Ricardo Vázquez S.
Esfera Política
Un auténtico misterio se generó entre los mexicanos en torno a la sorpresiva visita de Jared Kushner, asesor principal y yerno del presidente estadounidense Donald Trump. Con un futuro incierto Kushner camina en la cuerda floja, es considerado el eslabón más débil de quien se duda lo pueda mantener su suegro en el poder, por la ola de escándalos en que se ha visto involucrado, además de sus escasos resultados por la falta de experiencia y oficio político.
Sujeto a investigación por parte del FBI por el Rusiagate y por sus negocios en lo oscurito con importantes personajes de otros países, a Kushner le perdieron la confianza en la Casa Blanca. El jefe de gabinete, el general John Kelly, le cortó el acceso directo que mantenía con Trump y que le permitía entrar y salir cuando quisiera al Despacho Oval. El yerno incómodo está impedido a ingresar a reuniones de gabinete en las que se abordan temas delicados.
The New York Times realizó un trabajo de investigación y publicó las prácticas abusivas de las compañías que gestionan el imperio inmobiliario de Kushner: acoso legal despiadado contra los inquilinos, falta de mantenimiento en las viviendas, pisos infestados de ratas y gusanos, aguas fecales, humedades y una larga lista de “bondades”.
A Kushner el programa televisivo Saturday Night Live lo satiriza como a la benjamina de Los Simpson, como un personaje que no abre la boca, sonriente, repeinado y con pinta de no haber roto un plato en su vida.
He ahí la incógnita: ¿a qué podrá venir a México un sujeto de esta calaña? A quien ya no es digno de confianza del primer círculo de poder del vecino país del norte, y por supuesto, cayó también de la gracia de los estadounidenses.
Con cierta similitud, o tal vez peor aún, con la guarda de toda proporción, lo que sucedió en Veracruz, y que de manera misteriosa e inexplicable permanece.
Repetido hasta el cansancio, Javier Duarte de Ochoa no saqueó, destrozó e hizo tanto daño a Veracruz por sí solo, no. El reo del Reclusorio Norte tuvo demasiados cómplices, directos e indirectos; los que disfrutaron del brutal enriquecimiento exprés, hasta darse el lujo un secretario de despacho en esa administración, en estado de embriaguez o bajo los efectos de dopaje, de arrojar billetes desde un vehículo en movimiento en plena capital veracruzana.
Hayan sido 60 mil o 100 mil millones de pesos lo arrebatado a los veracruzanos durante el duartazo, sin contar lo atracado en el fidelato, son cifras que representan una fortuna inmensa la que se robaron, recursos invertidos en otros países.
Titulares del Órgano de Fiscalización Superior estatal, contralores generales, varios legisladores federales y locales, se beneficiaron a manos llenas por permitir a Duarte y sus secuaces hacer de las suyas. Negación, distorsión, omisión, silencio, no pudieron haber sido de a gratis. El daño causado a Veracruz no fue cualquier cosa, fue catastrófico en todos sentidos.
Ahora que salió a la luz que el auditor general del Orfis, Lorenzo Antonio Portilla supuestamente recibió 20 millones de pesos por hacerse el occiso ante el despojo de recursos que estaban destinados a la construcción de hospitales, escuelas, obra pública en general, los veracruzanos afirman que con la filtración del documento, de haber recibido esa cantidad, en realidad se trata de una bicoca, que en todo caso lo que pudo haber recibido sería a lo menos agregándole otro cero, por la dimensión de lo pillado. Hay quienes aseguran que sería infantil pensar que el laissez faire, laissez paser de Portilla, fue “de a cuates”, “por buena gente”, por una bagatela.
El presidente de la Comisión de Vigilancia del Congreso local, Juan Manuel de Unanue Abascal, cayó atrapado en la telaraña del ¡No pasa nada! Dijo avalar el trabajo de Portilla Vásquez, además de no haber visto nada extraño en el titular del Orfis, “si no, ya lo hubiera denunciado”, declaró el ingenuo diputado.
¿De qué se trata? Exclama la población.
Al igual que Kushner, el titular del Orfis pudiera estar también en la cuerda floja. Con la enorme diferencia que en la Casa Blanca la presión sobre el yerno de Trump va en aumento.
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