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    Elena Córdova

    Luna Nueva

     

     

    Alguna vez nos tocó leer un letrero que dice más o menos así: ¡Esta escuela imparte conocimientos, la educación viene de casa!

    En mi opinión y la de otras personas con las que intercambié criterios al respecto, significa que la educación en cuanto a valores y principios debe correr por cuenta del hogar y a la escuela corresponde, en el mejor de los casos, reforzar estos modales y formas de cortesía en la impartición de conocimientos académicos.

    En lo personal, me considero afortunada pues conozco el significado oportuno y profundo de las palabras: por favor, pase usted, permítame ayudarle, disculpe usted, con su permiso. Sin faltar, el cortés y espontáneo saludo de Buenos días, tardes o noches y qué decir de la palabra más bonita a mi juicio y que a muchos se nos olvida y es la de ¡Muchas gracias! Todo esto, a través de los modestos, pero no por ello menos importantes ejemplos que nos dieron nuestros padres, al igual que lo vimos practicar de otras personas mayores, no importando su condición económica ni su origen.

    La educación, en todo caso no es una cuestión de posición económica o condición social, se aprende y se practica a voluntad, es un mero asunto individual. En eso creo.

    Por razones de mi actividad laboral, en mi vida profesional casi siempre he estado ligada al contacto personal, en mi juventud, mientras estudié la carrera universitaria, fui una pequeña empresaria que vendía diversos productos y estas palabras eran más que necesarias, indispensables diría yo para poder granjearse la simpatía y confianza de nuestros potenciales compradores.

    Un poco más tarde, en la actividad de la administración pública por experiencia propia estoy convencida que estas palabras hacen mucha diferencia en el trato hacia las personas que requieren de algún servicio por parte de la institución a la que pertenecemos en determinado momento. No hay nada comparable, más que se pueda resolver el o los asuntos que trae a una persona a la dependencia, que el poder atender con amabilidad, correcta atención y buena actitud más aun cuando no sea posible resolverles su asunto o problema. Sin mentirles, después de una buena atención y dedicado un buen y considerable tiempo a la gente, su agradecimiento y opinión respecto a la dependencia cambia, sin duda cambia. Y ello repercute en favor de la propia oficina, y por ende en la calidad en el servicio.

    Hoy, en estos días, por medio de las redes, veo diariamente cómo los nuevos alcaldes veracruzanos y parte de los que serán sus integrantes del cuerpo edilicio y personal de confianza –que en su mayoría pertenecientes al partido en el gobierno– se preparan arduamente en todo lo relacionado con la administración municipal. De esta forma acuden a talleres, seminarios, cursos, sobre diferentes tópicos que enfrentaran una vez que hayan tomado protesta y posesión de sus cargo o responsabilidad en el ayuntamiento.

    En un estado veracruzano lastimado de todas las formas posibles, pero más en lo político y administrativo sin dejar a un lado lo social, lo que al menos podría esperar la gente, los ciudadanos en general, es tener unas autoridades municipales atentas y serviciales, por principio de cuentas

    La desatención, el desdén y la apatía en la atención… por citar, los males más comunes, no son producto de la inexperiencia a la que muchos neo-funcionarios apelarán en los primeros meses de la administración entrante. No, eso tiene mucho que ver con los valores y la educación del responsable ahora. Ni mucho menos lo malo o algún castigo se tiene que reflejar por pertenecer a un partido político diferente al que está en el poder.

    La campaña ya acabo y el ganó debe demostrar y cumplir sus promesas. En especial aquella de que no son iguales a los que estuvieron 80 años en el poder. Y que no serán malos ni tan corruptos. No vaya a pasar aquello de que la historia cansada de crear se repite. Aunque por lo que se ve, hay riesgo de volver a lo mismo, aunque con diferente discurso y bandera…

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