Ricardo Vázquez S.
Esfera Política
Después de Las Vegas, la Ciudad de México, junto con Nueva York y París, son de las ciudades en que más se consumen en restaurantes los vinos más caros del mundo. Preguntamos: ¿a qué se debe el privilegio? Siendo sensatos, no es un privilegio –fue la respuesta-, por el origen del dinero con que se pagan las descomunales cuentas, producto de la corrupción. Esto lo demuestra el tipo de consumidores, en primer lugar alcaldes, gobernadores de alguna de las 32 federativas, legisladores locales y federales, dirigentes sindicales, jefes delegacionales, y todo aquel “servidor público” que haya abusado de un cargo, que muchos de estos no han tenido límite alguno para ordenar 3, 4, 5 o más botellas en una comida o cena cuyo costo oscila en el rango de 800 a 5 mil dólares o más por botella.
Ya con esa aclaración, desde luego que la posición puntera no es para sentirnos orgullosos, es al contrario, la pobreza extrema en nuestro país contrasta por completo con los placeres desenfrenados procedentes del poder.
Para ser precisos, hablamos de consumos en restaurantes, dentro de ese rango de precios, que por supuesto existen vinos de un costo mucho mayor en cavas de restaurantes europeos principalmente.
Interesante conversación en el Altiplano de quien esto escribe con un experimentado sommelier de talla internacional, con 25 años de actividad profesional en el interminable tema enológico, en varias de las principales ciudades del mundo, nos dejó con la boca abierta con las anécdotas que le ha tocado vivir en su desempeño, sobre todo en cuanto a la atención a determinados personajes de la clase política del país.
En el México actual, en que todos quieren ser Porfirio Díaz y nadie quiere ser Benito Juárez, el desorden en el gasto público es lo cotidiano. Por la amplitud de lo que tuvimos oportunidad de escuchar, se confirma una vez más que los órganos de Control y Fiscalización en las entidades, han pasado a ser figuras decorativas, no cumplen ninguna función; son unidades limitadas exclusivamente a fungir como generadoras de posiciones y empleos. Despilfarro de dinero en cantidades inimaginables, producto del desvío de recursos, operaciones con empresas fantasmas y toda clase de delitos con fondos públicos, con daño patrimonial, los ha delatado como instancias improductivas e innecesarias.
Nos platicaba el experto vinícola que en muchos casos no batallan para distinguir cuando se trata de un actor político entre los comensales, son inconfundibles. En principio por la pose de arrogancia y prepotencia, por el nivel de bajeza en sus temas de conversación, y por la cantidad de escoltas que los acompañan.
El olfato agudo que ha desarrollado para distinguir los aromas de un vino, también lo ha perfeccionado para identificar a las bocas. No es necesario preguntar a quién están atendiendo, el mismo político se presenta, con mayor énfasis cuando las neuronas empiezan a sentir el efecto etílico y la acompañante principal es una joven dama -no precisamente la esposa-; al actor político le afloran los dramáticos ayeres y exige un trato virreinal: ¡Atiéndenos bien, porque si no, no te la vas a acabar, estás hablando con…! Estupidez festejada a carcajadas por otros 4 o 5 acompañantes. Escena reproducida cientos de miles de veces en cualquier entidad, Veracruz no ha sido la excepción.
Para un personaje político de esa calaña, de paladar ordinario, no posee la capacidad para distinguir entre una copa de un vino calidad Premium, a uno procedente de un envase tetrapack. La bebida le sabe a lo mismo, lo importante es que paga lo más caro y además embriaga.
Es muy significativo el desembolso para cubrir elevadas cuentas en exclusivos restaurantes en la CDMX –y en cualquier estado, claro-, los placeres desenfrenados de la corrupción, el uso indiscriminado de recursos públicos, que en muchos casos facturan como consumo de alimentos, puede tratarse de dinero desviado que estaba destinado a construir hospitales, escuelas, obra pública diversa para beneficio de la población. No obstante que este fenómeno siempre ha existido, se agudizó más en las dos últimas décadas.
¿Los personajes afectos al despilfarro pertenecen a algún partido en especial? Fue otra de las preguntas que le hicimos. “Los hay de todos los colores”, respondió.
Las numerosas anécdotas narradas por nuestro entrevistado, nos transportaron –con gran similitud- a “Los Supermachos”, una historieta caricaturesca, autoría del talentoso y recién fallecido Eduardo del Río, “Rius”, quien con ese extraordinario cómic trazó un retrato fiel y con enorme sentido del humor de los aconteceres de la vida nacional, en particular en el entorno político dominante de tres décadas: 60, 70 y 80.
Nos hizo recordar en especial a uno de los personajes del genial “Rius”, a don Perpetuo del Rosal, presidente municipal de San Garabato de las Tunas, cacique del pueblo por más de 30 años. Atendía más los asuntos desde la cantina que desde la Presidencia Municipal, que al cabo como él decía: «Para atender asuntos de estado, da lo mismo un escritorio que una barra».
Cualquier parecido con lo sucedido en la ”plenitud del pinche poder” de la fidelidad y el duartazo, es pura coincidencia.
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