Ricardo Vázquez Salazar
Esfera Política
Hasta este momento, todo apunta a que así podría suceder. La catástrofe del 19-S puede ser un parteaguas en la vida de nuestro país, lo apuntamos ayer en este espacio. Ya se empieza a dimensionar el tamaño de la tragedia. El número de personas fallecidas continúa en aumento, con mucho pesar. En cuanto a los brutales daños materiales, analistas económicos estimaron que será fuerte el impacto económico del sismo, en virtud de que la Ciudad de México, Estado de México y Puebla representan en conjunto más del 25 por ciento del PIB total nacional. En los días posteriores al terremoto, el pueblo de México continúa acaparando el reconocimiento nacional e internacional, mientras que el Poder Legislativo y los partidos políticos no sólo permanecen a la baja, con su pasividad y muestras de despreocupación están acabando con la escasa confianza y credibilidad que les quedaba.
El escenario es delicado para los damnificados, en estos momentos y a mediano plazo, cuando todos los voluntarios que participan en las labores de auxilio regresen a sus actividades.
¿Qué sucederá con todas esas personas que perdieron sus seres queridos, que se quedaron sin hogar, sin estufa; que ni siquiera les fue posible conservar un sartén?
A menos de que ya hayan pensado en un plan o estrategia de sobrevivencia para todas esas personas que sufrieron daños, que muchos de ellos perdieron sus pequeños negocios que significaban su fuente de ingresos.
Es de pensar durante cuánto tiempo más seguirán operando los comedores comunitarios. Si continuarán haciéndose colectas de víveres para que las personas afectadas en las 5 entidades por los terremotos del 7 y 9 de septiembre tengan el sustento alimenticio. No es que se piense que los damnificados se vayan a cruzar de brazos, de ninguna manera van a adoptar esa actitud, el problema es que se quedaron sin casa, sin estufa, ni siquiera tienen un sartén, insistimos.
Todos los sectores de nuestra sociedad –bueno, de casi todos- han respondido con sentido humano, solidarios. Desde los más humildes hasta los grandes empresarios. El fideicomiso bautizado como “Fuerza México”, creado por el Consejo Coordinador Empresarial, CCE, garantizará agilidad, eficiencia, transparencia y adecuada aplicación de todos los donativos y aportaciones que realicen personas, organismos, organizaciones civiles y empresas desde el interior o exterior del país, en coordinación con dependencias del Gobierno Federal, estatales y locales, a fin de focalizar la ayuda y que dichos apoyos se canalicen de la mejor manera.
La ayuda internacional no se ha hecho esperar, con el envío de brigadas de rescatistas con equipo de tecnología de punta, mascotas de rastreo, aportaciones económicas, generosidad variada proveniente del exterior que el pueblo de México se manifiesta agradecido.
No faltó un analista del Altiplano que hizo una descripción minuciosa de todos los obstáculos existentes del porqué no se pueda llevar a cabo la disposición de recursos destinados a partidos políticos para las campañas electorales de 2018. Se fue con todo y consideró como una tontería la propuesta de asignar el 50 por ciento a las necesidades de reconstrucción; lo que hace suponer que para ese analista no es motivo suficiente el desastre que dejaron los dos terremotos de los días recientes.
En nuestro país se han hecho ajustes o modificaciones constitucionales, toda la vida, porqué razón no habría de hacerse lo conducente con justificación plena, por una necesidad que debería considerarse de Seguridad Nacional.
¿Que no habrá dinero que alcance para la reconstrucción?
Todos deseamos no sea así. Pero contemplando ese riesgo, valdría la pena echar mano de presupuestos que no representan ningún beneficio para la población; de gastos infructuosos que además no son prioritarios. Hay mucha tela de donde cortar.
Diputados federales y senadores, podrían prescindir de recursos etiquetados para viajes a otros países. Lo mismo se podría hacer, o cuando menos reducir las partidas de gastos de cafetería, comidas suntuosas, celebraciones y festejos de cualquier tipo; abstenerse de contratar grupos de mariachis y servicio de platillos gourmet, gastos de celular e infinidad de privilegios y frivolidades.
Sería un insulto que continuaran asignando cantidades descomunales de dinero a los sindicatos, despilfarros que únicamente han servido para hacer multimillonarios a sus dirigentes. Ahí está Carlos Romero Deshamps y su sindicato petrolero. Es un claro ejemplo de esto. Están además los maestros del SNTE, ferrocarrileros, electricistas, por mencionar sólo cuatro. Que cada una de estas organizaciones en conjunto tienen miles de los llamados “comisionados” que tampoco aportan nada bueno, pero que aprovechan y succionan injustificadamente cantidades monstruosas de recursos.
En fin. La lista es muy extensa. Existe demasiada tela de dónde cortar para reubicar y destinar recursos para la reconstrucción. Es una exigencia generalizada.
Un vez más. Los responsables de conducir este país tienen en sus manos una oportunidad de oro de recuperar mucho de la credibilidad perdida.
Podemos estar en el antes y el después del 19-S.
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