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    Felipe de Jesús Fernández Basilio

    Desde a janela

     

     

    El electorado habló y lo hizo con contundencia al elegir a AMLO como Presidente de la República por una mayoría que no se veía desde la época de los carros completos del PRI, ya que arrasó tanto en su propia elección como en la de los demás cargos a elegir el pasado primero de julio, lo cual da como resultado el que tenga un mandato muy firme y un margen de acción muy amplio, ya que con base a los datos que existen hasta este momento, contará con mayoría en ambas Cámaras del Congreso de la Unión y así mismo tendrá sus primeros gobernadores, ya que su partido ganó cinco de las nueve gubernaturas que estuvieron en juego.

    Resultando que AMLO, fue electo por aproximadamente la tercera parte del electorado, cifra que resulta de hacer el cálculo de toda la lista nominal o sea de entre los que votaron y los que no lo hicieron; y de entre los que lo hicieron ganó por ventaja de poco más de dos a uno respecto a su más próximo adversario, Ricardo Anaya.

    Estas cifras como ya se ha dicho son por sí mismas contundentes y son producto del hartazgo que el viejo sistema de partidos ha generado en la población, destacando el gobierno de Peña Nieto, el cual se caracterizó por la desmedida corrupción y frivolidad con la que se condujeron tanto funcionarios federales como estatales emanados del PRI; así como por la supresión de subsidios y privilegios a diversos sectores de la población, quienes naturalmente reaccionaron votando por quien les prometió devolvérselos.

    El electorado mexicano se decidió claramente por un cambio, decisión que era necesaria sin embargo el cambio escogido fue un error, y sí el pueblo también se equivoca y lo ha hecho muchas veces, porque se dejó engañar por una persona que a la usanza de los profetas de la antigüedad recorrió durante más de una década cada pueblo del país prometiendo que por arte de magia se iban a arreglar todos los problemas de los mexicanos, ya que los mismos eran debido a los malos gobernantes que tenían y que él era la solución a sus males por designio de divino y a la imagen de aquellos héroes venerados como santos de los cuales está lleno el calendario cívico mexicano.

    Sin embargo, lo hecho hecho está y ahora habremos de estar atentos de cómo se desempeña el nuevo gobierno y con sinceridad esperamos que el candidato ganador sea como él mismo lo dijo: un buen Presidente.

    De momento no prejuzgaremos sobre sus políticas ya que aún no ha tomado posesión del cargo y en las tres campañas en las que estuvo dijo muchas cosas, la mayoría de ellas aberrantes mas no se ha enfrentado a la realidad de ser gobierno y cuando ese momento llegue veremos cómo se conduce y hasta dónde es capaz de dejar lo de la campaña en la campaña y asumir con responsabilidad el cargo para el que fue electo por una amplia mayoría.

    De lo que sí podemos hablar ahora es del engaño en el que masivamente cayó la población mexicana, ya que con AMLO ganaron Manuel Bartlett, Napoleón Gómez Urrutia, Esteban Moctezuma y un gran número de personajes del PRI que en los próximos meses vamos a ver tanto en el equipo de transición como en el gran número de puestos que va a llenar el próximo gobierno, porque no hay que olvidar que el partido que va a quedar en el poder no es un partido como tal, sino que es un movimiento unipersonal que está integrado por tránsfugas de todos los partidos y principalmente del PRI.

    Así que cambio, lo que se llama cambio dudo mucho que lo vayamos a ver, sino que por el contrario es muy posible que veamos a los antiguos priístas campeando nuevamente en el poder, ya que con los elementos que hasta ahora se han visto esa es la realidad que nos espera en unos meses.

    Es de resaltar la docilidad con la que tanto el candidato del PRI reconoció su derrota apenas pasada la primera encuesta de salida (¡Tiempo récord!) como el presidente de la República se puso a su servicio para la transición recibiéndolo apenas dos días después de la elección, sin siquiera formalizarse jurídicamente la misma.

    Y esto se explica porque el pacto entre el PRI y AMLO está cumpliéndose y lo que vemos es el desplazamiento de los tecnócratas priístas por los viejos políticos de ese partido, es decir un cambio de personajes del mismo partido.

    Por ello es que la cuarta transformación del país que pregona de manera megalómana Andrés Manuel en realidad es la cuarta transformación pero del PRI, ya que de PNR pasó a PRM, de ahí a PRI y ahora a MORENA, esa es la realidad queridos lectores y con el tiempo lo veremos con mayor claridad.

    felfebas@gmail.com

    Twitter: @FelipeFBasilio

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