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    Roberto Morales Ayala

    Zona Franca

     

     

    El cese del ex fiscal de la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales (Fepade), Santiago Nieto Ramírez, desató la furia de los congresistas perredistas y morenistas que lo llevaron a ese puesto, desviando la atención del tema central que echó a la calle al protagónico personaje.

    Él mismo asumió el papel de víctima, para lo que sin rubor siguió el falso guión de que había sido amenazado para dejar de investigar el caso Odebretch. Sin embargo cuando fue acorralado por la verdad se vio obligado a salir a los medios para anunciar su desistimiento a ser restituido en el cargo del que había sido despedido.

    Engreido y solapado por sus defensores unos cómplices y otros incautos, esgrimió como pretexto a su falta de agallas, que reculaba en su reclamo por “el bien de la nación”.

    En ese contexto, sobran quienes solo quieren ver en el cese del fiscal una acción del gobierno para encubrir delitos electorales, sin aceptar que en la cobarde decisión de Santiago Ramírez Nieto a desistirse del reclamo a su reinstalación, hay un pestilente tufo de traición, no a quienes lo promovieron para ese puesto, sino a la sociedad que requiere de funcionarios responsables.

    El llamado fiscal-carnal, de Morena y el PRD, de manera por más astuta se hace pasar como víctima, cuando en los hechos se encargó de viciar uno de los temas más delicados en el combate contra la corrupción: El caso Odebrecht que involucra a un secretario de estado, Emilio Lozoya, al propio presidente Enrique Peña Nieto, a su partido el PRI y a una de las empresas trasnacionales más poderosas de latinoamerica, la que por donde pasa deja sospechas de hacer pagos de sobornos para sacar provecho en la instalación de sus empresas.

    A Ramírez Nieto que resultó un fiasco como fiscal electoral, sus promotores que lo posicionaron en ese cargo con el objetivo de que sirviera a sus intereses partidistas, quieren hacerlo ver como a un héroe, víctima del sistema, “de la mafia del poder”, cuándo es él el responsable de que los inculpados de un grave delito electoral pudieran escabullirse de la justicia.

    El ex fiscal que se presume a sí mismo como “un hombre de leyes”, jamás fue un funcionario responsable en sus funciones de investigador, nunca actuó con cautela, con sigilo, sino que al contrario, visceral e imprudente, presumía de pruebas que incluso ni existían para juzgar y amenazar a los imputados.

    Cualquier investigador sabe que las filtraciones matan las investigaciones, por eso las dudas, por eso la suspicacia de que si Lozoya no lo mete a la cárcel, tal como lo ha advertido su abogado Javier Coello Trejo, definitivamente apostaría a la sospecha de que Santiago no solo traicionó a sus impulsores de Morena y del PRD, sino que además

    cobró muy bien por traicionar al pueblo al que estaba obligado a rendir cuentas de manera imparcial y verdadera.

    En el caso Odebrecht el fiscal no solo filtraba a los medios datos de la investigación, muchos de ellos ni siquiera confirmados, sino que además los utilizaba para juzgar y sentenciar, abusando de su poder.

    Soberbio, fue más allá y esgrimió la mentira que sabía lo sacaría del puesto y dejaría a Lozoya en una mejor posición para defenderse de los señalamientos.

    Ante los medios reveló la existencia de una carta en la que aseguró se le presionaba y se le intentaba chantajear para dejar de investigar a Lozoya, sin que la PGR revelara el contenido Nieto Ramírez fue cesado, horas más tarde conocido el contenido de la carta por el propio Emilio Lozoya, la sociedad se enteró de que el fiscal además de protagónico era un mentiroso. Ni soborno, ni amenazas, el secretario le pedía fuera llamado a comparecer para poder defenderse de las acusaciones.

    El fiscal impulsado por los perredistas y morenistas, y ahora hasta defendido por los panistas, fue acusado, antes mucho antes, por la diputada local sin fuero de Veracruz, Eva Cadena Sandoval, de haberse sumado a la trampa que le tendieron, al llevar a cabo, de manera personal una campaña misógina y violenta en contra de ella, juzgandola sin aportar pruebas y sentenciandola sin ser juez, violando con inusitada prepotencia su derecho a la presunción de inocencia.

    En un video enviado a los diversos medios de comunicación, Cadena Sandoval, de frente y en voz propia -momentos después de que su hijo, un joven universitario que vive con ella, fuera emboscado y tiroteado pero que logró salvar la vida al escaparse de los sicarios-, le reclamó al fiscal por sus constantes agresiones, por su capricho de vincularla a proceso cuando todas las pruebas que habían fabricado en su contra se le deshacian en las manos.

    Nieto Ramírez actuaba sin cautela, sin sigilo, y mucho menos con respeto a los derechos humanos de los imputados que hoy por hoy es una de las principales premisas del nuevo Sistema de Justicia Penal Acusatorio.

    Para quienes reflexionan sin el higado, ni con intereses partidistas, queda muy claro que no cesaron a un héroe, como lo quieren presentar Andrés Manuel Lopez Obrador y sus aliados, e incluso algunos perredistas y panistas; no, de la Fepade no corrieron a un “héroe” sino a un mentiroso, que traiciona a la sociedad y la engaña con sus torpezas.

    Santiago Nieto no solo le debe una disculpa a quienes dañó con sus infulas de juez y parte, sino que le debe al país el que se conozca la verdad de su actuar. El ex fiscal no solo debió haber sido cesado, sino que además debe ser investigado, juzgado sin matices partidistas y sentenciado. Él sí y con pruebas de sobra, un hampón que abusó del poder.

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