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    Felipe de Jesús Fernández Basilio

    Desde a Janela

     

     

    Recientemente llamó mi atención una nota que trataba sobre un meme o caricatura digital que la que la Directora del Instituto Municipal de la Mujer de Coatzacoalcos compartió a través de sus redes sociales y en la que ridiculiza a la Diputada Eva Cadena al compararla con una perrita amaestrada por el gobernador del estado, ya que esa caricatura es producto del “repentino” cambio de rumbo de la legisladora, quien para evitar las acusaciones que enfrenta por haber recibido sobornos para beneficiar a la campaña de López Obrador (práctica muy recurrente en la permanente campaña del Mesías Tropical, no olvidar el caso de las “Ligas de Bejarano”), ahora pretende denunciar a sus ex correligionarios de ocasión, no hay que pasar por alto que la diputada ha militado como muchos otros políticos sin más identidad que la ambición en muchos partidos, como los que según ella le pusieron, una trampa.

    Pues bien, más tiempo tardó la directora en compartir la dichosa caricatura que en ser virtualmente acribillada en las redes sociales por muchas personas que se rasgaron las vestiduras diciendo que el haber publicado en su cuenta esa caricatura era en el mejor de los casos algo indebido moralmente y en el peor una alta traición, ya que se atrevía a criticar a otra mujer y éso es intolerable para quien por una parte encabeza una institución de protección a mujeres y por la otra es una mujer, siendo en esto último en donde entra la dichosa palabrita que encabeza esta columna: “sororidad”; ya que quienes la censuraron dicen que una mujer no puede criticar a otra, pues ello equivale a una ingratitud hacia muchas otras mujeres que a lo largo de la historia dieron hasta su vida para que la criticona tuviera los derechos que ahora disfruta y que entre las mujeres debe de privar la “sororidad”.

    Y esa palabrita se me quedó fija en la mente igual y como sucede con el estribillo de una canción y pensé: ¿en dónde la he escuchado o leído?, y haciendo memoria caí en la cuenta de que tanto en la literatura como en las películas de Norteamérica llaman “sororities” a las hermandades de estudiantes de género femenino y “fraternities” a las que son de estudiantes masculinos, sí esas comunidades estudiantiles que se designan con letras griegas y que se dedican a la parranda, destacando sus ritos de iniciación o novatadas, los que casi siempre se caracterizan por ser grotescos.

    Mas enlazando esas palabras con las italianas “fratello” (hermano) y “sorella” (hermana) llegamos a la raíz latina de estas palabras; la cual es la misma, tan es así que en castellano los miembros del clero regular mejor conocidos como órdenes religiosas, monásticas o conventuales son designados como Fray, Frai o Fra, como Fray Bartolomé de las Casas en el caso de los monjes y como Sor en el de las monjas, como Sor Juana Inés de la Cruz.

    Y así, una vez que tanto etimológicamente como filológicamente analizamos la palabra en cuestión, solo nos quedaba el filtro de la Real Academia de la Lengua, mismo que no pasó, ya que según su buscador dicha palabra no está registrada en la institución.

    Bueno, ese fue el estudio que hicimos de la palabrita que tanta inquietud nos causó y antes de hacer conclusiones al respecto, hay que comentar el uso que se le pretende dar y para ello no hay nada mejor que la anécdota que les conté al principio del texto.

    Nos quedamos en que dicha directora fue acribillada debido a la caricatura que compartió en las redes sociales con los argumentos ya señalados, los cuales no solo son son proferidos por gente sectaria e intolerante, sino que en realidad son un chantaje emocional, el cual no solo es enderezado contra la funcionaria en cuestión, sino en contra de toda mujer que ose criticar los lineamientos establecidos por las dirigentes feministas, quienes para justificar su movimiento o ¿negocio?, ya que hasta donde se sabe obtienen muchos recursos del gobierno y espacios en la prensa con su movimiento.

    Sin embargo, la funcionaria en cuestión fue valiente y al momento de aclarar su postura la mantuvo en sus términos, ya que dijo que no se arrepentía de su dicho y que si la diputada había actuado a su parecer de manera censurable, ella tenía el derecho de hacer mofa de ello, lo mismo que haría con cualquier persona independientemente de su género o condición o sea si el censurado fuere varón o mujer, si ella no concordaba con su actuar lo iba a censurar.

    Postura que es legítima y acorde con el derecho humano de libertad de expresión y que ni si quiera es incompatible con su función pública, ya que ésta solo es delimitada en cuanto a hechos en los que una mujer en razón de su género es víctima de algún abuso, mas nada tiene que ver con sus opiniones tanto personales como políticas.

    Siendo este punto el relevante en la cuestión que hoy tratamos, ya que es indispensable el quede señalado que la libertad de expresión debe de prevalecer sobre cualquier fundamentalismo, ya sea este religioso, político o social; siempre debemos de privilegiar a la libertad de expresión individual sobre cualquier cuestión que nos quieran hacer parecer como de fe, ya que esa última palabra no es más que una excusa para excluir a la razón respecto de alguna cuestión que nos quieren hacer parecer como incontrovertible y eso es lo que no podemos tolerar, ya que todo es y debe de ser controvertible y como decía el clásico de la ilustración, aunque seamos contrarios en nuestras opiniones debemos de defender el derecho a sostenerlas y en este caso es lo que hago, ya que no paso por alto que la funcionaria que defiendo en esta ocasión pertenece al partido del “Rayito de Esperanza”, con quien no concuerdo en casi nada pero debido a la persecución a la que fue sometida por gente intolerante, debo de apoyarla en este caso y así mismo le hago una cordial invitación para cuestionar a su movimiento político y a no dejarse llevar ciegamente o como profesión de fe por las palabras y órdenes de su caudillo.

    Ahora sí, podemos concluir respecto a esa palabrita (sororidad) que tanto nos ha inquietado y la conclusión a la que llegamos es la siguiente:

    La palabra por sí misma es válida ya que la misma se refiere al equivalente femenino a una fraternidad, término masculino en el latín cuyo femenino puede radicarse con el término sor y bien puede aplicarse para hermandades o usando un término más acorde a nuestros tiempos para asociaciones integradas solo por mujeres, mas ello no quiere decir que se use dicho término para reprimir cualquier manifestación de opinión respecto de otra mujer, ya que cualquier persona, sea hombre o mujer, es un individuo y como tal es libre de expresar sus opiniones respecto de lo que sea o de quien sea.

    Y por lo dicho anteriormente nuestra palabrita debe de superar el que no esté registrada por la Real Academia, ya que cumple con los requisitos históricos necesarios para ser incorporada al léxico y estoy seguro de que tarde o temprano será incluida, ya que esta institución ha incorporado palabras de más dudosa procedencia; al igual que la Iglesia Católica lo ha hecho con santos de dudosa reputación como Juan Pablo Segundo, de quien hasta la fecha pesa la duda de que protegió a pederastas y según los cánones clásicos para ser santo no debe de haber duda alguna respecto a la santidad del personaje en cuestión o de Juan Diego, de quien se desconoce su vida y obra.

    Sin embargo, aunque la palabra sea válida para emplearse en el habla, el problema está en el uso que se le dé; ya que si es usada para chantajear coartando la libertad de expresión de cualquier persona será mal utilizada, pero si se usa para describir a una agrupación de mujeres quedará bien aplicada, es decir la palabra no es mala por sí misma, sino que la maldad puede estar en el empleo que se le dé.

    felfebas@gmail.com

    Twitter: @fefebas

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