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    Sheyla Fuertes Lara

    Mujeres que Saben Latín

     

    Estamos entrando en la parte final del año, en la que algunas personas acostumbramos a reflexionar y analizar lo que realizamos en el periodo que concluye. En este mes me enteré de la muerte de personas adultas conocidas que tenían enfermedades diversas.

    También la noticia de un compañero que falleció víctima de un infarto, además de conocer el caso de una amiga que registró un derrame cerebral, ambos alrededor de los 50 años.

    Algunas personas conocidas me han compartido las enfermedades que presentan, y me puso a reflexionar en cómo las personas nos enfocamos tanto en el trabajo, en las preocupaciones, en lo que falta en casa, que nos olvidamos de atender nuestra salud.

    Si bien los hombres son los que comúnmente no se atienden por la construcción cultural en la que nos han educado, el que guarden sus emociones, el que no las expresen porque creen que no está bien, les provoca a la larga padecimientos crónicos.

    También he notado con frecuencia que las mujeres dejamos la salud para el final, porque hay otras prioridades, primero están las hijas e hijos, lo que hace falta en casa, en algunos casos la salud del papá o la mamá. Siempre habrá otras cosas que atender, pensamos que podemos esperar. Y esto no es así y cuando nos damos cuenta el problema es mayor.

    He visto en casos cercanos, en los que se descuida la alimentación, que no hacen ejercicio, que no se realizan estudios periódicos, porque como se sienten bien, creen que nada les pasará.

    Todo esto es parte de nuestra cultura, de la educación que recibimos, las personas no estamos acostumbradas al autocuidado, no creemos que sea importante, y cuando se descubren las enfermedades crónicas, entonces buscamos a quién culpar de nuestros descuidos, cuando la responsabilidad es sólo nuestra.

    Desde hace varios meses cambié mi alimentación, porque con el estrés laboral y sin el cuidado adecuado, mi estómago lo resintió. Pero no fue hasta que me sentí realmente mal que decidí cuidarme, atenderme. Y aunque por años vi como mi madre no atendió su salud, porque prefería que sus hijas e hijos estuvieran mejor, lo que agradezco infinitamente, creo que su salud sería otra si la atención fuera a tiempo.

    La mayoría de las personas no prestamos atención a nuestro cuerpo, no aplicamos el autocuidado, no cuidamos nuestra salud, física, mental y emocional.

    Y sí la salud emocional también es parte de nuestra vida, hay que hacerle caso, dejar de pensar en situaciones que nos dañan, preocuparnos menos, ser más felices con las personas que nos rodean, no tomarnos las cosas a pecho, hay que dejar ir lo que no nos hace bien, alejarnos de personas y pensamientos que no nos hacen bien, por salud, nos sentiremos más ligeras.

    Algunas feministas llaman al autocuidado como un elemento transgresor, confrontar el rol tradicional, porque incluye cambiar los hábitos alimenticios y de vida, es un esfuerzo que nos traerá grandes beneficios.

    Este fin de año es momento de hacer un alto en nuestro camino, para reflexionar sobre nuestro cuidado, escuchar a nuestro cuerpo, querernos más es un proceso al que no estamos acostumbradas, acostumbrados, hay que reaprender sobre esto, si lo hacemos tendremos una mejor calidad de vida. Yo me estoy cuidando ¿Y tú?

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