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    Ricardo Vázquez S.

    Esfera Política

    Todo apunta a que no habrá otro recurso más que echarle el guante al ex gobernador de Chihuahua Cesar Duarte, a la mayor brevedad, si es que todavía se encuentra en territorio texano, aunque no sería sorpresa que haya huido a otro país de su conveniencia, en el que resulte imposible detenerlo y extraditarlo. El mismo Duarte debe imaginarse que su aprehensión servirá para disminuir la fuerte presión que ha ido en aumento en aquella entidad, en que una de las primeras exigencias es la cabeza del ex gobernador chihuahuense.   

    La pérdida de credibilidad en los partidos políticos avanza de la misma manera que las especies en peligro  de extinción, a pasos agigantados y sin que nada la pueda detener. Como nunca antes en la historia, las deserciones en un partido para brincar a otro, o para  tirarse a los brazos de determinado personaje, se han visto multiplicados en mayor cantidad en el proceso electoral en curso; eventos que se han venido repitiendo en las últimas tres décadas.

    La carencia de valores y principios partidistas, trátese de la militancia de cualquier color, revelan que lo primero y único que existe es la conveniencia personal. En la cantaleta de justificaciones para haberse cambiado de camiseta, los argumentos sólo se los cree quien los expresa. A  estas alturas al electorado es sumamente difícil que le jueguen el dedo en la boca.

    Cuando a la senadora Gabriela Cuevas le preguntaron: ¿por qué  después de haber sido una de las más aguerridas críticas –cáusticas- de López Obrador, ahora abandonaba el PAN para sumarse al candidato de Morena? “Lo conocí personalmente apenas hace unos días, y es que me pareció una persona alegre y que conoce todo el país”. ¡Vaya respuesta! Fue lo primero que contestó la legisladora. Ese fue la explicación de mayor peso.

    “Fue muy difícil” dejar 23 años de militancia panista, excusó Gabriela Cuevas, a quien la cúpula panista acusa de haber abandonado el partido por no conseguir que le garantizaran una diputación plurinominal. “Se recibe cascajo de cualquier color”, bien se pudiera leer.

    Si en política se diera también por valido que el fondo es forma: que el fondo es lo que se trata de comunicar, y que la forma es la manera de hacerlo, junto con aquello de: dime con quién andas y te diré quién eres, los resultados y las consecuencias de un conjunto de acciones dependen de los cuidados y los descuidos.

    Es el contraste de acciones que se pudo observar este fin de semana. El viernes pasado, en Cancún, Quintana Roo, al momento en que José Antonio Meade, precandidato de la coalición “Todos por México” pronunciaba un discurso, dos representantes priístas recibieron la instrucción tajante de retirarse de la cercanía física del aspirante a la presidencia.

    Raymundo King, presidente estatal de ese partido en la entidad caribeña y Manuel Andrade Díaz, ex gobernador de Tabasco de dudosa actuación y actual delegado del CEN del partido tricolor, “discretamente” se colocaron justo a cada lado de Meade, cuando comenzó a hablar, a lo que de inmediato fueron “invitados” a alejarse.    

    Después de su visita a Quintana Roo, José Antonio Meade arribó a Veracruz. En la entidad las cosas fueron distintas, los descuidos del priísmo veracruzano fueron evidentes. Las imágenes que más hicieron circular así lo demuestran.

    Un tema al que la clase política del tricolor veracruzano le rehúye, Meade le vuelve a entrar al toro por los cuernos: “Cambiemos la Constitución para que el corrupto o el delincuente organizado que no pueda explicar el origen del dinero ilícito, lo regrese”, reclamó, al endurecer la propuesta hecha un día antes en Cancún.

    “Es necesario cambiar la ley para quitarle el dinero a los corruptos, destinarlo a becas para la niñez y proyectos productivos”, precisó Meade, que por lo expresado, en Veracruz existen de sobra quienes no tengan manera de explicar el origen del dinero, ilícito y lisito, producto de la corrupción, de la delincuencia organizada, de lo cual fue acusado Javier Duarte.      

    Durante su estancia en Minatitlán, fidelistas y duartistas recalcitrantes, despreciados por la sociedad en general por su negro pasado, aprovecharon para aparecer en las fotos muy cerca de Meade, y las hicieron circular. No hubo quien tuviera la precaución de evitar esos deslices, inconvenientes para el precandidato.    

    rvazquez002@yahoo.com.mx

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