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    Ricardo Vázquez S.

    Esfera Política

    El tema de la llamada Ley de Seguridad Interior ha despertado las más contrarias opiniones. Son puntos de vista dependiendo el ángulo desde el que se mira, y se juzga. En la capital del país viven una situación muy distinta a la que se sufre en varias entidades, por consiguiente tienen una percepción disímbola y en ese sentido van sus sentencias.  

    Asaltos en el metro, en el Periférico, en algún restaurante de Polanco o La Condesa, es lo más común que padecen en la Ciudad de México. Les roban joyas, efectivo, equipos electrónicos; les vacían sus casas, lo de mayor valor cuando salen de vacaciones.

    En provincia a las familias les vacían la vida, cuando desaparecen, ejecutan o secuestran a un ser querido. En CDMX también llegan a ocurrir estos hechos, pero son muy contados, por fortuna.

    Otra vez: hay quienes están preocupados por lo que pueda llegar a ocurrir, en vez de estar preocupados por lo doloroso que está sucediendo en estos momentos en regiones en que la violencia y la inseguridad llegaron y echaron raíces. Las cifras de víctimas son escalofriantes, las personas asesinadas o desaparecidas se han convertido en simples números.

    Alarmante y que dice mucho al respecto es el número de periodistas asesinados. 26 informadores ultimados o desaparecidos durante los gobiernos de Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte de Ochoa.

    En México 104 periodistas han sido asesinados desde el año 2000, otros 25 están desaparecidos.

    De todos estos crímenes, únicamente uno se perpetró en la capital del país –ojalá no hubiera ocurrido-, aunque el trabajo del comunicador lo desempeñaba en provincia, le siguieron el rastro para victimarlo. Todos los demás han sido ejecutados en provincia.  

    El fotoperiodista Rubén Espinosa Becerril, que había recibido amenazas de muerte, huyó de Veracruz a inicios de junio para refugiarse en la capital mexicana, donde fue asesinado casi dos meses después, el 1 de agosto de 2015.

    “Sería mejor una regulación que incluyera pasos para fortalecer y entrenar a las policías e ir retirando gradualmente a las Fuerzas Armadas”, se leyó el día de ayer, parte de los argumentos impugnando la Ley de Seguridad Interior.  

    ¿De qué manera? ¿Cuál sería la fórmula para lograr esto? Para lograr la paz sin necesidad de que intervengan soldados y marinos.

    Las desgracias para decenas de miles de familias causadas por el crimen organizado han venido ocurriendo desde hace varios años y están sucediendo en estos momentos, no es un riesgo o una posibilidad de algo que pueda ocurrir.

    Posiblemente no se tenga conocimiento que uno de los principales obstáculos es que existen  elementos policiacos ligados con la delincuencia organizada.

    O tal vez ya se olvidó que gobernadores y alcaldes han sido señalados de haber pactado y recibido fuertes cantidades de dólares del crimen organizado, con tal de dejarlos operar libremente. 

    Amnistía, ¿para quienes? Fueron muy distintas las condiciones que se vivieron en Colombia, Italia, no se diga en Estados Unidos, habrá que hacerle saber a Ricardo Monreal, quien aplaudió la propuesta de López Obrador.

    Transcurrieron ya 75 días desde que la corrupción derrumbó 47 edificios en la Ciudad de México y sepultó a 228 personas. La putrefacción oficial hizo colapsar los inmuebles, más que el sismo del pasado 19 de septiembre.

    No hay un funcionario responsable que haya sido detenido y esté siendo juzgado, por la pérdida de vidas humanas y de daños materiales del más reciente sismo en la CDMX.   

    De las 16 delegaciones que conforman la capital del país, la mayoría está gobernada por los partidos PRD y Morena, pero la Asamblea Legislativa, el partido de Andrés Manuel tiene mayoría. 

    A los corruptos ya les concedieron amnistía.

    rvazquez002@yahoo.com.mx

     

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