Felipe de Jesús Fernández Basilio
Desde a Janela
La pederastia, en griego pederastía, es la atracción sexual por los niños (pediá en la lengua antes señalada) y puede manifestarte como una inclinación sexual hacia los niños lo cual es una enfermedad siquiátrica o puede también consistir en el abuso sexual de los mismos lo que ya se convierte en delito.
Ahora bien, lo que se puede considerar como pederastia ha variado a lo largo del tiempo, ya que para griegos clásicos y romanos era hasta bien visto y en nuestro país el límite mínimo de edad en que una persona puede ser objeto de relaciones sexuales ha variado con el paso del tiempo, ya que todavía en el siglo pasado era tolerado bajo ciertas circunstancias tener relaciones sexuales con adolescentes, no olvidemos los que los Códigos Civiles permitían el matrimonio a los varones de 16 años y a las mujeres de 14 años, mas en la actualidad ya se sanciona como pederastia el abusar sexualmente con cópula o sin ella de cualquier menor de edad así como también el matrimonio se puede celebrar hasta que los contrayentes tengan 18 años.
Una de las agravantes de la pederastia es que quien incurre en ella tenga una relación jerárquicamente superior ya sea doméstica, laboral, escolar, religiosa, médica, cultural o de cualquier índole respecto de la víctima y se aproveche de esa circunstancia para cometer el delito y ello es así, porque el abuso deriva de la confianza que la víctima tiene en el abusador en virtud del papel que éste desempeña en su vida.
Y es allí en donde entran los ministros religiosos, ya que al ser estos guías espirituales bien pueden dirigir o trabajar en una escuela para el público en general o también en las que están dirigidas hacia el interior de sus estamentos, es decir la formación de los próximos líderes espirituales y colocarse así en una posición tanto de autoridad como de confianza y respeto sobre los niños que son sus víctimas.
Destacando el caso de la Iglesia Católica, la cual tanto en México como en un sinnúmero de países es la religión mayoritaria y la que debido a su sempiterna organización se presta para la comisión de este delito, toda vez que por su estructura y funcionamiento coloca a ministros (hay que aclararlo, ya que hasta ahora todas las quejas y pesquisas han ido en contra de varones y no solo dentro de la Iglesia sino en toda la sociedad, mas la pederastía es un problema de todos los humanos y no sólo es exclusivo de los varones) de ambos sexos al frente de niños, quienes pueden abusar de su posición y de la confianza que les depositan tanto éstos como sus padres para cometer el ilícito que nos ocupa en esta ocasión.
Mas también hay que poner las cosas en su verdadera dimensión y para ello es menester señalar que los casos de pederastia que involucran a miembros de la Iglesia Católica son un caso minoritario, al extremo de que no llegan ni al 6% del total de los casos de pederastia que hay en el mundo; ya que la mayor parte de la misma, y por mucho, se da al interior de las familias, seguido por las escuelas en general (no solo las de corte religioso) y ya después en instituciones religiosas, castrenses y otras que tanto por su estructura jerárquica y por su organización basada en el reclutamiento de infantes y/o adolescentes para nutrir sus filas se prestan para la comisión de la pederastía, lo anterior se robustece con el hecho de que los clérigos se duelen de que casi no hay personas que quieran ingresar al clero tanto secular como regular y ello aunado a que de quienes entran, estoy seguro que solo una verdadera minoría de niños o adolescentes han sido expuestos a un caso de este tipo y con la misma certeza puedo afirmar que en la Iglesia Católica existen mucho más casos de relaciones homo o heterosexuales entre adultos que abusos en contra de menores, ya que la estadística es una disciplina de las matemáticas que no falla y en el caso que nos ocupa los miembros de las corporaciones eclesiásticas son una muestra del total de la sociedad y por lo mismo éstos reflejan lo que acontece en toda la sociedad.
Por supuesto que el problema no se puede reducir solo al número de los delitos cometidos, ya que con solo uno que se cometa basta para generar el reproche social por medio de la represión que el Estado debe de enderezar en contra de esas conductas a través de sus órganos de procuración y de impartición de justicia, así como todos los que tengan conocimiento de la comisión de alguno de ellos deben de colaborar con los órganos estatales para esclarecer los hechos.
Siendo lo más grave de la situación, la actitud que toman los mandos eclesiásticos frente al problema, ya que en lugar de colaborar con la justicia civil en el esclarecimiento de los hechos, prefieren ocultarlos e incluso han llevado una obstaculización activa a la acción de la justicia, sirviendo como ejemplo de ello el caso de un conocido sacerdote jalapeño, quien no solo fue defendido por la arquidiócesis de Jalapa sino que además la misma le facilitó todos los medios para sustraerse de la acción de la justicia.
Pero no todo son malas noticias, ya que recientemente han sido sentenciados dos sacerdotes, uno en la Ciudad de México a 62años de prisión y otro en Guanajuato a 90 años y se va a juzgar a uno más en Coahuila lo que es ya una esperanza de que se haga justicia a las víctimas de este delito y esperemos que en un futuro haya más juicios tanto para los que cometieron el delito como para los que los solaparon y protegieron, ya que esa protección otorgada a los delincuentes es lo que más se reclama a las autoridades eclesiásticas y así mismo es lo que más ha dañado a esa institución.
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