Ricardo Vázquez Salazar
Esfera Política
La guerra de denuncias comienza a tomar fuerza, en torno a quienes de una y otra forma contribuyeron a que la desgracia se hiciera mayor, los responsables que con su irresponsabilidad pusieron su grano de arena para que impactaran más los efectos del terremoto del 19 de septiembre pasado, que las consecuencias fueran mayores. En primer término por el número de personas fallecidas, en la CDMX llegó a 221; 25 hospitalizadas, cuatro están graves. En la delegación Benito Juárez se informó de 45 edificios derrumbados por el sismo, 32 con “riesgo inminente” de caer; en la Cuauhtémoc se documentaron 27 edificios desplomados y 24 están a punto de desplomarse. Estas dos delegaciones las más afectadas, aunque hay otras como la Tlalpan en la que se ubicaba el Colegio Rébsamen en el que fallecieron 37 personas, 21 eran niños.
Se han abierto 140 carpetas de investigación por los delitos de homicidio culposo, fraude y cambio de uso de suelo relacionados con el desastre ocurrido. Si se pensara que van a proceder penalmente en contra de los constructores, empresarios y servidores públicos irresponsables, en dado caso de que así llegara a suceder, de cualquier manera no le va a devolver la vida a quienes fallecieron en los derrumbes.
El punto es corregir, enderezar, evitar en lo mayor posible que la corrupción y la irresponsabilidad sigan acabando con la vida de más inocentes.
No es posible decir que son hechos aislados que en territorio mexicano se hayan presentado cinco mil 071 sismos durante el mes de septiembre, 17 han sido con intensidades macrosísmicas que van de moderada a fuerte, en mayor número ocurridos en Chiapas y Oaxaca.
Lo preocupante es que si bien es cierto no hay manera de pronosticar los movimientos telúricos, reconocidos especialistas en la materia nos recuerdan las entidades localizadas e identificadas como de alta sismicidad entre las que se encuentra la ciudad de México; hablan de una inminente sacudida de magnitud considerable de la que desconocen cuando pueda ocurrir. La secuencia de sacudidas no se puede soslayar, no es conveniente.
Al tomar en cuenta lo anterior, la situación se torna más grave, desafortunadamente, por la razón de que circulan más de 5 mil mensajes solicitando ayuda para evaluar inmuebles dañados, de los que han calificado a ojo de buen cubero 3 mil edificios en posible riesgo de colapso. Lo alarmante es que no se cuenta con el recurso humano suficiente para llevar a cabo la labor titánica de evaluar las construcciones afectadas.
El riesgo de sismos no es solamente para la CDMX, es también para todos los estados susceptibles y en los que se siente con intensidad los efectos.
La tragedia del Colegio Rébsamen es para tomarla muy en cuenta. En todo el país existen miles de escuelas establecidas en edificios improvisados, en construcciones que aparte de no cumplir con la normatividad actual, en principio de cuentas son inmuebles que no fueron proyectados para operar como planteles educativos, para cargar peso en exceso, por el volumen de mobiliario y equipo, el número de alumnos, personal docente y demás.
Deficiencias, irresponsabilidad y podredumbre se convierten en peligros mayores para los ciudadanos. Se desenmascaró el engaño de empresas constructoras que ofrecen departamentos en edificios supuestamente resistentes a terremotos, varios se desplomaron, otros están seriamente afectados y fueron desalojados, en Ciudad de México, Puebla y Morelos.
El inventario de edificaciones que no reúnen las condiciones necesarias para ser habitadas es muy extenso, obras que no ofrecen ninguna garantía real de seguridad –bueno si lo ofrecen, con tal de vender o rentar sus espacios- son una farsa, un engaño, un auténtico peligro.
Son múltiples las áreas supuestamente comprometidas para evitar que las consecuencias de los desastres naturales sean mayores, quedó demostrado el pasado 19 de septiembre que eso es en teoría; se echan la pelota unos a otros funcionarios y ex funcionarios: jefes delegacionales, Obras públicas, Desarrollo Territorial Urbano, Vivienda, Educación, Protección Civil, funcionan muchas veces únicamente como áreas proveedoras de cargos públicos, exentos de responsabilidades.
Los puntos que empeoran los sucesos son cuantiosos. Los anuncios espectaculares en las azoteas de los edificios aumenta el riesgo de derrumbe y muerte para la población. Un anuncio espectacular pesa entre 5 y hasta 20 toneladas y miden 7 por 12 metros, lo que representa prácticamente colocar otro piso más a los edificios. El 19-S también puso al descubierto irregularidades y corrupción sobre este tema. Se dio a conocer que en total hay 8 mil anuncios espectaculares en la CDMX, hay quienes afirman que la cifra real puede ser el doble o más. Información oficial detalla que 85 por ciento de los anuncios espectaculares se coloca en edificios con uso habitacional. Sólo en 3 de las 32 entidades del país y de los 2 mil 446 municipios, únicamente 73, tienen reglamentos sobre publicidad exterior.
Y así ocurre con las exigencias que no son atendidas, a todo lo largo y ancho de territorio mexicano, hasta después del niño ahogado o sepultado entre escombros de derrumbe actúan.
La población espera que actúen.
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