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    Avryl Castelán*

     

    Hoy escribo con Tristeza y con enojo acerca de nuestra especie llamada Ser Humano, antes denominada “Hombre” (de una manera ambigua y sexista).
    La palabra humano proviene del latín “humus”, que significa Tierra, y el sufijo “anus”, que indica “procedencia de algo”. En algunas culturas se creía que el primer hombre fue hecho de arcilla, por ello se le dio ese nombre: “humano, hombre que proviene de la tierra”. Aunque por otra parte también se cree que este vocablo deriva del nombre que le dieron a nuestros ancestros en la prehistoria: “homo neandertal”. Porque hablamos que humano es algo vivo, generalmente se utiliza el término “ser humano”.
    En efecto, los hombres somos considerados una especie animal. Según la biología y la denominación que se le da a nuestra especie es “homo sapiens”, cuyo significado es “hombre sabio” (rara vez aplicado o desarrollado por muy pocos, o convenientemente utilizado cuando obtendremos algo). Se dice que “somos la única especie animal capaz de desarrollar raciocinio”. Realmente lo considero un concepto desatinado y en nuestro camino evolutivo sólo por avanzar desde nuestra postura bípeda hasta la forma de comunicarnos, teniendo en cuenta que hemos desarrollado el lenguaje tanto oral como escrito (pero muchos animales como abejas, ballenas, delfines, perros, gatos y una lista innumerable de animales tienen formas de comunicación más especiales y sofisticadas que nosotros).
    Esta es considerada la principal característica del ser humano: su capacidad de “razonar y crecer como un ser pensante” (también algo bastante absurdo pues nuestra supuesta inteligencia ha frenado y limitado nuestra capacidad emotiva, moral y “humana” de actuar), y es debido a la creencia de la evolución de nuestro cerebro y su capacidad de alcanzar diferentes niveles de intelecto que gracias a ello nuestro Ego nos considera que fuimos los únicos (considerándonos biológicamente como animales) capaces de distribuirnos y poblar toda la tierra (más bien invadir como plaga destructora y aniquiladora de otras especies; la desequilibradora del mundo; la de la falta de convivencia armónica), mientras que los demás animales sólo tratan de sobrevivir en determinados espacios del planeta, porque el ser humano a esto los ha orillado. Nuestra especie ha desarrollado estructuras de organización (destrucción) en el ámbito territorial, nos dividimos en continentes (razas) y a su vez en países que nos permiten (separan) teniendo clasificación geográfica adecuada (dominio territorial) para nuestro desenvolvimiento (egocentrista); por otro lado está el progreso abstracto, en donde a cada uno de esos países se les ha designado un mandatario o presidente (la mayoría nefastos) y a su vez tener estructura jurídica y normativa para así poder tener reglas de conducta del “ser humano” en sociedad (todo a su conveniencia).
    Escribo todo esto basado en conceptos de diccionario, lo que supuestamente nos define junto con lo que yo creo, pues mi molestia es ante el trato que el ser humano da a sus mismos congéneres y más con los seres de otras especies, sin respeto, sin consciencia, ya no digamos con amor, y es que todo esto lo desata en mi mente y mi corazón, el que a una maestra muy querida le envenenaron hoy a su gatita y yo he tenido esa horrible experiencia de que “humanos” intolerantes, egocéntricos y malvados actúan visceralmente, mostrando que no son superiores que los demás seres que habitan el planeta, demuestran su involución, pues la acumulación de información (la supuesta inteligencia, carreras, licenciaturas, maestrías, doctorados) no dará nunca sabiduría, ni armonía ni capacidad de amar.
    Ser Humano, si se supone que eres el Ser Pensante del mundo, actúa como tal, con el concepto de “humanidad” que escuchamos de las “religiones”, con las definiciones que leemos del “diccionario”…

     

    * Avryl Castelán Martínez, con 11 años de edad, es la más joven de los colaboradores de “Los Políticos”. A través de sus cuentos y de su opinión, nos permite ver y conocer otra perspectiva de nuestra realidad, a veces tan empañada por tantos sucesos funestos. Avryl participó en el libro “Historias de niñas extraordinarias” editado con el apoyo del Instituto

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