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    Felipe de Jesús Fernández Basilio

    Desde A Janela

    El próximo gobierno federal ha convocado a la población para que mediante una “consulta” decida si se va a seguir la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México en Texcoco o si se va a cancelar dicha construcción y en su lugar se van a construir unas pistas de aviación civil en la base militar de la Fuerza Aérea en Santa Lucía y una ampliación al aeropuerto de Toluca; siendo ambas opciones necesarias para solucionar la saturación del actual aeropuerto de la Ciudad de México, dicho ejercicio se va a llevar a cabo entre los días 25 y 28 de octubre con mesas que se instalarán en las plazas principales de 538 municipios del país, las cuales funcionarán en el horario habitual de las casillas electorales, es decir de las 8:00 a las 18:00 horas. La pregunta que se hará a los votantes será la siguiente: ¿Cuál opción piensa usted que será mejor para el país?, poniendo como primera opción la de Santa Lucía y como segunda la de la continuación del nuevo aeropuerto.

    Lo anterior no es más que una vil farsa, ya que desde el ángulo que se le vea resulta insostenible la llamada “consulta” y ello es así porque como veremos más delante de ninguna manera se trata de una verdadera consulta popular ni tampoco la misma va a ser imparcial, ni mucho menos es algo que la población deba de resolver.

    Pero antes veamos cómo se llegó a esta pantomima y para ello hagamos un poco de historia:

    Desde hace algunas décadas el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México es insuficiente para el tráfico aéreo que dicha urbe necesita soportar cada día, ello a pesar de que se construyó la terminal dos al sur del actual aeropuerto y por ello en tiempos de Fox se advirtió de la necesidad de construir un nuevo aeropuerto y se analizó el construirlo en Texcoco o en Tizayuca, decidiéndose por la primera de las ubicaciones mencionadas; Dicha obra se paralizó por la encarnizada resistencia de parte de los pobladores de la zona mas el proyecto quedó y en una época reciente Peña lo relanzó y comenzó tanto las licitaciones como la obra en sí misma, la cual ya lleva un cierto avance; mas también hay que decirlo la pulcritud y la transparencia no son el sello característico de la actual administración y menos en el ramo de las comunicaciones y transportes a cargo de Ruiz Esparza y es por ello que queda la duda acerca de si los costos de la obra son reales o son inflados y más porque resulta que el nuevo aeropuerto no va costar lo que en un principio se planteó ni tampoco se va a terminar en el plazo previsto originalmente.

    Aprovechando esas incertidumbres López Obrador enarboló como una de sus banderas de campaña la cancelación total de la obra y la construcción en su lugar de las pistas en Santa Lucía, posición en la que se sostuvo hasta que ganó las elecciones y se enfrentó a la dura realidad y se dio cuenta de que su propuesta no es tan viable ni tampoco va a ahorrar el dinero que en campaña alegremente pensaba que iba a ahorrar, ya que cancelar la obra en curso significa tirar a la basura lo ya gastado más pagar daños y perjuicios a quienes ya se habían contratado, ya que es de elemental derecho que quien rescinde un contrato deba de indemnizar y pagar penalizaciones a quien se vea afectado, más aparte los gastos que las obras que pretende llevar a cabo (las pistas de Santa Lucía más la adecuación del aeropuerto de Toluca) van a generar.

    Siendo por ello que López empezó a considerar continuar la obra de Texcoco y para ello dijo que el gobierno no iba a gastar un solo peso en ello pero que si la iniciativa privada asumía los costos se podía seguir las obras en Texcoco, lo que no consideró fueron sus promesas de campaña y cuando vio que su base electoral no le iba a pasar tan fácilmente ese cambio de opinión fue que fiel a su estilo dijo que el pueblo decida y así es como empezó la historia de esta consulta.

    Consulta que también tiene su propia historia y la cual contribuye a que se pueda decir que se trata de una farsa, ya que cuando López ganó las elecciones dijo que se iba a hacer por medio del INE a modo de un referendo autorizado por la constitución, mas otra vez la persistente realidad le hizo ver que por una parte no tiene facultad alguna para convocarla, no hay que olvidar que el título de presidente electo es honorífico (todavía no cuenta con las facultades del titular del Ejecutivo), ni por la otra tiene el tiempo para llenar los demás requisitos legales para que se pueda realizar, es decir que debe de ser simultánea con una elección y contar con el aval de la Suprema Corte de Justicia; por lo que una vez que el INE le dijo que no tenía atribuciones para llevar a cabo la dichosa consulta es que optó por hacerla a través de empresas de consultoría y solo en una parte del país. Mención aparte merece el financiamiento del “ejercicio democrático” ya que al estar fuera de la ley no puede ser costeado con recursos públicos y por ello dijeron que iban a sufragar los gastos los legisladores del partido de López, quienes en un principio lo negaron y aunque luego dijeron que siempre sí iban a cubrir los gastos con esto queda otra muestra del caos en el que se va a desarrollar la famosa consulta.

    Por cuanto hace a la representatividad de la misma fácilmente vemos que no hay tal, ya que no va a ser posible que voten todos los mexicanos ni mucho menos los más marginados que tanto dice amar López, ya que solo se van a instalar unas cuantas mesas de votación en las principales ciudades del país, descartando por supuesto a las comunidades más apartadas y los lugares que van hacer agraciados con un centro de votación ni si quiera son una muestra fiel con la distribución de la población mexicana, ya que hay estados sobrerrepresentados como Tabasco en comparación de otros que tienen una población mayor como Baja California pero eso sí Morena tiene más fuerza electoral ahí.

    En cuanto al aspecto técnico resulta abundante opinar, sobretodo porque muchos especialistas en la materia a nivel nacional y algunos no tanto a nivel local ya lo han hecho en gran cantidad, pero sí se puede mencionar que un principio básico de economía dice que las cosas deben de hacerse en el menor tiempo y de la manera más sencilla posible y para ello resulta que es mejor concentrar en un solo lugar todas las operaciones aeroportuarias y no dispersarlas como se pretende con el proyecto de Santa Lucía-Toluca.

    En conclusión tenemos que por donde se le vea la consulta que se va a realizar el próximo fin de semana es una auténtica farsa y gane la opción que gane la decisión no va ser legítima, porque la consulta no es ni legal ni representativa ni mucho menos el medio indicado para tomar una decisión de ese tipo debido a que esas decisiones de carácter técnico las debe de tomar el gobierno ya que para ello es que existe y al pretender realizar una consulta popular lo que hace López es salirse por la tangente al no cumplir con su mandato y todo se resume en que con estas farsas López Obrador nos enseña que no va a ser un buen gobernante, porque la situación es sencilla: si ganó el cargo prometiendo una cosa entonces debe de cumplirla y si se dio cuenta que ello no es lo mejor entonces que se lo justifique a su electorado, ya que enfrentarse a dilemas como ese es la tarea del gobernante y no el andar inventando farsas con tal de evitar asumir la responsabilidad que le corresponde.

    Así que queridos lectores, antes de participar en esta farsa, consideren si merece la pena el hacerlo y tomen en cuenta que hasta el próximo secretario de comunicaciones dijo que no iba a votar.

    felfebas@gmail.com

    Twitter: @FelipeFBasilio

     

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