremotos, cuatro gobernadores van de salida. El año próximo habrá elecciones para cambio de gobierno en Chiapas, Morelos, Puebla y CDMX con sus jefes delegacionales. Concluyen su mandato Manuel Velasco, Graco Ramírez, Tony Gali y Miguel Ángel Mancera. También se renovará la Presidencia de la República.
El escenario del desastre en su conjunto es inquietante. Cientos de familias perdieron a sus seres queridos. Miles de personas literalmente se quedaron en la calle.
Lo damnificados y sus necesidades apremiantes de reconstrucción requieren consciencia absoluta de la catástrofe. Exigen sensibilidad ante la desdicha. Se necesita voluntad para que los recursos que se vayan a destinar a los afectados, les lleguen a estos; que el dinero se aplique correctamente.
Lo que preocupa a los ciudadanos, así lo han externado, es saber hasta qué punto asumirán su responsabilidad los encargados de distribuir los recursos, asignar contratos de obra; llevar a cabo labores de supervisión, Control, Fiscalización, etcétera.
Decenas de irregularidades en la obra fueron detectadas por la Auditoría Superior de la Federación a raíz del socavón en el Paso Exprés; pusieron en evidencia la putrefacción.
La furia de la naturaleza de los últimos días puede representar un parteaguas, un antes y un después. Le hizo recordar a la clase política de nuestro país, que un evento catastrófico no reconoce ni respeta fuero, poder, jerarquía ni estrato social.
Los mexicanos esperan que los actores políticos comprendan lo que en realidad está ocurriendo en nuestro país.
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